FOTOMATÓN
Albert Rivera, de vuelta a la soltería
Su relación con la cantante hizo que el expolítico se empadronara de hombre de portada de revista del corazón, un asunto que más bien le molesta, o desquicia, incluso
Albert Rivera y Malú rompen su relación oficialmente
Madrid
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Iniciar sesiónAlbert Rivera fue el guapo de la política, con permiso de Pedro Sánchez. Ahora, reingresa en la soltería, tras romper la relación con Malú, con quien tiene una hija. Hablamos de una relación de discreción rigurosa, porque no se encuentra ... más de una foto con que ilustrar los cuatro años largos de convivencia. Cuando iban a ser mamá y papá, lo asomaron en sus perfiles de Instagram, con un chupete de remate. Y ahí quedó la novedad.
El anuncio de bebé llegó cuando la relación de Albert y Malú cumplía un año escaso, rato arriba, rato abajo, y otro año de casi secretismo, respecto al amor, salvo alguna foto contadísima, como la salida de Albert del hospital, en julio, con su novia de compañía contenta, ahí de pronto en el encuadre casi de sorpresa, una foto que fue la confirmación del amor, pero diciendo sólo amor en la camiseta de la cantante, donde leímos 'Love'.
Ni dijeron nada, ni tampoco hubo después más prosa. Ni antes. De modo que todo ocurrió siempre tan deprisa, y tan en silencio, en esta relación, que casi presentaron antes la familia que la pareja. Ahora se separan y apenas tenemos hemeroteca de los dos juntos.
Malú es hija de Pepe de Lucía, o sea, sobrina de Paco de Lucía. De modo que un respeto. Albert incurrió en el estriptis, según histórica estampa promocional, allá por el 2006, cuando en su póster de arranque de campaña, salió ahorrando en calzoncillos. Luego se hizo famoso como treintañero al que le caía de foto un traje de Hugo Boss. Albert no suscribió nunca lo de guapo, mientras entornaba la sonrisa.
Aquella foto en bolas, bajo el lema «transparencia y sencillez», seguro que no la iba a cumplir un tiempo después, pero tampoco la escondió, aunque prefería que le recordáramos su retrato con Naranjito. Pudiera parecer que Albert Rivera, con aquella foto de zagal desnudo, presentara a un candidato a estríper, y no a un político de juventud que venía a enredar, entre rivales, y no solo en Cataluña. Pero no. Triunfó, y luego dio portazo a la política, y desapareció para aparecer muy de tarde en tarde.
Prensa rosa
Alguna revista ofreció en algún momento el nido de amor de Albert y Malú. Aquello fue como si Rivera se empadronara de hombre de portada de revista del corazón, un asunto que más bien le molesta, o desquicia, incluso. Por lo general, ha presentado siempre cierto optimismo de haberse enamorado anteayer, y la misma cara de muchacho contento con el traje, o con la camiseta. Le mola Loquillo, y admira con reverencia a Rafa Nadal. Afina en los zapatos y le pega al frasco de la cocacola zero. De muy joven, fue nadador de oficio, durante temporadas, y practicó el waterpolo. Cuando su imagen pillaba gracia, y pillaba gancho, él daba entrevistas donde se declaraba sin tiempo para planchar, y a veces tampoco para lavar. Era un modo de decir que la imagen cuenta, pero que él no militaba en el «puro postureo», como le censuró en su momento Rosa Díez, a otros efectos.
Esas naturalidades no eran frecuentes en un político, como tampoco el ir al grano declarando que «el sexo sin amor es muy satisfactorio». Qué tiempos tan lejanos, y aún tan próximos. Ha llevado siempre la sastrería muy bien planchada, y las cosas que decía, en un mitin, o en la tele, le lucían también muy bien planchadas. Hasta que no dijo nada, y se pasó al anonimato del amor, aunque te conozcan en cada cafetería. Vuelve a estar soltero.
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