Síntomas que pueden indicar que tu hijo tiene algún problema de salud mental

Uno de cada siete menores sufre problemas de salud mental: la importancia de la detección temprana en el colegio o los centros sanitarios

«Los docentes no son psicólogos, pero son clave al poder detectar y prevenir ciertos comportamientos en el aula»

ABC

Según la Asociación Española de Pediatría, uno de cada siete menores sufre algún tipo de trastorno mental, y el 70% de estos problemas se inicia en las primeras etapas de su vida. Además, el suicidio se ha convertido en la primera causa de ... muerte entre jóvenes de 12 a 29 años en España, con un aumento de casos desde la pandemia.

En este contexto, la detección precoz y la intervención temprana es una de las herramientas fundamentales para evitar que las dificultades emocionales aparezcan. Tal y como señala Andrea Mallo, docente de Flou para las oposiciones de Educación Infantil: «Aunque hablemos de niños de corta edad, los menores de seis años pueden mostrar signos de ansiedad, tristeza o miedos que les impiden un desarrollo evolutivo normativo. Detectarlo a tiempo, de la mano de psicólogos y equipos de orientación, es clave para que estos problemas no se establezcan en el tiempo».

Los especialistas coinciden en que los primeros síntomas suelen manifestarse a través de la conducta. Algunas señales de advertencia pueden incluir volver a mojar la cama, no hablar en ciertas situaciones, tener problemas para dormir, jugar solo, estar muy irritable o negarse de repente a ir al colegio. «En el aula, el cuerpo a veces dice lo que el menor no es capaz de transmitir con palabras», explica Mallo, y advierte: «Los maestros necesitamos más formación para detectar y acompañar estas situaciones, porque muchas veces somos la primera línea de observación».

Por su parte, Isabel Portillo, docente del Curso de Auxiliar de Pediatría de Deusto Salud, destaca que los trastornos de salud mental pueden aparecer incluso antes de la etapa escolar: «Trastornos como la ansiedad por separación, el déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o el trastorno del espectro autista pueden identificarse en edades muy tempranas. Intervenir a tiempo mejora significativamente el pronóstico y ofrece a las familias herramientas para afrontar la situación».

Con estos niños lo primero que debemos tener en cuenta, corrobora Marta Pérez, directora del Colegio Europeo de Madrid, es que «estos niños presentan una mayor vulnerabilidad frente a algunos estados como la ansiedad, la frustración o la exclusión social. Por ello, desde los centros educativos debemos asumir un papel decisivo en su bienestar emocional y en la fortaleza de su autoestima».

Las barreras a las que se enfrentan estos niños, añade Pérez, «tiene consecuencias directas en su salud mental, y se traducen en aumento de la ansiedad, baja autoestima, retraimiento social o, en casos más graves, incluso síntomas depresivos. Atender sus necesidades no es un añadido, sino una cuestión de justicia educativa y de prevención en salud mental que debemos tener siempre presente, en todos los entornos de niños que se encuentren en esta situación».

El papel del entorno en la detección

Pero, ¿qué influye en la salud mental de los menores? El entorno juega un papel fundamental en el desarrollo emocional de los jóvenes. La exposición a violencia, maltrato, entornos familiares inestables, experiencias de bullying o eventos traumáticos como la pandemia son factores que incrementan el riesgo de sufrir ansiedad, depresión y otros trastornos.

Portillo destaca que «los primeros años de vida son especialmente sensibles porque el cerebro aún está en desarrollo. Por eso es tan importante garantizar un entorno seguro, afectivo y estimulante que actúe como factor protector». Tanto Flou como Deusto Salud coinciden en la necesidad de reforzar los protocolos de actuación y la formación de docentes y profesionales del ámbito sanitario para la detección de problemas de salud mental.

Observar y registrar conductas, trabajar de manera cooperativa con los equipos de orientación, reunirse con las familias y derivar a profesionales son pasos esenciales para cuidar a los menores. «Los maestros debemos crear un entorno seguro y reforzar la autoestima del niño mientras los especialistas valoran la situación. Las palabras bonitas y los espacios para expresar emociones pueden marcar una gran diferencia», concluye Mallo.

La prevención sigue siendo el mejor tratamiento. Sin embargo, los datos revelan que más de la mitad de los adolescentes que sufren problemas de salud mental no piden ayuda, y muchos no confían en los orientadores escolares. «Necesitamos derribar el estigma, formar a los profesionales y dar a las familias recursos para actuar», afirma Portillo.

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