La batalla de los padres de niños con Asperger: «Nuestro hijo fue acosado y expulsado todos los meses»
Una familia denuncia el «muro de incomprensión» con un chico autista. Han tenido que cambiarlo de centro. «Tenía pesadillas y deseos de muerte», dicen
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Educación refuerza la atención a niños con necesidades especiales
Sevilla
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Iniciar sesiónCuando se habla con los padres de niños con necesidades especiales, queda claro que por mucho que los recursos hayan aumentado y que la administración competente, en este caso la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional, lo intente, nunca es suficiente. Y a veces ... la respuesta no es satisfactoria para los familiares. Porque en muchas ocasiones estos casos acaban en expulsiones del colegio, acoso o llevan a los padres a cambiar a los escolares de centros.
Es el caso de un chico de 13 años diagnosticado con TEA 1, un Trastorno del Espectro Autista (síndrome Asperger) y TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) con una discapacidad reconocida del 33 por ciento.
El chico comenzó el pasado curso 1º de la ES, lo que implicó el cambio de centro de su colegio de antes a un instituto. Por ello los padres se pusieron en contacto con el centro antes de empezar para informarse de la situación del adolescente. Remitieron al nuevo instituto los informes de su terapeuta estableciendo las pauta que debían seguirse así como de la psiquiatra que lo atiende en un hospital y que había señalado que se trataba de un chico «especialmente vulnerable en el ámbito educativo en las relaciones con iguales» ya que las dificultades propias del trastorno que tiene pueden no ser evidentes y quedar «enmascaradas» por un buen funcionamiento cognitivo y actitud prosocial.
¿Qué ocurrió en el nuevo centro? «Nuestro hijo fue objeto de acoso escolar desde el primer día de entrada», denuncian los padres. Sin embargo cuando se lo comunicaron a la dirección y a la jefatura de estudios del centro, les insistieron en que estaban confundidos y que ese acoso no existía. «Solo lo reconocieron cuando la orientadora oyó cómo un niño le ofrecía dinero a nuestro hijo a cambio de que le pegara a otro compañero».
Eso no era todo. «Lo buscaban en el recreo para reírse de él, le enseñaban vocabulario obsceno para que lo repitiera; le pedían que hiciera cosas a otros compañeros...» Así continuaron durante casi todo el curso.
Entretanto empezaron las expulsiones. A las dos semanas del inicio de curso les dieron orden de expulsión del niño por tres días. A partir de ahí, las expulsiones se sucedieron. «Fue expulsado todos los meses», relatan los progenitores recordando que, en una ocasión, esa expulsión se produjo tras la muerte de un familiar directo del chico provocándole un período más nervioso. Al final de curso esa expulsión se prolongó durante 18 días seguidos y el niño «ni siquiera pudo despedirse de sus amigos».
Y ello ocurrió pese a que, según el relato familiar, los terapeutas y psiquiatras se dirigieron al instituto para advertirles de las consecuencias negativas que esas expulsiones estaban teniendo en la salud mental del chico. Las continuas expulsiones le provocaron alteración del sueño, pesadillas e incluso pensamientos de deseo de muerte. «Las expulsiones no supusieron aprendizaje alguno sino todo lo contrario», recalcan.
De nada han servido los escritos presentados ante la inspección educativa o el Defensor del Pueblo que no secundaban la actuación de la administración educativa con el menor. El centro ha seguido insistiendo en que el niño debía asumir el castigo e incluso amenazaron con llamar a la policía local para intervenir en caso de crisis. «La experiencia ha sido traumática para nuestro hijo y estresante para su entorno familiar» relatan. Además le suspendieron «por no prestar atención en clase», pese a que es una característica propia de su diagnóstico. Tras la última expulsión el mismo pidió que lo cambiaran de colegio. «Nos hemos enfrentado a un muro de incomprensión y rechazo», dicen. El chico ha empezado el curso en otro centro.
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