Halloween, de Madrid a Shangai
Aunque la noche de los muertos es típica norteamericana, el espíritu negro cruza fronteras a todos los rincones del planeta
A. O.
Aunque la celebración de Halloween es típica norteamericana, lo cierto es que la fiesta de los muertos ha traspasado fronteras, llegando a todos los rincones del planeta. Hoy, 31 de octubre, medio mundo celebra la víspera del día de Todos los Santos, añadiendo un toque ... de humor negro a tal terrorífica celebración. Pero, ¿cuál es su verdadero origen?
En la década de 1840, los inmigrantes irlandeses que se instalaron en Estados Unidos durante la gran hambruna irlandesa, comenzaron a transmitir una tradición inspirada en los espíritus, y llevaron hasta allí una nueva costumbre: la talla de una calabaza, inspirada en una leyenda de origen celta, que serviría para repeler a los malos entes.
Pero no fue hasta 1921 cuando la fiesta comenzó a celebrarse a lo grande. En Minessota se organizó el primer desfile de Halloween y poco a poco, se le fueron sumando más estados. Fue el cine, a finales de los años 70, el que consiguió expandir la tradición más allá de las fronteras estadounidenses. «La Noche de Halloween», de John Carpenter (1978) se convirtió en todo un referente en el cine de terror de serie B.
Hoy, tanto en Estados Unidos como en Canadá, Irlanda y Reino Unido, Halloween es una tradición tan arraigada como cualquier otra. En muchos otros países, desde España a China, Filipinas o Colombia, la noche de Halloween va ganando adeptos.
Truco o trato
Cuenta la leyenda popular que la noche de Halloween, la puerta que separaba el mundo de los vivos del de los muertos se abría y los espíritus regresaban a la casa de sus familiares.
El problema estaba en que en esa noche eran libres todo tipo de espíritus (no solo los simpáticos y nostálgicos), también el más terrible de todos, llamado Jack O'Lantern. El tal Jack iba de casa en casa preguntando a las familias si querían «truco o trato» y lo más aconsejable era aceptar el trato, sin importar cuál fuese, ya que el truco sería siempre funesto. Maldeciría la casa y a sus habitantes, que serían desgraciados para siempre y sufrirían un sinfín de infortunios. Era tan malo que el propio diablo lo veía como un serio rival.
Las familias idearon una manera de protegerse contra el espíritu tallando horribles caras en calabazas para ahuyentarlo, de ahí la tradición popular de colocar calabazas en las casas hoy en día.
Finalmente, la historia cambió la terrible experiencia del «truco o trato» en un intercambio mucho más amable, de dulces y caramelos que los niños disfrazados piden en las casas de sus vecinos. Habitualmente se llevan los caramelos, pero para los más tacaños siempre hay algún tipo de travesura preparada.
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