Rocío Jurado, la más grande

Tuvo dos amores, en dos épocas diferentes. El primero su marido Pedro Carrasco , campeón de boxeo del que se enamoró tras desmayarse viéndole en un combate en la plaza de toros de Las Ventas. Fruto de ese amor nació Rocío Carrasco , su única hija biológica y a la que dejó heredera universal de todos sus derechos artísticos . Ella era su ojito derecho y aunque su carrera como cantante las alejó más de lo que le hubiera gustado, al final solo estaban ellas dos, como le demostró en el testamento.

Luego vino Ortega Cano, una segunda boda, la adopción de José Fernando y Gloria , porque el diestro quería ser padre y a ella ya le pilló mayor. Y un hermano, Amador , que fue su sombra artística hasta el final de sus días y aunque ella sabía que la lealtad no era absoluta, anteponía los lazos de sangre por encima de todo.

Por eso, una vez desaparecida, las cosas ya no han seguido por los mismos derroteros. Queda un museo por abrir , cuyo primer proyecto estuvo salpicado por la corrupción administrativa. Ortega está a punto de casarse de nuevo y Rocío espera que se ponga fecha a un juicio que sentará en el banquillo a su ex marido, Antonio David , que lleva años desprestigiándola mediáticamente como mujer y como madre, mientras se ha lucrado por ello. Y el único punto de partida que hay es el espectáculo musical precuela de uno grande que se estrenará proximamente y que hará que se hable de Jurado como lo que era: una gran artista.