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Morir en Madrid. O en Castelldefels

Tyrone Power estiró la pata vestido de Salomón en los estudios Sevilla Films. Bing Crosby lo hizo mientras jugaba al golf en La Moraleja

Morir en Madrid. O en Castelldefels abc

rosa belmonte

Hay un conocido documental francés titulado «Morir en Madrid» (1962). Es sobre la Guerra Civil. Menos mal que también se puede morir en Madrid jugando al golf en La Moraleja. Le pasó a Bing Crosby después de completar un recorrido de 18 hoyos y tras decir a un redactor de «As» que la película de la que más satisfecho se sentía era «Alta sociedad». Semanas atrás recordábamos a Silvana Mangano , que desapareció en la capital de España hace 25 años. El cantante y actor estadounidense sufrió un infarto el 14 de octubre de 1977 . Estaba acompañado en el campo de golf por Manuel Piñero (con el que hacía pareja), Valentín Barrios y César de Zulueta, el presidente del club . Tuvo el ataque cuando se dirigía a la terraza de la sede social. Lo atendieron en la enfermería y lo trasladaron al hospital de la Cruz Roja en la avenida Reina Victoria. Ya estaba muerto. Era viernes. El día anterior había llegado a Madrid desde Estados Unidos y pensaba volver al martes siguiente, después de ir a dos cacerías de perdices el fin de semana y de volver a jugar al golf en Mallorca. Tenía 73 años, había sido operado de un tumor maligno en 1974 y el mismo año de su muerte se había caído por el hueco de la orquesta cuando grababa un especial de televisión que conmemoraba sus cincuenta años en el mundo del espectáculo . Hasta 1977 había vendido 400 millones de discos. Esa Navidad estaba invitado por los Carter a cantar villancicos en la Casa Blanca. Ahora va (o iba) Beyoncé.

Antes que Crosby, había muerto en Madrid Tyrone Power. A los 44 años. Estaba rodando «Salomón y la reina de Saba», que dirigía King Vidor. Su anterior película fue «Testigo de cargo», a cuyo estreno en la Gran Vía asistió dos noches antes, quedando maravillado por el doblaje (al que en principio se oponía). El mismo día de su muerte, uno de los jefes de publicidad de «Salomón y la reina de Saba» le enseñó la buena crítica que se había publicado en ABC. Rodaba el 15 de noviembre de 1958 cuando empezó a encontrarse mal. Esa jornada tocaba una escena de lucha entre Salomón (Power) y Adonijah (George Sanders) en las puertas del templo de Jerusalén construido en los estudios Sevilla Films. Hermanos en la ficción, ambos actores eran amigos. Habían coincidido ya en cinco películas , entre otras, «El hijo de la furia» y «El cisne negro», que era también como se llamaba el yate de Power, atracado en Palma. La reina de Saba era Gina Lollobrigida, que nunca ha llegado al tacón de Maureen O’Hara , la compañera de Tyrone Power en «El cisne negro» , película de piratas dirigida por Henry King.

Enfermo, Power se retiró a su camerino, donde se tomó un coñac como reconstituyente. No mejoró, porque los infartos no mejoran con coñac (aunque lo mismo Mariló tiene otra información). Se lo llevaron en el coche de la Lollo al sanatorio Ruber pero ya ingresó cadáver . Vestido de Salomón. Con botas, estola, brazaletes y maquillaje. Sus últimas palabras fueron: «My God, my God». Su mujer, embarazada de Tyrone PowerJr. (el de «Cocoon»), estaba en el ginecólogo, que pillaba en Ginebra. Ya no irían ese fin de semana a la finca La Companza de Luis Miguel Dominguín, como estaba previsto. Antes de su muerte, Power había cenado con el torero. Lo más curioso es que el padre del actor también murió en un rodaje (en el de «El hombre del milagro»). Y en brazos de su hijo, que tenía entonces 17 años.

Quedaba poco por rodar de «Salomón y la reina de Saba» pero se decidió empezar de nuevo y contratar a Yul Brynner. King Vidor, que se lamentó de que una película que podría haber sido maravillosa se convirtiera en nada, mantuvo algunos planos lejanos de Power. Muchos años después, George Sanders también murió en España. Aunque él lo eligió, dando la razón a García Márquez: uno no se muere cuando debe sino cuando puede. Se tomó en el hotel don Jaime de Castelldefels unos frascos de Nembutal (como su Marilyn de la escuela de arte dramático de Copacabana). Fue el 25 de abril de 1972, con 66 años. Dejó una nota: «Querido mundo, me marcho porque estoy aburrido. Siento que he vivido demasiado. Te dejo con mis preocupaciones en esta dulce cloaca. Buena suerte. George Sanders». Enrique Herreros contó en ABC que cuando Jaime de Armiñán rodó «Mi general» se alojó encantado en la habitación donde se había suicidado George Sanders .

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