Suscribete a
ABC Premium

Francisco Pizarro y las patatas

El conquistador incorporó a la corona española el imperio de los incas... y las patatas

Francisco Pizarro y las patatas abc

cristino álvarez

¿Cuál cree usted que fue el producto más útil que los españoles trajimos de América? No cabe duda de que la inmensa mayoría de quienes respondan a esta pregunta contestarán que la patata. Podríamos vivir si pavos, sin chocolate, si me apuran hasta sin tomates… pero es inimaginable nuestra dieta sin la patata. Y mencionar la patata nos lleva automáticamente al Perú y, en consecuencia, a una de las grandes figuras de la Conquista: Francisco Pizarro, que incorporó a la corona española el imperio de los incas… y las patatas.

Pese a la leyenda sobre su humilde condición, Pizarro era hijo de hidalgo. Estaba emparentado con otro grande: Hernán Cortés. Ambos, extremeños. Pizarro se fue a las Indias cuando contaba veinticuatro años. Vivió en La Española, participó en la conquista de Tierra Firme, estuvo con Balboa (a quien después tendría que apresar) en el hallazgo del Pacífico… Todo como prólogo a su expedición al Perú, en busca de sus tesoros. No acabaron bien sus relaciones con Atahualpa, al que ahorcó; tampoco las tuvo buenas con otros capitanes españoles. Instalado en la Ciudad de los Reyes, fue asesinado por los partidarios del hijo de Diego de Almagro, en lo que fue una verdadera guerra civil.

Patatas bravas con su salsa

De Perú vino la papa. La patata. Papas peruvianorum, las llamó Clusius (Charles de l’Ecluse); el nombre es más bonito que el de Linneo (Solanum tuberosum). Sobre cómo pasó de papa a patata hay las más diversas teorías; lo cierto es que, aunque tardó, la patata triunfó en toda Europa. Allá por los años 60 nacieron en Madrid las patatas bravas, tapa emblemática de la capital del Reino. Unen en sí varios productos americanos: las patatas, que se trocean en dados y se fríen, y el tomate y la cayena que son la base de su salsa… aunque hay versiones para todos los gustos, todas ellas «secretas»; en estas cosas, cada maestrillo tiene su librillo, que no quiere compartir con nadie para mantener fiel a la parroquia. Son tapa de taberna, así que cuanto más «bravas» sean, más vino venderá el tabernero… que es de lo que se trata.

Francisco Pizarro y las patatas

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación