A qué temperatura hay que ducharse para que la piel no sufra

En el lado contrario, hay quién asegura que la ducha fría es lo mejor para despejarse por las mañanas e incluso se le atribuyen beneficios como la reducción de las varices y la celulitis. La doctora Jiménez, en cambio, comenta que «aunque ducharse con agua fría tiene un efecto positivo sobre la circulación sanguínea, no es la panacea frente a la celulitis o las varices, como muchas veces se pretende hacer creer. Estos fenómenos tienen un origen multifactorial y el mero hecho de aplicar agua fría no los previene o evita en su totalidad».

Entonces, ¿a qué temperatura conviene ducharse? Según la dermatóloga, «lo ideal es que el agua esté tibia. Ni demasiado fría ni demasiado caliente para que la higiene sea eficaz, pero también un momento agradable». Aunque el término tibio puede ser diferente, según cada persona, en general, los expertos no aconsejan que el agua de la ducha esté por encima de 38-40 ºC. Es normal que, en verano, apetezca ducharse con una temperatura más fresca, en torno a los 25-30 ºC, y que en invierno pueda rondar la temperatura corporal, es decir los 36 ºC o un o un poco más.

La ducha es un momento de bienestar, pero también es un hábito necesario para la higiene diaria. Sin embargo, un exceso de limpieza puede dañar la barrera cutánea, al eliminar los aceites naturales de la piel. «Es importante mantener limpias las axilas, el área genital y las zonas con pliegues cutáneos, pero no es imprescindible enjabonar todo el cuerpo a diario, salvo que se hayan llevado a cabo actividades que impliquen sudoración o acumulación de suciedad (deporte, trabajos con gran exigencia física o en entornos sucios…)», señala la doctora Natalia Jiménez.

Otro punto importante a tener en cuenta es la elección del gel de ducha. La experta aconseja «usar un producto suave con un pH lo más parecido posible al de la piel; es decir, entre 5,5 y 5,6 para preservar la barrera cutánea, el manto hidrolipídico que cubre toda la piel para evitar la pérdida de agua y la entrada de agentes potencialmente dañinos. En este sentido son muy interesantes los productos syndet, también llamados jabón sin jabón. Están formulados específicamente para pieles sensibles o con determinadas patologías, pero resultan adecuados para todo el mundo».

Finalmente hay otra cuestión que también ha generado debate: el uso de la esponja. Estos elementos podrían ser un caldo de cultivo de bacterias, por la humedad que acumulan. Además, la fricción de la esponja en pieles sensibles, con dermatitis, atopía o psoriasis, no está recomendada. La dermatóloga del Grupo Pedro Jaén La Moraleja comenta al respecto que «depende de las preferencias y necesidades de cada persona. En líneas generales, es suficiente con aplicar y extender el gel de baño con la mano. Si se usan esponjas es conveniente que sean suaves y dejar las más duras o las exfoliantes (incluyendo cepillos, guantes de crin…) para momentos puntuales».

Después de la ducha, hay que secar muy bien la piel, pero sin frotar. Y es recomendable hidratar con una loción o crema hidratante para mantenerla suave, tersa y más joven.