Teresa Freixes: «Esta amnistía refuerza a los que violan los derechos»

-La amnistía significa rechazar el consenso de la Transición y es un golpe a la Constitución. ¿Amnistiamos a los que intentaron derogar la Constitución y el Estatuto y nos querían privar de derechos civiles? Es imposible estar a favor. Pero más allá de los argumentos jurídicos, lo importante es rechazar la legitimidad de esta amnistía porque es a cambio de votos, no hay nada más.

-¿Cree que una amnistía en los términos en los que se trabaja cabe dentro de la Constitución?

-Los constituyentes no quisieron regular la amnistía. No se olvidaron, ya que hubo cuatro enmiendas en la tramitación del texto constitucional que fueron rechazadas tanto en el Congreso como en el Senado. Es decir, hubo voluntad del constituyente de rechazarla. Se puede hacer una ley de amnistía, pues se han hecho tantas leyes inconstitucionales que luego se han anulado que no va de una más. Pero una amnistía significa incluir un principio de discriminación, ya que si eres político y cometes delitos gravísimos se borrarán, pero por ser político. ¿Y qué pasa con la malversación y la desobediencia? Es muy difícil hacer una ley de amnistía que no sea discriminatoria entre españoles. Y provocaría una inseguridad jurídica tremenda, porque si se amnistían los delitos graves que se vivieron en 2017, ¿qué pasa si se vuelven a realizar los mismos hechos? Será difícil poder actuar contra los que lo vuelvan a intentar.

-¿Se ha pronunciado alguna vez el Tribunal Constitucional sobre las amnistías aprobadas antes de 1978?

-Hay sentencias indirectas. Pero no concretas porque no hay amnistías desde 1978. En estos pronunciamientos, el Constitucional ha estado en contra de que la amnistía quepa en el sistema constitucional español.-¿En qué situación quedarán los constitucionalistas en Cataluña?-Para los constitucionalistas esto es un mazazo, una traición de la defensa que hemos hecho de la Constitución. Nos hemos jugado muchas cosas frente a un sistema que tiene rasgos totalitarios. El secesionismo se impone con métodos represivos sobre el funcionariado, los médicos o el sector privado. La amnistía refuerza a los que violan los derechos.

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-¿Y el Rey, tras su discurso del 3-O?

-El secesionismo y el populismo son claramente antimonárquicos. Ya contamos con ello. Está claro que estos están contra el progreso, el acuerdo, la unidad, los derechos, que es todo lo que representa la Monarquía. La novedad es que el PSOE, que tendría que ser el primer partido que saliera a defender la Constitución, en tanto que contribuyó a aprobarla, está apoyando a los que quieren cargársela.

-¿Estamos en Cataluña mejor, como dice Sánchez, o peor que en 2017?

-Seré irónica, para que me entienda el presidente del Gobierno en funciones: ahora, a los profesores, las entidades privadas no nos meten en listas negras por hablar castellano, es el Govern directamente el que nos señala. Estamos 'mucho mejor'.

-¿Hay algún límite a las concesiones a los nacionalistas?

-Los nacionalistas juegan con las cartas marcadas. Reclaman la independencia, que saben que jurídicamente es casi imposible, y en el contexto europeo es inimaginable, y pretenden una independencia de facto. Es decir, transformar vía mutación constitucional España en una confederación, en la que las autonomías funcionen como si fueran Estados distintos y dominar su territorio. Por lo tanto, no hay límite a las cesiones.

-¿Habrá un referéndum?

-Si consiguen la amnistía, podrán hacer el referéndum. Sin delito de sedición y con la malversación atenuada, ¿qué les impide volver a hacer un 1-O? Sería ilegal pero lo podrán disfrazar. Estamos en un sistema en el que a la amnistía la quieren llamar concordia, cuando es discordia.

-¿La solución es un pacto PP-PSOE?

-Este es el gran drama de nuestro país. Dependemos de las minorías independentistas por la incapacidad de los dos grandes partidos para mantener el consenso con el que nacieron con la Constitución.-¿Por qué no hay respuesta social?-Se lleva unos años anestesiando a la sociedad. La sociedad no tiene una base cultural y educativa para distinguir lo que es un Estado de derecho y los elementos de una democracia. Además, la propaganda, desde algunos medios de comunicación, con un lenguaje tergiversado, también ayuda a esta anestesia.