Spectator in barcino
Todos firmes en la división
La izquierda española sigue resacosa, levanta muros «antifascistas», perpetra la judeofobia y llama carcas a quienes no participan de su impostura buenista
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Iniciar sesiónTras las crisis históricas, escribió Camus, «nos encontramos tan disgustados y enfermos como la mañana que sigue a una noche de excesos». El problema, colegía, es que «no existe ninguna aspirina para la resaca histórica». El autor de 'El hombre rebelde' lo anotaba en sus ' ... Carnets', años cincuenta, cuando a la izquierda se le cayó la máscara de la inocencia. Aparecía el 'socialismo real' que en 1953 aplastó la revuelta berlinesa y en 1956 envió sus tanques a Budapest. A Camus se le acusaba de reaccionario por denunciar los campos de concentración soviéticos. Setenta años después, la izquierda española sigue resacosa, levanta muros «antifascistas», perpetra la judeofobia y llama carcas a quienes no participan de su impostura buenista.
Pedro Sánchez bautiza 'Tierra firme' su segunda entrega editorial después de 'Manual de resistencia'. El 'instant book' que le ha escrito Irene Lozano en cuatro meses abarca del fiasco municipal del 28M a la 'victoria' del 23J cuando el segundo (Pedro Sánchez) no felicitó al ganador (Alberto Núñez Feijóo). Un fragmento del prólogo referido al 23J anticipa el tonillo del firmante: «Esa noche sabríamos si la ciudadanía daba por bueno el 'todo vale', incluyendo las mentiras palmarias, los bulos, las campañas de desinformación y la invención de conspiraciones; si es aceptable en el principal partido de la oposición un talante democrático tan pobre que juzga ilegítimo a cualquier presidente del Gobierno que no sea suyo». Concluye con un mensajito a la prensa que se resiste a jalear la hagiografía que el líder cree merecer. Alude al «catastrofismo alimentado por algunos medios de comunicación» deseosos «de tener un Gobierno cercano a sus intereses». Los famosos «terminales mediáticos».
Al parecer, ahora estamos en la tierra firme a la que nos conduce Sánchez. Más que tierra firme, diríamos sobre arenas movedizas; tan movedizas como la ética del presidente resistente y sus asociados. Seguir a alguien que cambia de opinión según le peta supone quedarse, también a menudo, en pelota picada ante la opinión pública e internacional. El cuerpo diplomático está tan desorientado como Ingrid Bergman en 'Casablanca'. Como el guion se escribía sobre la marcha, la actriz no supo hasta el final del rodaje si se enrollaba con Rick (Humphrey Bogart) o seguía con su marido, Viktor Laszlo (Paul Henreid). Perseguíamos a Puigdemont y ahora debemos ponerle alfombra roja para su retorno. ¡Qué duro! Como los comunistas franceses que combatían el nazismo en el 33 y a partir del 39, con el pacto Ribbentrop-Molotov, se vieron obligados a abrazar al invasor alemán dos años. Con la invasión de la URSS por Hitler, llegaron órdenes de Stalin y el forzado idilio se acabó.
En eso consiste la amnistía: los delincuentes devienen en víctimas de un Estado prevaricador, el 'lawfare' que reconoce el Gobierno por boca de Óscar Puente. Quienes no se tragan la neolengua son los aguafiestas del 'se rompe España'.
España no se rompe, pero se cuartea. España no se rompe, pero según la encuesta Gesop, dos de cada tres españoles rechazan la amnistía. Si no gusta 'rota', pongamos 'dividida'. Y lo que es peor, a tenor del discurso de investidura presidencial, con ese muro que resucita a las dos Españas. Lo único firme es la división: estalla hasta en el entierro de Concha Velasco.
España no está rota, ¡qué va! Solo dividida. Porque es muy diversa. Tanto, que tiene tres capitales: Madrid, Waterloo y Ginebra. El Gobierno de los atajos populistas asegura que pisamos tierra firme. Como la izquierda del 'socialismo real', resacosa desde 1989 y reciclada en el Gabinete del doctor Sánchez. Todos y todas firmes. Los descendientes ideológicos de quienes insultaban a Camus.
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