Sánchez se encomienda a las dos almas inexistentes de Junts

El presidente del Gobierno en funciones confía en romper el grupo parlamentario del partido de Puigdemont para ser investido sin necesidad de aceptar un referéndum de independencia en Cataluña

Junts envía al Congreso a fieles de Puigdemont para «bloquear» el país

Laura Borràs y Carles Puigdemont, en la pantalla, durante un mitin de Junts en Barcelona celebrado en 2021 EP

En el PSOE confían en que Pedro Sánchez sea investido presidente del Gobierno con el apoyo de Junts. El líder socialista necesita, al menos, la abstención de este grupo, para evitar que su «no» se sume a los de PP, Vox y UPN (y ... el probable, pero no seguro, de CC) e impidan su proclamación. Para resolver la ecuación, una alternativa que baraja el PSOE, en caso de que se complique la negociación con los de Carles Puigdemont, es que Junts se rompa en el Congreso –a las primeras de cambio– y, como mínimo, cuatro diputados independentistas opten por el «sí». De esta manera, no importaría el voto de los otros tres de Junts.

Desde el domingo, las calculadoras políticas echan humo y los estrategas del PSOE, sobre todo, y del PP, en menor medida, hacen números para conseguir los 176 diputados, en primera votación, o más «síes» que «noes», en segunda vuelta, que abran las puertas de La Moncloa a sus líderes, ya sean el presidente en funciones o Alberto Núñez Feijóo, respectivamente. Y para tal cometido, los siete diputados de Junts se han convertido, a pesar de que este partido ha perdido votos y escaños respecto a la cita con las urnas de 2019, en imprescindibles.

Sin embargo, en Junts no hay dos almas, no son dos partidos, ni una coalición electoral, ni dos corrientes ideológicas. Junts es una formación creada en 2017 por Puigdemont, en Bélgica, en la que, a pesar de que este no ocupa un cargo orgánico, el fugado de la Justicia dirige la estrategia política y vigila los raíles por los que circula el convoy político para que llegue a la estación de la independencia. El partido ocupa el espacio que en su día tuvo CiU en el Congreso y parasitó al PDeCAT, heredero de este y tenedor de los derechos electorales hasta el 23J.

Nadie va a la contra

Montse Baras, profesora titular de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Barcelona, descarta que Junts pueda dividirse en una votación de investidura. Recordando la frase de Alfonso Guerra, que este siempre ha negado haber dicho o dice olvidar, apunta para ABC: «El que se mueva no sale en la foto. Es muy difícil encontrar a alguien, en los primeros puestos de la lista de Junts, que se atreva a llevar la contraria al líder». Si la disciplina interna de los partidos es férrea, más lo es en una formación creada a mayor gloria del que militantes y simpatizantes consideran 'exiliado' y 'represaliado' por España.

A pesar de ello, el PSOE jugará sus bazas. Esto es una negociación y todavía no se ha puesto ni la mesa. Los socialistas tiran de historia para mantener viva la esperanza. En la legislatura que finaliza, Junts y el PDeCAT, que se presentaron juntos en las elecciones de 2019, actuaron como dos grupos parlamentarios. Y CiU dio libertad de voto a sus diputados en Cortes Generales cuando se trataban asuntos de conciencia (entiéndase aborto, básicamente). Pero los socialistas olvidan, precisamente, que el PDeCAT, Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y Unió Democràtica de Catalunya (UDC) eran partidos políticos al uso, con sus direcciones y balances internos que, más potentes o más débiles, actuaban.

No es el caso de Junts. Aunque Toni Aira, profesor de Comunicación Política de la Universidad Pompeu Fabra-BS, preguntado por este diario, no es tan tajante como Baras. Eso sí, descarta la opción de ruptura: «No creo que haya fractura. Puede que haya opiniones variadas o versos sueltos, pero por Sánchez no romperán Junts. Puigdemont es el que compacta el espacio político». Este politólogo reconoce que existen «perfiles diversos» en Junts, pero, deja claro, «los intentos de reventar el partido desde fuera solo harán que reforzarlo internamente».

Puigdemont no entra en el día a día del partido, pero no se hace nada que sea estratégico que no cuente con su visto bueno. Y cuando cree que su decisión no cuenta con el apoyo suficiente de los dirigentes, tira del comodín del plebiscito a la militancia, más radicalizada –como en todos los partidos, por otro lado–. El ejemplo más claro: la salida de Junts del Govern catalán en octubre de 2022.

Los siete diputados

Así, hay poco margen para que cuatro de estos siete diputados: Míriam Nogueras, Pilar Calvo, Eduard Pujol, Marta Madrenas, Josep Maria Cervera, Josep Maria Cruset e Isidre Gavín, decidan 'inmolarse' y rompan la disciplina de Junts para salvar a Sánchez, incluso bajo la excusa de la dicotomía de tener que elegir entre «Sánchez o Vox». No van a Madrid a dar estabilidad al Gobierno. Más bien a lo contrario. Su palabra de moda es «bloqueo» o reconocimiento del referéndum legal y amnistía para los enjuiciados del 'procés'.

Así lo recordó ayer Puigdemont, a través del Consell de la República, asociación que fundó y preside. «El Consell de la República insta a todos los partidos y entidades independentistas a acordar una estrategia conjunta que impida la investidura de cualquier presidente español si antes no hay un compromiso claro con el derecho a la autodeterminación y la amnistía de todas las personas represaliadas con motivo del proceso de liberación nacional de nuestro país», señaló el Consell de la República en un comunicado. Una cosa u otra, pero todos a una.

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