El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (XV): de manicomios y 'txuletas'

Decimoquinta entrega del diario de comentarios enfrentados de los columnistas de ABC José F. Peláez y Chapu Apaolaza sobre la campaña vasca

El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (XIV): gafas para ciegos y farsantes

El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (XIII): lo que diga el PNV

ABC

POR JOSÉ F. PELÁEZ

Buena suerte y hasta luego

Esto se acaba, Chapu. Quince días llevamos ya, quién lo diría, en esta campaña atípica en la que el PSE quiere que se hable de ETA para quitar votos a su socio Bildu —demócratas, pero no mucho—, y el PP no quiere que se ... hable de ETA porque dice que genera miedo y eso beneficia al PNV —gestores, pero sin pasarse—. Te confieso que llega un momento en el que me pierdo y empiezo a cansarme un poco de estas genialidades de politólogo y lo único que tengo es unas ganas enormes de comerme contigo unas alubias de Tolosa, una sopa de pescado en la Hermandad de Pescadores de Onyarbi, una tortilla de bacalao donde Kako, en Astigarraga, una txuleta en Berriz con pimientos de Guernica y unas alegrías de esas de Labastida. O unos humildes triángulos en Eme. O un bacalao al Club Ranero en Licenciado Poza o la tortilla de los recreativos Concha en Bilbao. Y un marmitako en Bermeo. Y unos chipirones en Azpeitia. Y la porrusalda de Sodupe. Y los tomates esos que tienen en Erandio. Y regarlo todo con txakolina de Getaria, Chapu. Y con tinto de La Rioja alavesa. Y luego patxaran de Mallabia. Mira, en realidad me da igual, como si es whisky escocés, lechazo de Peñafiel o pescadito de Sanlúcar. Lo que sea para quitarnos de la cabeza esta sobreingesta de hechos diferenciales y carriles bici. Ha sido un placer echar esta partida contigo y solo espero que este zaguero haya estado a la altura. El lunes lo analizamos todo. Hasta entonces, me despido. Y viva tu tierra, que es también la mía.

POR CHAPU APAOLAZA

Enferma de belleza

Buen saque. Me voy al fondo del frontón corriendo hacia atrás, agarro la pelota de izquierda, a un centímetro de la pared y la devuelvo con el último resuello. Me haces correr más que un keniata, pero qué buen partido estás echando, Peláez. Yo también ando pidiendo la hora de esta campaña de gabarras y memoria de lehendakaris, de gafas, sprays y de olvido. Todo parecía normal y anómalo al mismo tiempo en ese momento en el que los candidatos quebraban el discurso y lo mismo hablaban de las listas de espera en Osakidetza que de la memoria de los asesinados y parecía que fueran cosas equivalentes. Ya sabes, Peláez, que cuesta los mismos votos quitar un carril bici que justificar a ETA. Y toda esa sorpresa impostada, como si de pronto el PSOE y el PNV cayeran en la cuenta de que —¡anda!— Otxandiano heredaba argumentalmente el terrorismo. Si llevaba la serpiente literalmente en el cartel.

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Esta Euskadi nuestra es un manicomio con frontones y por eso nos refugiamos en el rodaballo del Ganbara, la 'txuleta' de Rekondo, el ensayo de la tamborrada, la izquierda de Mundaka y el ejercicio de remontar de par de mañana una buena serie de olas en Gros, de esas que te pegan un revolcón y te sacan los mocos de la primera llorera, ves a Dios debajo del agua y pasas el resto del día hablando del infinito como si fueras José Luis Rodríguez Zapatero. Tomemos refugio en el atardecer sobre Igeldo, los temporales del noroeste y, en general, las cosas de esta tierra tan bella y anestesiada que a veces dudo de si estuviera enferma de belleza.

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