El 'pagafantas' del caso Villarejo: «El comisario Salamanca sabía que yo era un pozo sin fondo de dinero»
Subraya como acusado en el juicio que tener hilo con el jefe de Barajas era «como conocer a Dios» y por eso, le «cuidaba»
El policía se enreda al rebatir la acusación: asegura que recibió sobres con 5.000 euros para la boda de su hijo y que gastó 60.000 euros en un collar
Madrid
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Iniciar sesión«Es un hombre muy inteligente y sabía perfectamente con quién estaba. Sabía que yo era un pozo sin fondo de dinero del petróleo de Guinea Ecuatorial». Así hablaba este lunes ante un tribunal de la Audiencia Nacional el empresario Francisco Menéndez, más conocido ... como «Pagafantas», y denunciante original de lo que se convirtió en el caso Villarejo. Pero no se refería a él, sino a Carlos Salamanca, también comisario y en su día, jefe policial de la Unidad de Fronteras en el aeropuerto de Madrid.
Los dos se sientan en el banquillo por cohecho y -el policía también por delito contra los extranjeros- por una relación que dio origen a lo que, seis años después, es una macrocausa con casi medio centenar de líneas de investigación abiertas. La que se juzga ahora lleva el número uno y versa sobre los sobornos en efectivo, viajes y regalos que el empresario habría estado dando a Salamanca a cambio de un trato vip para sus clientes ecuatoguineanos en Barajas: desde vista gorda con maletas de dinero en efectivo hasta visados exprés.
«El comisario Jefe de Barajas era un hombre súper importante, no se imagina la cantidad de contactos que tenía. Con una sola llamada de teléfono llegaba a los poderes más importantes del Estado. Para mi era como conocer a Dios, así que no dejaba de cuidarle. Él me cuidaba a mi y yo le cuidaba a él», ha declarado, en una tónica que ha mantenido toda la sesión: Menéndez no sólo reconoce los hechos por los que está acusado, sino que los amplía. Salamanca, por su parte, lo niega todo.
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Interrogaba de parte de la Fiscalía Anticorrupción Miguel Serrano, aunque su puesto está formalmente en la provincial de Tenerife desde noviembre, porque este juicio es una vuelta a los comienzos, a la denuncia anónima que confeccionó el informático David Rodríguez Vidal con la documentación que Menéndez le había proporcionado. La operación se bautizó como Tándem porque, de hecho, se presumía que Salamanca y Villarejo pedaleaban juntos, aunque el primero pasaría cuatro meses en prisión provisional y el segundo, casi cuatro años.
Ahora, lo que se mira es la relación entre el jefe de Barajas y el empresario. El papel de Villarejo en la ecuación, en forma de un lucrativo proyecto de investigación para esos mismos clientes ecuatoguineanos, se sigue investigando. En este juicio, de hecho, ni está ni se le espera. Según Menéndez, una de las razones que le llevó a denunciar toda la trama fue precisamente, que él «no es una persona muy amable en su forma de comportarse en privado y es íntimo amigo de Salamanca». Dice que les tiene miedo y que está arruinado y «jodido». Sigue llevando escolta y durante los recesos del juicio le acomodan en la sala de testigos protegidos.
«Me cuidaba y yo le cuidaba»
«Me llamaba compadrito. Me cuidaba, yo le cuidaba. Yo soy para ellos como una vaca lechera, donde ellos sacaban todo», ha dicho en otro momento de su declaración. Menéndez asegura que conoció a Salamanca por intermediación de un contratista. Se lo presentó por la ventaja que tenía contar con un contacto en el aeropuerto de Madrid. Subyacía que esa persona, ya fallecida, tenía una deuda con el comisario, 25.000 euros que el empresario le entregaría en efectivo «en su despacho de Barajas».
«Me sorprendió que lo cogiera, pero se emocionó, el hombre. Me dijo que nunca nadie la había tratado como yo, y a partir de ahí, fluidez. Comíamos todos los días (...) semanas, meses y años», ha detallado. Con los 25.000, de acuerdo a su relato, se quedaba Salamanca un Porche Cayenne que está en la lista de cohechos que detalla la acusación de la Fiscalía.
También hay un Panamera, posterior, que en pleno estallido del caso de corrupción policial Emperador, Salamanca se habría negado a comprar tras utilizarlo «un año» por no llamar la atención. Lo adquirió, de acuerdo a Menéndez, el principal señalado en aquel asunto, «Miguel el calvo», es decir, Yong Ping Wu Liu, «amigo del señor Salamanca, íntimo».
«Yo era el paganini de todas sus fiestas»
A lo largo del interrogatorio Menéndez se ha definido en varias ocasiones como «pagafantas» o «paganini de todas las fiestas». Desde «fiestas gitanas» incluyendo 60.000 euros en un préstamo a fondo perdido a un cantaor amigo de Salamanca que grabó un disco y nunca devolvió el dinero, hasta el mantenimiento y el seguro del Porche, pasando por relojes -«un Rolex de treinta y pico mil euros y un Dublot de oro, algo más baratito»-. «Yo le doraba la píldora y a él le encantaba que le quisieran así. Es un amante del lujo como yo también lo era», ha apostillado.
Ha narrado un episodio sobre la boda del hijo de Carlos Salamanca. Menéndez dijo a su mujer que les diera 5.000 euros, pero en realidad, acabaron siendo 25.000. «Las bodas siempre eran para él una excusa para sacar una buena cantidad para los hijos. Me decía que su hijo esperaba mucho de mi y que cuánto iba a ser. Yo le dije '¿25 está bien?' y me dijo 'sí, sí, está bien'. Le dije que los tenía que traer de Guinea y me dijo, 'no te preocupes'», ha explicado.
Conforme ha señalado, no es que él pidiese nada y menos, por escrito, «era una persona muy cauta, no era tonto». «Él sabía que yo no era hombre de cinco mil euros, era hombre de cantidades importantes», ha apostillado. Sí ha subrayado que le insinuaba problemas económicos. «Se quejaba de su sueldo y yo decía, 'pues lo que necesites'. Si te dice 'quid pro quo' y que se lo cobrarás bien a tus clientes.. pues ya me está diciendo 'pórtate bien'. Yo veía que le cuidaba mucha gente y le daban mucho cariño económico», ha añadido.
«Estaban encantadísimos con el trato Vip»
Durante la declaración, ha subrayado que el dinero no salía de su patrimonio personal, sino que se lo facturaba a los ecuatoguineanos, que «conocían perfectamente los favores» en Barajas y «estaban encantadísimos con el trato Vip». En este capítulo se ha detenido el fiscal, porque le constan al menos dos visados concedidos sobre la marcha en el aeropuerto a ecuatoguineanos que no reunían los requisitos, además de otros tratos de favor, como las maletas con dinero que no pasaban los controles.
«Yo les recibía a la puerta del avión, les bajábamos al coche patrulla de la Policía, ellos nos pasaban por donde visado y ni siquiera se bajaban (...) y se les hacía llegar al parking privado del aeropuerto que me daba el privilegio de usar el comisario Salamanca. Y ya ahí mi chófer les llevaba a donde tenían que ir», ha detallado. Sobre los visados, ninguna extrañeza: «El comisario jefe en la T4 un hombre con poder, a lo mejor es que tiene autoridad para darle esos visados. Es la potestad libre y libérrima de un comisario jefe, que imagino tendrá esa gran potestad».
Salamanca: «Es el mundo de fantasía que se monta»
Salamanca, en su turno, ha negado con vehemencia de la primera a la última de las afirmaciones de Menéndez, -especialmente los pagos en efectivo, la intermediación con Villarejo o la compra de favores- que reduce al «mundo de fantasía que se monta». Sin embargo, ha tenido dificultades para mantener la posición en distintos momentos del interrogatorio de la Fiscalía, como cuando por incidir en que él también hacía regalos, se ha acabado enredando con el origen del dinero con que los abonó.
En concreto, ha defendido que regaló «un collar de oro blanco y brillantes de 60.000 euros» y una «pulsera también de oro blanco y brillantes» a la pareja del empresario y a la hija de ella, de la que es padrino. Cuando el fiscal ha cuestionado que se pudieran afrontar esos gastos «con el sueldo de un Policía», Salamanca, cruzado de brazos, no recordaba cómo lo había pagado ni de dónde habían salido los fondos.
Por lo mismo, al explicar que Menéndez regaló 25.000 euros a su hijo por la boda, ha acabado destapando que el empresario se lo hizo llegar por tandas a través del abogado que tenía entonces. El dinero, en sobres de «tres, cuatro o cinco mil euros», se lo entregaba en su oficina en la Comisaría General de Extranjería y Fronteras, en la calle General Pardiñas de Madrid, y luego él, se lo daba a su hijo. Conforme ha detallado, sólo en transferencias bancarias los invitados regalaron a los novios «entre 150 y 180.000 euros». «En sobres ya no lo sé, pero bastante», ha añadido.
En línea similar, ha reconocido que Menéndez le regaló un Rolex y ha acabado contando que el Emir de Qatar también le regaló un reloj «exclusivo». En otro momento, ha desvelado que Menéndez le llamó cuando a uno de los ecuatoguineanos le pararon en Barajas porque tenía el visado caducado.
Pese a haber detallado que recibió esa llamada e hizo comprobaciones defendiendo en todo momento la legalidad y la naturalidad de aquella gestión, que se zanjó con que finalmente ese individuo entró en España, la declaración apuntalaba la tesis de Anticorrupción sobre el trato Vip en Barajas: un ciudadano común y corriente no tiene acceso a que el comisario jefe le solucione un problema así.
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