El prolífico arquitecto olvidado que moldeó el Madrid del siglo XX
Se le ha mirado desde el prejuicio, pues a Luis Gutiérrez Soto se le tachó de arquitecto del régimen. Pero su extensísima obra se extiende desde los años 20 al tardofranquism0. Una exposición recupera su legado
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Madrid
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Iniciar sesiónPara cualquier conocedor de la historia de la Arquitectura resultará una obviedad, pero no para los profanos, que son multitud en esta ciudad a la que la modernidad está reventando las últimas costuras de su encanto provinciano. Si uno se toma una copa en el bar Chicote, ... disfruta de una peli de estreno en el cine Callao o recuerda una madrugada, hace una eternidad, con un bocata a las puertas de Pachá (Teatro Barceló), vendido por dos tipos que se montaban el chiringuito en el maletero de un Seat Panda, lo más probable es que ignore que quien diseñó esos lugares para la diversión es el mismo que proyectó el imponente Ministerio del Aire, en Moncloa.
Las suaves curvas 'art.decó' del frontal de un teatro de 1930, y que con el tiempo albergó una de las discotecas más célebres de Europa, fueron trazadas por la misma mano que tiró las sobrias líneas que delimitan la fachada de ladrillo visto y tejados de pizarra de un edificio emblema del racionalismo español, y que fue inaugurado en 1956 por encargo del general Vigón, por entonces titular de la cartera de Obras Públicas del régimen franquista.
En todo caso, esa es la mano del arquitecto Luis Gutiérrez Soto, cuya memoria ahora se recupera en el 125 aniversario de su nacimiento, con una muestra en El Retiro sobre su impronta en Madrid a través de las fotografías y planos de catorce edificios. La exposición, que estará abierta hasta el 30 de octubre, forma parte del programa de la XXII Semana de la Arquitectura, organizada por la Fundación Arquitectura COAM, el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid y el Ayuntamiento, y que se ha venido desarrollando en los últimos días.
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isabel gutiérrez ricoPor qué un arquitecto que tanto ha intervenido en la ciudad -el número de proyectos sólo en Madrid alcanza los cuatrocientos, casi todos llevados a término- pasa hoy en día tan desapercibido es una cuestión que explica para ABC una de las personas que mejor conoce su legado: el arquitecto e historiador Miguel Ángel Baldellou, autor de una monografía sobre Gutiérrez Soto para la revista 'Hogar y Arquitectura', a finales de la década de los 60, que elaboró visitando cada semana, y durante un año, el estudio del autor de otras edificaciones emblemáticas: la Torre del Retiro (1971), la sede de la Unión y el Fénix en Castellana 33 (1966), el Alto Estado Mayor de la Defensa (1953) o el Cine Callao (1928).
«En el año 68, cuando se publicó esa monografía (él también realizó el catálogo de una gran muestra, tras el fallecimiento de Gutiérrez Soto en 1977), era considerado como el arquitecto del régimen, sin más. Yo mismo tuve que vencer muchos prejuicios para acercarme a la figura de un hombre con una producción extraordinariamente extensa y de buenísima calidad en su término medio. La gente pensaba que acaparaba demasiado y le tenían manía. Pero es que él trabajó muchísimo en los años 20, tras finalizar sus estudios en 1923; en la Segunda República y, por supuesto, en el franquismo. Fue un arquitecto mucho más completo de lo que se opinaba, mucho más atento a las circunstancias. Un arquitecto capaz de responder perfectamente bien a encargos muy distintos y con una calidad de oficio espléndida».
Cambios históricos
¿Cómo definir a alguien tan ecléctico cómo Gutiérrez Soto y con una obra tan dispar? Baldellou señala que tuvo varios periodos, «que corresponden a cambios de época, cambios históricos en España. No solo del poder, sino de la sociedad. Lo que en una época no se creía necesario, en la siguiente resultaba imprescindible. Así que fue capaz de adaptar sus ideas arquitectónicas, que tenían una estructura básica de carácter clasicista, a las necesidades del momento. Y no solo eso, sino que en su arquitectura estaban previstas esas posibles transformaciones porque era muy flexible, aunque sus proyectos se desarrollaran con sumo detalle».
Para este especialista, como para Miguel Lasso de la Vega, director de la Fundación Arquitectura COAM, acaso la mayor aportación de Gutiérrez Soto a Madrid no es la que acapara todas las miradas, como cines, teatros o sedes oficiales. Sus viviendas, que proyectó tanto en la Segunda República como en el franquismo, constituyen su mejor legado. «Él fue algo así como el padre de la vivienda burguesa madrileña del siglo XX, centrándose en el barrio de Salamanca y en Almagro -cuenta Lasso de la Vega-. Introdujo elementos tan característicos como las grandes terrazas abiertas desde el interior, que muchos copiarían. También hizo vivienda social, como la del Gran San Blas».
Baldellou coincide en que «la terraza abierta hacia dentro y que forma una especie de sala de estar añadida, es muy interesante, así como la secuencia de varias piezas de recibo, porque eran casas para la burguesía dominante en cualquier momento, en los años 30, los 50, los 70... Ahí estàn, por ejemplo, las viviendas de la plaza del Doctor Marañón. Paradójicamente, lo mejor es lo que más se desconoce. A través de esos edificios habitados por familias se puede hacer un tratado de la evolución de la sociedad española o madrileña. Pienso que en esas casas hay distintos niveles: algunas, por favor, que no se toquen, que están muy bien; otras pueden tocarse y las hay que se puede alterar el interior perfectamente para adaptarlo a las familias españolas de hoy. Y no pasa nada en la ciudad. Lo de santificar es una tontería, mejor no caer en esas histerias de conservación por un simple nombre».
Más allá de las viviendas, de la extensa producción de Gutiérrez Soto, Miguel Lasso de la Vega llama a disfrutar de la iglesia de los Carmelitas de la calle Ayala. «Se trata de un discreto edificio de ladrillo que pasa desapercibido. Pero al entrar en su interior uno descubre la inmensa capacidad de Gutiérrez Soto, como el gran creador de cines y de cafés que fue, de teatralizar los espacios públicos, con varios niveles, con la iluminación... aunque en este caso lo que se busca y se encuentra sea el recogimiento en pleno corazón de la ciudad».
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