El primer tramo del túnel secreto de Bonaparte se reabrirá a final de año

Quien sí debió de utilizarlo fue Alfonso XIII en su salida rumbo al exilio en 1931. Se sabe que abandonó la residencia real desde la fachada oeste –«eso seguro», comenta Sancho– y se dirigió con su coche hacia la Casa de Campo. «El camino lógico», continúa el investigador, atravesaba esta vía abovedada de 56 metros de longitud y 5,60 de ancho y de alto que discurre por debajo del Paseo de la Virgen del Puerto hasta Madrid Río. De ahí la ruta continuaba a través de un paso elevado sobre los lavaderos que existían en la orilla del Manzanares y el Puente del Rey.

Alfonso XIII conocía bien el trayecto desde la infancia, pero este Túnel de Bonaparte, como popularmente se conoce al Túnel de Villanueva, fue muy utilizado desde Fernando VII por los distintos monarcas para trasladarse a la Casa de Campo.

Cerrado desde los años 80, Patrimonio Nacional está recuperando el primer tramo de este histórico espacio para reabrirlo al público el próximo diciembre. Los visitantes podrán adentrarse unos cinco metros y contemplar iluminado el pasadizo, hasta la reja que separa este extremo inicial con el que gestiona el Ayuntamiento de Madrid en su salida. Para transitar por todo el túnel habrá que esperar a primeros de 2027, fecha en la que, según fuentes de Patrimonio, se prevé que termine la intervención municipal al otro lado del subterráneo.

A finales de este año se podrá contemplar desde una plataforma metálica el ladrillo visto original de la bóveda de cañón, los restos del revestimiento decorativo que tenía en origen, así como el primer zócalo de sillares de granito, de unos 80 centímetros, que se ha conservado bajo posteriores pavimentos. «Por los rellenos y transformaciones sucesivas, ese nivel se ha recrecido en un metro y tiene una proporción más desafortunada, achatada«, relata María Corzo, jefa del Servicio de Arquitectura de Patrimonio Nacional. »Estaba mejor proporcionado, con mayor altura, como en principio lo diseñó Villanueva«, coincide Sancho.

Su artífice no llegó a ver terminado el túnel, pues falleció en 1811 y fue su discípulo Silvestre Pérez quien remató la obra. Desde entonces, a lo largo de dos siglos fue objeto de diversas modificaciones, como la de Ramón Oliva a finales del siglo XIX, con románticas rocallas que aún perduran en su entrada. «La intervención va a respetar todos esos restos y esas huellas» por «respeto a todas las épocas constructivas», explica Corzo. En la fachada, que ya fue recuperada por Pedro Moleón con la cornisa superior y la barandilla, solo se retirará la puerta blanca instalada hace apenas 20 años.

La rehabilitación proporcionará una «nueva oportunidad» al Túnel de Bonaparte para «enganchar con la ciudad y volver a establecer vínculos«, a juicio de la arquitecta. »Es evidentemente una obra menor, pero lo es de un arquitecto mayor, que es Juan de Villanueva« y su último proyecto, remarca por su parte José Luis Sancho. Un pasadizo encargado por un »rey intruso«, pero que une »dos parques muy vinculados desde Felipe II«, añade.