Pepe Romero, el mejor guitarrista clásico del mundo: «El virtuosismo no debe prescindir del corazón»
El aclamado artista arranca este viernes en Madrid una gira española de cuatro fechas únicas

El que es hoy el intérprete de guitarra española más importante del mundo, Pepe Romero, celebrará sus 70 años de carrera con una exclusiva gira de cuatro conciertos por nuestro país, que arranca este viernes 8 de julio en el Auditorio Nacional de Madrid y pasará por Zaragoza (día 10, Auditorio de Zaragoza), Valencia (12, Palau de Les Arts) y Granada (14, Auditorio Manuel de Falla). Además, en este último, celebrado en el marco del Festival Internacional de la Guitarra de Granada, se producirá, en exclusiva, uno de los acontecimientos musicales más grandes en mucho tiempo: el Maestro Romero, al que Joaquín Rodrigo le compuso y dedicó muchas de sus obras, estrenará en España junto a la ASO 'Sones en la giralda' del Maestro Rodrigo.
Considerado el guitarrista más importante desde Andrés Segovia, el malagueño, hijo del reconocido guitarrista Celedonio Romero y hermano de los también reputados artistas Celín y Ángel Romero, no recuerda un día de su vida sin el sonido de este instrumento. La primera vez que subió a un escenario, el Lope de Vega de Sevilla, contaba con tan solo siete años de edad. Desde entonces, ha estrenado obras expresamente compuestas para él de algunos de los que son considerados los mejores compositores de los siglos XX y XXI. Joaquín Rodrigo, Federico Moreno Torroba, Lorenzo Palomo, el Padre Francisco de Madina, Paul Chihara, Enrique Diemecke, Ernesto Cordero y Celedonio Romero, su padre. Pepe ha dado miles de conciertos en todo el mundo, ha sido dirigido por los directores de mayor prestigio e invitado por las orquestas más importantes del mundo, y tiene en su haber más de 60 grabaciones. Jefes de Estado, Universidades y un sinfín de autoridades han condecorado a Romero por su labor, llevando la guitarra española a todos los rincones del mundo y habiendo sido quien ha abierto las puertas de muchas de las más importantes orquestas y auditorios internacionales a la guitarra española.
Setenta años de carrera es una cifra que impresiona.
La verdad es que sí. Son setenta y uno en realidad (risas). Da mucha alegría haber podido tener una carrera así, de haber tenido la suerte de no haberme lesionado nunca, y de haber vivido tantas cosas bonitas gracias a la música.
Habrá quien se pregunte por qué el nombre de Pepe Romero no es tan conocido como el de Paco de Lucía.
Son dos géneros diferentes, y cada uno tiene sus públicos. El de la guitarra flamenca es mayor que el de la guitarra clásica.
A Paco lo conoció bien.
Muy bien, muy bien, éramos muy amigos.
Él sufría mucho por la autoexigencia, ¿le pasa lo mismo?
No. Seguro que llego a su nivel de autoexigencia, pero a mí no me gusta sufrir. Yo estudio una barbaridad, y trato de llegar a ser lo mejor que pueda, de vencer los obstáculos que me presentan. Pero la música es para eliminar el sufrimiento, para traer alegría, para traer alivio a los pesares. Yo la considero un regalo divino, que nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos. Las muchísimas horas que he pasado en mi vida estudiando con la guitarra han sido una maravilla, un placer. Me he enfrentado a muchos problemas, pero nunca con sufrimiento. A todos nos pasa que pasamos por esos momentos de «pero bueno ¿y esto cómo se hace?», pero la clave es superarlos sin sufrir.
¿Siente presión al ser considerado el mejor del mundo?
Nunca me fijo en lo que se dice de mí. Todos mis colegas están haciendo lo mismo que yo, que es tratar de ser lo mejor posible. Luego el público decide qué es lo que le gusta. Pero nada de esto me preocupa.
¿Tiene un primer recuerdo con la guitarra?
Pues no. Mi vida siempre ha sido la guitarra, y no recuerdo ese momento en que la tuve por primera vez entre mis manos. Debió ser con dos añitos (risas). Los primeros recuerdos, en realidad, son escuchar a mi padre tocarla. Era un guitarrista extraordinario, genial. Su memoria sigue viva, sigue siendo mi maestro.
Tener una relación casi familiar con Joaquín Rodrigo debió ser alucinante.
Sí, era una maravilla poder asistir a los momentos de creación de un compositor de esa altura. Me ayudó mucho a aprender a sentir las composiciones de guitarristas de hace siglos.
Le gustará mucho investigar en los orígenes históricos de la guitarra, allá en Al- Ándalus.
Por supuesto, me fascina. Me encanta la música antigua, los guitarristas barrocos... He dedicado mucho tiempo de mi vida a estudiar la música de los grandes compositores de principios del siglo XIX.
¿Hay relevo generacional en la guitarra clásica? ¿Qué consejos daría a los jóvenes aspirantes a sucederle?
Claro que sí, hay muchísimo talento joven. El consejo más importante es no ceder todo el protagonismo al virtuosismo. El virtuosismo está muy bien y es necesario para alcanzar la excelencia, pero jamás debe dejar de lado al corazón, al sentimiento. De otra manera estamos echando a perder la increíble paleta de emociones que es una guitarra.
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