Juan Lobato reivindica su liderazgo en el PSOE de Madrid y evita una crítica directa como Page
El portavoz socialista se limita a decir que el pacto fiscal en Cataluña «no es el ideal»
El PSOE de Lobato recurre en amparo ante el Constitucional por el bloqueo de la mayoría de Ayuso a sus preguntas en la Asamblea
Madrid
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Iniciar sesiónEl 'toque' de Pedro Sánchez al presidente regional de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, por criticar el acuerdo fiscal con ERC en Cataluña ha retumbado en las paredes del Partido Socialista Madrileño. «La noticia sería que Page saliera en rueda de prensa apoyando ... al Gobierno», advirtió Sánchez el miércoles, cuando compareció ante la prensa para hacer un balance del curso político. «Siempre es bueno utilizar el humor», comentaron rápidamente en el entorno de Juan Lobato, el secretario general de los socialista madrileños, cada vez más cuestionado en algunos sectores de su partido por sus comentarios críticos, nada contundentes por otra parte, a algunas decisiones del Gobierno sanchista. Los lobatistas tratan de quitar hierro a estas tiranteces internas, a sabiendas de que a ellos también ser les observa de cerca.
Lobato siempre ha defendido su estilo propio dentro del PSOE, alejado del populismo izquierdista y más próximo a las posiciones de su partido de toda la vida. Cuando se hizo público el acuerdo entre los socialistas y ERC en Cataluña, que incluía algo muy parecido a la independencia fiscal, el PP de Ayuso le señaló para poner de relieve su silencio. «Espero un pronunciamiento claro del secretario general del PSOE de Madrid. No hace ni 15 días vimos a la portavoz del PSOE diciendo que no iba a haber concierto, no hace ni 20 días oímos al señor Lobato diciendo que iba a rechazar el concierto», comentó el secretario general del PP madrileño, Alfonso Serrano.
Lobato acudió a un programa nocturno en la Ser para pronunciarse sobre el acuerdo. Intentó mantener un equilibrio para lanzar mensajes de lealtad a su partido, con un apoyo expreso a Salvador Illa, sin perder la coherencia de su discurso.
El secretario general del PSOE-M ha defendido siempre una negociación multilateral de la financiación autonómica y ha rechazado un sistema de concierto como el del País Vasco para otras regiones, ya que se rompería la solidaridad entre las comunidades. Una posición que ha sido no solo la suya, sino la de todo su partido hasta ahora. Pero evitó, como también ha hecho siempre, la crítica directa a Sánchez.
En la entrevista, y con el acuerdo en Cataluña ya hecho, se limitó a decir que «el modelo del cupo no es el ideal, por eso ahora viene bien este debate sobre ese nuevo modelo de financiación económica». «Estoy totalmente abierto a que se produzca ese debate. Tengo una posición muy clara, que la he defendido, que es el modelo de corresponsabilidad fiscal», explicó, muy alejado del rechazo frontal, sin ambigüedades de ningún tipo, de Page, Barbón o de Lambán.
Los debates
La amnistía
El secretario general de los socialistas madrileños criticó la amnistía a principios de año: «Va en contra de lo que nos define como sociedad». Dentro de su equilibrio habitual, aseguró que tenía «cosas malas», pero también veía efectos positivos «muy potentes».
La financiación
Lobato siempre ha defendido una negociación multilateral, basada en la solidaridad y la corresponsabilidad fiscal de las regiones. Siempre ha rechazado un 'cupo' para Cataluña.
La izquierda y el centro
El equipo de Lobato se ha pronunciado a favor de 'centrar' el partido para tratar de ganar al PP en Madrid. Una posición muy alejada del izquierdismo que defienden otros dirigentes en Madrid.
Máquina del fango
Lobato ha defendido otra forma de hacer política, que poco o nada tiene que ver con la que se vive en el Congreso ni protagoniza Sánchez.
En ese alambre por el que camina Lobato, sin torcer el gesto y sin exhibir ningún tipo de enfrentamiento o disconformidad con el Gobierno de Sánchez, recordó que lleva diciendo «10 años» que el modelo del cupo no es lo mejor para España. «Cataluña ya sabemos lo que propone y en el resto de comunidades, en esa negociación multilateral que estoy seguro que se va a hacer, se producirá ese debate y cada territorio aportará su decisión», aseguró, sin mencionar que el acuerdo con ERC ya estaba hecho, con 'cupo' incluido. «La gente tiene opiniones diversas y hay que ser muy respetuoso con todos los militantes», afirmó Lobato.
En el entorno más próximo del secretario general de los socialistas madrileños subrayan que «lo que dijo fue con lealtad y apoyando a Salvador Illa». «No ha cambiado de opinión respecto de lo que decíamos todos la semana pasada. Nosotros seguimos pensando lo mismo», avisan en el equipo de Lobato.
Hiperactividad del delegado
El verano parece haber dado una tregua en las tensiones internas en el Partido Socialista de Madrid (PSOE-M), al menos por ahora. Pero el otoño se presenta caliente y la guerra dentro del partido está declarada, con otros dos protagonistas en esta historia: el alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala, que disputó el liderazgo del partido con Lobato en las primarias y perdió, y el delegado del Gobierno, Francisco Martín, cada vez con más protagonismo en el debate político madrileño por su activismo e hiperactividad en todos los frentes posibles.
En el equipo de Lobato se asegura que defenderá su liderazgo hasta el final y luchará por defenderlo. Si alguien se lo disputa en el próximo congreso regional, que algunos sitúan en la primavera, dará la batalla. Lobato, dicen en su entorno, no teme que sus críticas a algunas decisiones del Gobierno, por muy suaves que parezcan, le vayan a pasar factura ni vayan a elevar la tensión con Ferraz.
Lobato siempre ha defendido un estilo de hacer política alejado del fango y del griterío. Su etapa municipal como alcalde de Soto del Real marcó una forma de entender las relaciones con el resto de los partidos políticos, en la que el diálogo y el entendimiento están por encima de las diferencias que pueda haber. Ese es el cambio que ofrece dentro de un Partido Socialista madrileño que lleva sin gobernar en la Comunidad tres décadas, y sin perder las señas de identidad de su formación política. Pero en su equipo saben que la política no pasa por un momento de 'entendimientos', sino de polarización y choques. Y ahí se mueven mejor otros dirigentes, como el delegado del Gobierno.
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