LAPISABIEN
Triste memoria de Valle
Hoy me he acordado de Ramón María. Y tenía que contarlo. Para explicarme
MADRID
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Iniciar sesiónAndo leyendo 'Luces de Bohemia' cuando la melancolía me atrapa en estos días no azules y en este sol de la infamia, cuando «corre un cierto gris» y cuando la ciudad está triste con estos nublados, con estas lluvias, que deberían haber venido a ... mitad de octubre. Leo a Don Ramón María del Valle Peña con el frontal del minero, con la lámpara roja como la de un burdel chino, y pienso en él, en su Madrid que es el más mío. Pienso en Valle, en su Madrid en el que iba hablando con las zetas en un rato andalucismo, y pienso también en el décimo de Lotería que compré, que si tocara o tocase, se celebraría en Manresa o en Vera de Bidasoa, que ya son ganas de jugar en las esquinas de la patria al único juego que nos une. Y subrayo cuando habla Pica Lagartos, cuando La Pisabién vende rosas y dice que «le espera un cabrito viudo». Cuando los modernistas, cuando el calabozo, cuando el ministro le da la limosna. Y es que ni Madrid, ni España, hemos cambiado tanto.
Rodaría esa escena en el Ministerio de Igualdad, que narices.
Que sí, que leo a Valle-Inclán, y me imagino a los guindillas. Y se me vienen a las mientes Rubén Darío y el Buey Apis, que me van recordando a Paco Rabal y Agustín González, y a tantos otros. La literatura es lo que tiene, que vuelve. Y hay rutas matritenses que interpretan la criatura del de Villanueva de Arosa. Y filólogos y poetas hambrientos que pasean por el Madrid valleinclanesco por pasear y matar el frío dándole al paseo.
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Yo, confieso, soy de Valle, y de ahí el título de esta columna. Su visión quisiera ser la mía, también su amor en los sonetos del Marqués de Bradomín. También quiero una noche de ajenjo y rosas con Rubén Darío. Con frío, ese frío marceño con el que se fue Alejandro Sawa/Max Estrella.
Llueve en Madrid, sobre los escaparates de esas librerías de autoayuda y mal papel. Mi primer 'Luces de Bohemia' lo compré en la Gran Vía de las Cortes Catalanas. Hoy me he acordado de Ramón María. Y tenía que contarlo. Para explicarme y explicarles quién soy. El que vive un Madrid que intento que sea el más mío. Y es que, lástima, no somos los de entonces.
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