Jaque al final de la Vuelta en Madrid: la Policía pone la lupa a grupos antisistema para prevenir altercados
Investigan a radicales de Bukaneros y el Movimiento Antirrepresivo, los más activos dentro de la extrema izquierda
El dispositivo en la última etapa, que acaba en Madrid, contará en principio con más de 800 policías antidisturbios
Pedalada a pedalada, el trabajo de los servicios de Información de la Policía Nacional va creciendo exponencialmente a medida que avanzan las etapas de la Vuelta a España y se acerca a Madrid. Una edición, la número 80, marcada por las protestas propalestinas y la ... sombra de un gran boicot final, este domingo en la capital. Pese a que la mayoría de manifestantes acuden a las carreteras de forma pacífica, lo cierto es que la posibilidad de que grupos radicales aprovechen la masa para generar altercados preocupa, y mucho, a todos los efectivos policiales encargados de controlar la carrera. El último incidente ocurrió ayer mismo en Galicia, donde los manifestantes cortaron un árbol y lo cruzaron en pleno recorrido, provocando el fin de la etapa a 8 kilómetros de la meta.
Los agentes expertos en investigar a este tipo de grupúsculos monitorizan desde hace tiempo la actividad de un amplio abanico de ellos con el objetivo de anticipar cualquier tipo de acción. Este miércoles, como es habitual en cualquier evento masivo, estarán presentes en la reunión de seguridad que tendrá lugar en la sede de la Delegación del Gobierno en Madrid, y en la que también participarán Guardia Civil, Dirección General de Tráfico, Demarcación de Carreteras, Comunidad de Madrid y los ayuntamientos implicados en el trazado.
Entre las facciones que más preocupan están los mayoritarios del espectro antisistema de la región: los Bukaneros, con unos 70 ultras de extrema izquierda del Rayo Vallecano; y el Movimiento Antirrepresivo de Madrid (MAR), formado por una amalgama de peñas de corte muy radical y que han sido los más activos a la hora de reventar manifestaciones y lanzar objetos contra la Policía. No es de extrañar, por tanto, que su posible presencia traiga de cabeza a las autoridades, conscientes de que el paso final por Madrid es el mejor escaparate para dar amplitud mediática a cualquier movimiento imprevisto.
Las protestas pro-Palestina ponen en peligro el final de la Vuelta
José Carlos CarabiasNo obstante, fuentes policiales explican a ABC que las labores de monitorización se extienden a todas las organizaciones propalestinas, con la lupa puesta en los elementos antisistema; pero también en aquellos que tengan capacidad para realizar un sonado sabotaje, como ya ocurriera la semana pasada en la etapa de Bilbao, donde una turba de manifestantes derribó algunas vallas de protección y obligó a la organización a adelantar también el final del recorrido.
Vigilancia de redes sociales
De hecho, por los movimientos internos que se están detectando y también por su actividad en redes sociales y comunicaciones, cabe la posibilidad de que este domingo quieran hacer acto de presencia en Madrid miembros de estas organizaciones, para reeditar sus ansias de reventar la última jornada. Desde que empezaran las primeras protestas en Figueras (Gerona), donde unos manifestantes cortaron el paso a los ciclistas del Israel Premier-Tech en plena contrarreloj por equipos, los incidentes no han cesado. Cada jornada circula por las redes sociales y grupos de WhatsApp un cartel con el lema 'Por genocida fuera Israel de la Vuelta' y el perfil de la etapa con las horas de paso por los principales puntos y localidades. «Acude con tiempo de antelación por los cortes de carretera», es el texto que acompaña a la octavilla.
Una circunstancia que obliga a redoblar esfuerzos de cara a la etapa final por las calles de la capital, donde, además de las nueve vueltas al ya tradicional circuito urbano entre Atocha, Cibeles, Colón y Callao, el pelotón pasará por primera vez en su historia por enclaves estratégicos como la Puerta del Sol o la carrera de San Jerónimo, emplazamientos de la sede del Gobierno regional y el Congreso de los Diputados, respectivamente.
Según ha podido saber este periódico, si bien había preparado un dispositivo de seguridad ciudadana bastante amplio, a raíz del altercado de ayer en Galicia con el árbol, se ha dado orden de poner a trabajar el fin de semana a los doce grupos operativos de las Unidades de Intervención Policial (UIP) de la región. Serían alrededor de 650 agentes a los que hay que sumar entre 180 y 200 de la Unidad Central de Intervención (UCI), con dos grupos más. Uno de ellos trabaja desde el inicio de la Vuelta y el segundo se encuentra de retén.
Es decir, que solo en antidisturbios, al cierre de esta edición, la previsión es de unos 850 agentes uniformados entre los kilómetros 69 y 112 de esa última etapa (43 en territorio del municipio de Madrid) y alrededor de 15 más entre los términos de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes, que conforman una sola conurbación: «Habrá muchos prefiltros y filtros». A estos policías hay que añadir los funcionarios de Información que irán vigilando todo el trayecto y agentes de los Cuerpos locales y guardias civiles para los tramos en la Sierra. El propio delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, reconoció ayer que el dispositivo se irá «adaptando a la realidad».
Un precedente para la F-1
Las distintas fuentes consultadas reconocen que se ha llegado a poner sobre la mesa la posibilidad de suspender la última etapa. Sin embargo, consideran «que ceder a ese chantaje sería abrir un melón muy peligroso»: «Si quieren cortar el recorrido los radicales, lo van a hacer. Pero no se puede mandar el mensaje de que se cede, porque dentro de justo un año tenemos aquí la Fórmula 1, y entonces se sentaría un precedente». Añaden que el paso por Valladolid mañana es otro momento «muy delicado, pues están en fiestas y la contrarreloj allí es, encima, en un circuito cerrado».
El ciclismo es uno de los pocos deportes en el que los aficionados pueden estar a centímetros de sus grandes estrellas, lo que da opción a los exaltados a causar accidentes, la gran mayoría de ellos por imprudencias. Esto, unido a la amplitud de kilómetros que hay que vigilar (por ejemplo en Madrid 165,6 el sábado y 111,6 el domingo), complica sobremanera la vigilancia de un evento que no para de moverse.
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