La eterna pelea entre dos jóvenes de cada clan desató la reyerta a tiros de sus familiares en Pan Bendito
Después de que los «críos» mantuvieran al menos dos encontronazos, los de Orcasitas fueron a buscar a la otra familia a las puertas de su casa
Una reyerta entre una familia de Orcasitas y otra de Pan Bendito se salda con un hombre muerto tras recibir tres disparos de escopeta
Madrid
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Iniciar sesiónEn los márgenes de la urbe hay calles que tienen ojos, pero no boca: todos se conocen, saben de qué va la película, pero muy pocos se atreven a hablar. Los que lo hacen catalogan el suceso de «desgracia», sin querer entrar en más ... detalles: «Una catástrofe es lo que ha pasado aquí». Pero lo cierto es que la reyerta mortal entre dos familias de etnia gitana, registrada a las puertas del número 21 de la calle de Besolla, venía cocinándose tiempo atrás. Y no, precisamente, con conocimiento de causa de todos los implicados. «Esto ha ocurrido por una historia entre críos», reconocía un hombre ayer, sin explicarse aún que una visita para saldar cuentas hubiera terminado con la muerte de un hombre de 38 años acribillado a balazos.
Las rencillas de los dos «críos», familiar de un clan de Orcasitas uno y de Pan Bendito otro, prendieron hace tiempo en un pub del primero de estos barrios, en la zona más humilde de Usera. En compañía de los suyos, los jóvenes discutieron, pasaron de las voces a los golpes y se juraron venganza. Ya saben, de aquellos polvos, estos lodos. Por el camino, algún que otro capítulo más hasta que el domingo, a la hora de la cena, volvieron a encontrarse en el centro comercial Parquesur.
La tensa situación, sin embargo, no hubiera pasado a mayores de no ser por que uno de los jóvenes de Orcasitas contó a sus familiares lo sucedido y estos decidieron ir a Pan Bendito a pedir explicaciones de forma poco halagüeña. Al filo de la medianoche, los desplazados alcanzaron la casa de la otra familia, un primer piso cuyas ventanas dan a un pequeño descampado de una zona interbloque, y les emplazaron a bajar a la calle. Los gritos y las amenazas provocaron entonces que los locales salieran del portal y comenzara un enfrentamiento a golpes. Una riña en la que algunos de los participantes portaban palos y bastones contundentes, objetos que pasarían a un segundo plano, después de que cinco detonaciones seguidas pusieran el punto y final a la pelea.
Una reyerta entre una familia de Orcasitas y otra de Pan Bendito se salda con un hombre muerto tras recibir tres disparos de escopeta
Aitor Santos MoyaLos hechos tuvieron lugar pasada la medianoche de este lunes, a la altura del número 21 de la calle de Besolla
Al tiempo que unos y otros huían de la escena a la carrera, un hombre de 38 años yacía en el suelo aquejado de tres impactos de bala. Malherido, fue trasladado por un familiar al hospital Doce de Octubre, donde poco después los médicos confirmaron su fallecimiento. Los agentes del grupo VI de Homicidios de la Policía Nacional, al frente de las averiguaciones, acudieron al lugar a fin de recabar pruebas y entrevistarse con posibles testigos y los familiares de ambos bandos; testimonios que serán clave para arrojar luz al suceso.
Tenderos de profesión
Los expertos de la Sección de Delitos Violentos (DEVI) de la Policía Científica recogieron ya por la mañana los casquillos de bala esparcidos y un palo metálico tirado debajo de una furgoneta. Además del relato de los implicados, la investigación se centra en buscar si alguna cámara en las inmediaciones pudo captar al menos uno de los tres actos del crimen: la llegada, la trifulca o la huida. Según las primeras pesquisas, el pistolero pertenece a la familia de Pan Bendito, cuyos miembros, al igual que los de Orcasitas, se dedican en su mayoría a los mercadillos. «Son personas trabajadoras, nada de delincuentes», advertían ayer en la barriada, con el convencimiento de que los dos clanes se conocían de antes y no tenían rencillas más allá del citado duelo entre los pequeños.
A la espera de que se produzcan detenciones, el clima en este enclave aledaño al metro de Pan Bendito transita ahora entre el hastío y la preocupación. La degradación de este bloque y sus colindantes, marcados por las pintadas, la suciedad, los telefonillos y buzones reventados y una ristra de pisos okupados, no ayuda en demasía a hacer más amena la vuelta a la normalidad. «Las peleas son el pan de cada día», denunciaba una residente, asustada sobre todo por el uso de armas de fuego. «Una cosa son los golpes y otra que te maten así». No obstante, llueve sobre mojado.
Hace dos décadas, en la esquina de la avenida de Abrantes y la propia calle de Besolla, un ucraniano piropeó a una mujer gitana que hablaba con otra vecina de balcón a balcón. La aludida, sin entender sus palabras, se sintió ofendida y alertó a su gente, una veintena de personas que, armados con palos y una pistola, no dudaron en golpear y disparar contra él y su grupo. El resultado, un muerto y cinco heridos, todos del este de Europa. Años después, en 2021, un hombre se atrincheraba en otra vivienda del barrio tras mantener una discusión con su hermano y disparar a los agentes. Afortunadamente esta vez, no hubo que lamentar daños personales.
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