Diego Revuelta: «Nunca he estado en una ciudad donde haya menos razones para irme a dormir»
COLONOS
Tras idas y venidas, la estrella del comunicador, y él lo sabía, era estar en ese Madrid tan magnético
MADRID
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Iniciar sesiónDiego Revuelta es radio más radio, como aquel personaje, El Garganta, de 'El camino de los ingleses' que acabaría interpretando un colono y amigo suyo, Fran Perea. Quiere España verlo nacer en Mallorca y lo cierto es que la luz primera la vio en ... Burgos, de donde es toda su ascendencia.
Madrid, lo que se dice Madrid, ha tenido en su vida un algo guadianesco. Aquí hizo la carrera y aquí trabaja, pero por medio mucho ir a Baleares por esa itinerancia casi hebraica del periodista. Aunque, eso sí, siempre tuvo claro que Madrid es al periodista lo que Hollywood al actor, aunque Los Angeles no sea una ciudad vivible y sí este Madrid que, después de tanta obra, de llegar al último pellejo urbano con la excavadora, es objeto de estudio histórico/curioso de Revuelta.
Ha vivido la historia reciente en Madrid, que es donde pasa todo y a él eso le excita. Quizá fuera el anhelo desde que con 13 años debutó frente a un micrófono allá en su isla de la infancia donde arribó con cinco años. De la quinta del entrevistador, insaciable conversador, empieza a mirar con nostalgia sana su época en Ciudad Universitaria y esa casa compartida en la que vivió, literalmente, dentro de la cocina. Memorias de ida y vuelta de un mallorquín de Burgos madrileño.
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— Usted es un jaleo de residencias. Y el común piensa que nació en Mallorca..
No, nací el 24 de marzo de 1984, pero nací en Burgos. Me fui a Mallorca con cinco años. En Madrid soy el mallorquín, y en Mallorca soy el de fuera. Así que no soy de ninguna parte.
— ¿Es Madrid el paraíso para 'los de ninguna parte'?
Sí, de hecho Madrid es el sitio para la gente de ninguna parte. Conozco madrileños, pero gatos, gatos, me ha costado. Lo que sí conozco es gente de todas partes que se sienten madrileños, como tú, por ejemplo.
— Gracias por 'bichear' en mi biografía. Cómo y por qué y cuándo aparece en Madrid. Porque es una historia de cercanías y lejanías....
Madrid no me era desconocida. Aquí vivían mis tíos. Pero me vengo a la capital a estudiar Periodismo. Mi experiencia real con Madrid empezó en primero de carrera.
— Dicen que la época universitaria se ve con demasiada benevolencia. Imagino que le pasaría con la ciudad.
Fíjate. Conocía Madrid, pero no la vida universitaria, ni los colegios mayores. Para mí fue la mejor época de mi vida. Fue mi primer acto de independencia real. Ya las explicaciones eran a distancia. Me vine a 'Madrid Madrid' en el segundo año a un piso de estudiantes. Antes pasé un curso en una residencia en Torrelodones. Y descubrí que donde estaba el jaleo de todo tipo era en Ciudad Universitaria. Primero pasé por Antonio Machado, luego a Ventas. Llegué a vivir en la cocina, dentro de la cocina, con la lavadora dentro de la habitación. Y aun así, hice de mi habitación la más social.
— Vuelvo a una constante en su vida. Madrid, que va y viene. Supongo que la ciudad le llamaba cruzando Cuenca, Valencia, y bajo las olas...
Con una máxima; sabía que si me venía me quedaba. Madrid es mi ciudad favorita.
— ¿Me amplía o justifica ese favoritismo, por favor? Hay tiempo. Y palabras.
Todas las aristas me llevan a Madrid, esté donde esté. Siempre me he sentido muy acogido, y eso me rompió los esquemas desde el primer momento. Sumemos que Madrid es al periodista lo que Hollywood es al actor. Pero además este no es el típico sitio para trabajar e irte. Yo aquí he vivido historias de amor, de desamor, de crecimiento y de decrecimiento personal. He vivido la pandemia, he vivido Filomena, he vivido todos los acontecimientos de la historia reciente que, además, he podido contar en primera persona.
— Insisto en que ha pendulado de lo lindo...
Pendulado. Sí. Ésa es la palabra. Es la lucha de por donde quieres estar. Si llego a tener hijos, con un 90% de probabilidad serán madrileños.
— Vivió puerta con puerta en la Gran Vía con su amigo Uri Sàbat. Y yo insisto ahí. Le citan la Gran Vía y qué se le remueve.
Una parte de mi vida. Todos mis amigos saben que un trozo fundamental de mi vida pasa por Gran Vía y la plaza de España. Aunque me comí las obras de la Gran Vía, vi como era la solería antigua de la calle y empecé a interesarme por la historia de Madrid.
— ¿Es usted un animal de centro?
El centro me atrae de forma magnética. Nunca he estado en una ciudad donde haya menos razones para irme a dormir. Antes iba de un local a otro. Ahora voy de un sitio a otro pensando cómo debería ser tal calle en 1820.
— ¿Tiene nostalgia del Madrid no vivido?
Y tanto. Tengo nostalgia de los bares donde iba Sabina y se ponían simplemente a divagar toda la tarde, fumando, bebiendo, cambiando el mundo o escribiendo canciones que luego iban a ser planetariamente conocidas. O las salas de rock&roll. Ahora ha tendido todo mucho hacia lo homogéneo.
— Parece que me la pone botando. ¿Madrid ha tendido 'hacia lo homogéneo', como dice de la sociedad?
A lo mejor un poquillo. El postureo reina mucho en todos los sitios. Yo todavía viví esa autenticidad.
— ¿Algo hay que le sature, que le canse?
Pues que no tenga mar. Yo sí puedo vivir sin mar. Pero he ido a muchos sitios y no me he encontrado nada igual que esto. Es que soy muy férreo defensor de Madrid.
— ¿Algún punto aborrecible?
El nudo de Manoteras, que suena a Mordor en los días de atascos. Aunque yo ya controlo ese asunto del tráfico.
— Como en el colegio. Complete la frase: «Y sin embargo Madrid...»
Le queda mucho por darme.
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