Manoteras, el nudo de la desesperación
Los nuevos barrios, la apertura de dos hospitales y un polígono empresarial han saturado este eje viario
tatiana g. rivas
Nudo de Manoteras. Estas dos palabras suenan a diario en el parte del tráfico matutino y vespertino sobre las carreteras madrileñas. Es el punto de conexión de entrada y salida de la A-1 con la M-30, la M-607, la M-11 al ... aeropuerto, el paseo de la Castellana, los accesos a los barrios del Pilar, Las Tablas y Sanchinarro. Desde hace siete años, tal y como coinciden en apuntar vecinos de Manoteras, conductores y trabajadores afectados por los atascos, el caos en esta ratonera se ha intensificado. Fundamentalmente por el nacimiento y ampliación de barrios como Sanchinarro, Montecarmelo, Las Tablas; la apertura de dos nuevos hospitales: el de Sanchinarro y el de La Moraleja, y el aterrizaje de miles de trabajadores al polígono de Manoteras y la instalación de nuevas empresas en la zona norte de Madrid.
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En 1974 , el Ministerio de Obras Públicas construyó los pasos del nudo de Manoteras: dos pasos principales sobre la autovía de Burgos y dos secundarios sobre ramales de enlace. Posteriormente, en 1996 se hizo un ramal anexo hacia la avenida de la Ilustración. Leonardo Fernández Troyano es uno de los ingenieros de esta obra. «En la época en la que se construyeron y se diseñó el proyecto, este punto de conexión de vías era suficiente para el tráfico que había», manifiesta. Ahora, añade, «se queda corto».
65.000 vehículos a diario
El Área de Movilidad del Ayuntamiento de Madrid no facilita los datos públicos del número de vehículos que pasan a diario por este punto. La única referencia es la que aporta la Asociación de Automovilistas Europeos (AEA), que detalla que en 1991, cuando Fomento construyó el ramal de la M-40 para despejar la zona, se preveía una intensidad de 5.000 vehículos diarios. Hoy, calcula AEA según datos de Fomento, los coches que pasan por Manoteras se acercan aproximadamente a 65.000.
En un bar del polígono de Manoteras, cercano a una gasolinera, entra Enrique Fernández, que trabaja en la zona en una empresa de automoción. Son las 19.00 de la tarde. Pide al camarero una cerveza. «¿Para qué voy a salir ahora si me voy a comer todo el atasco? Vengo aquí, me tomo una caña y espero. A estas horas no hay quien se mueva desde Manoteras hasta Costa Rica y vivo en la zona del Calderón. Tenían que hacer una incorporación directa a la pista. Esto es imposible», dice mientras alterna patatas fritas con su bebida.
Cabezada en el coche
Afuera, en otro bar anejo, conversan tres mujeres, empleadas todas ellas de la empresa Pascual: María Vegué, Montse Róspide y Cristina Martín. Hacen lo mismo. Esperar a que se deshaga el nudo. Cuentan su calvario para llegar al trabajo todos los días. El polígono, donde hay instaladas casi medio centenar de pymes y grandes empresas, lo rodea la avenida de Manoteras y el camino y avenida de Fuente de la Mora. Los trabajadores que van en coche, además del atasco del nudo tienen que tragar con el colapso que se genera en este lugar. «Cada vez hay más empresas y menos aparcamientos. Muchos no tenemos combinación para llegar hasta aquí si no es en coche», relata María, quien vive en Villanueva del Pardillo.
Las estaciones cercanas son Fuente de la Mora de Cercanías y Virgen del Cortijo, de Metro Ligero. «Para encontrar estacionamiento y llegar a tiempo al trabajo hay que venir una hora antes. Hay mucha gente que lo hace y luego se queda durmiendo un poco en el coche», señala Cristina.
Los residentes de esta zona, además de los perjuicios de los atascos también padecen problemas de aparcamientos. «El hospital de Sanchinarro tiene aparcamiento de pago y la gente estaciona fuera. Eso, más todos los trabajadores de la zona, no tenemos donde dejar nuestro coche los que no tenemos plaza», relata Ángel Puerta. «Yo dejo mi coche en doble fila por las tardes porque si no tendría que llevarlo lejos», afirma Beatriz, la trabajadora de una farmacia.
La solución efectiva
Todos piden soluciones y saben que la única opción está bajo tierra. El Ayuntamiento ya diseñó en 2006 el arreglo a este gran problema: el by-pass norte. Pero la crisis lo dejó en «stand-by». Ejecutarlo costaría alrededor de 1.400 millones de euros.
Luis Irastorza , el responsable de Desarrollo Urbanístico de Chamartín (DUCH) y miembro del Colegio Oficial de Ingenieros de Madrid, conoció al detalle este proyecto y explica a la perfección cuál es el mal del nudo de Manoteras: el cierre completo de la M-30 por la zona norte. «No se previó una circunvalación completa. Era una U inicialmente. La única solución es el cierre subterráneo».
Explica Irastorza que este túnel , que sería de unos 7 kilómetros de largo y 50 de profundidad, cerraría desde Salvador Maella para conectar mediante bifurcación con Pío XII y la A-1. «Esto sería un cierre en condiciones y descongestionaría entre un 30 y un 40 por ciento el tráfico en la zona, que no tiene capacidad suficiente para tanto tráfico».
Irastorza considera que el mayor problema para el nudo de Manoteras es todo el tráfico que llega y va desde y hasta la zona de la avenida de la Ilustración. Pero pronostica que tendrán que pasar entre diez y quince años para que esta obra se haga efectiva. «Mientras tanto —arguye— tocará convivir con este punto negro de Madrid».
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