Hallan el primer acueducto subterráneo romano de Madrid bajo la cárcel de Carabanchel

Los trabajos arqueológicos se han llevado a cabo entre los meses de enero y mayo en los terrenos de la antigua cárcel y en la zona del parque Eugenia de Montijo comprendida entre las calles del Monseñor Óscar Romero y Pingüino. Según explicaron los arqueólogos a los vecinos al finalizar sus catas, en la mayoría de las realizadas en los terrenos de la prisión no se alcanzaron los niveles de ocupación carpetana o romana. En el parque confirmaron la existencia de restos de muros de piedra caliza y silos asociados a un asentamiento carpetano de los siglos IV y III a.C., y de varios pozos relacionados con viajes de agua de las quintas de recreo de los siglos XVIII y XIX. Y, lo más interesante: la primera mina o viaje de agua de época romana encontrada en la Comunidad de Madrid.

Fuentes de la Dirección General de Patrimonio Cultural confirman a ABC el hallazgo, que según han determinado, hay que mantener y que cuenta ya con la protección que tienen todos los viajes de agua, como sujetos al régimen de protección previsto para los bienes de interés patrimonial. Además, añaden, cuenta con la protección como «yacimiento arqueológico documentado».

Para su conservación, se toman las siguientes medidas: por resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural, el proyecto de construcción del viario en la zona tendrá que ser «compatible con la conservación del acueducto romano, para su protección».

Además, se han solicitado estudios complementarios «que garanticen la preservación de la misma». Entre ellos, una prospección electromagnética, sondeos geotécnicos, un estudio geomorfológico o un escaneado 3D del hallazgo. Todos los datos que aporten estas pruebas se incorporarán a la memoria final de la intervención, explican.

Los técnicos de la Consejería de Cultura –que dirige Marta Rivera de la Cruz– apuntan que no se puede asegurar el momento exacto de su construcción. Entienden que debió ser amortizada, y reutilizada luego como vertedero, desde la segunda mitad del siglo IV d.C. En los alrededores se estima que hubo un poblamiento de la época romana imperial, pero está situado en cotas superiores, por lo que es poco probable que esta mina de agua sirviera para suministrar a este núcleo.

La mina es un sistema de captación subterránea de agua. No se ha alcanzado su base durante los trabajos. Está prácticamente colmatada por sedimentos procedentes de desprendimientos de su techo y sus paredes. Es un tipo de construcción bien conocida en ámbitos urbanos romanos. Por ejemplo, señalan en la Dirección General de Patrimonio, se han hallado en Tarraco para abastecer tanto la 'civitas' como las villas rurales. Y existen también, indican, ejemplos similares en Toledo, en Cuenca, en Jaén o en Mérida. Pero «este es el primer ejemplo documentado en la Comunidad de Madrid», señalan.

Los informes oficiales de la excavación hablan de una secuencia de ocupación de esta zona que arrancaría en época carpetana, tendría continuidad en época romana, tanto en la época bajo imperial como en la tardorromana, y vuelve a tener actividad siglos después, en la Edad Moderna.

De la fase de ocupación correspondiente a la II Edad de Hierro, se han encontrado bajo un vertedero de la época romana bajoimperial otra secuencia carpetana con materiales cerámicos, de los siglos IV y II a.C. Aquí se han localizado derrumbes de tapial y adobes que cubren un conjunto de habitaciones con al menos seis construcciones que podrían ser espacios residenciales o de tipo funcional, ubicados en torno a un espacio central abierto.

A juicio de los expertos, la época que presenta mayor interés, en función de los hallazgos localizados, es la romana. De este periodo se han localizado zanjas relacionadas con el drenaje de la zona y que datan de finales del siglo II o III. También de este momento es el vertedero situado sobre los restos del poblamiento de la II Edad de Hierro.

Algo posteriores, de mediados del siglo IV a principios del V, son los pozos de ataque, la mina de agua ya señalada y varias estructuras auxiliares, además de una zona de ocupación muy arrasada cerca del tercer pozo de ataque, y en la que se encontraron restos de un muro, una zona de combustión y un derrumbe de tejas.

Los trabajos también han servido para documentar un estrato orgánico muy posterior: de los siglos XVIII-XIX, y asociado a zonas de explotación agraria, un posible estanque y una alineación de alcorques que marcan el trayecto del camino arbolado que conducía desde la Quinta de los Condes de Miranda –luego de la emperatriz Eugenia de Montijo– a la Iglesia de Santa María la Antigua.

La entidad Carabanchel Historia y Patrimonio, muy implicada en la defensa patrimonial de la zona, añade que según los arqueólogos, el recorrido de la mina «probablemente atraviese la zona de ampliación del cementerio junto al parque, que nunca ha sido excavada y que en los mapas del Ayuntamiento de Madrid aparece catalogada como una necrópolis romana». Recuerdan que tampoco han sido nunca excavadas las áreas del campo de calva, la instalación de los mármoles y granitos, el entorno más próximo a la ermita y la Vereda de Aluche.