El 'scalextric' de Vallecas, una brecha social y un final que no llega
La decisión de replantear el proyecto original dada su inviabilidad no ha sentado bien en los barrios limítrofes
El ayuntamiento redactará un nuevo plan con el objetivo de que los vecinos recuperen parte del espacio público
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Iniciar sesiónDe día, el zumbido no cesa; de noche, la incomodidad torna lúgubre. El puente de Vallecas , que separa desde hace décadas el barrio de Adelfas (en el distrito de Retiro ) de los de San Diego y Numancia ... (en Puente de Vallecas), es hoy una brecha enquistada. La última de un Madrid de ‘ scalextric ’ erigido para regular el caos circulatorio que amenazaba la urbe en los años 60. Ahora, postal de otra época, su permanencia resuena agresiva. «¿Qué quieres que te diga? Ya ves cómo está», farfulla un ciclista, viva imagen del sentir general. La percepción es unánime: el paso elevado resta y divide, cercena y limita. No es de extrañar, por tanto, que el anuncio del ayuntamiento de aplazar su desmantelamiento para replantear el proyecto haya sentado en el vecindario como un jarro de agua fría.
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José Mariscal nació en un pueblo de Cuenca, suma 80 primaveras y casi la mitad de ellas las ha pasado junto al puente, en Adelfas, cuya renta media anual prácticamente duplica la registrada en la parte vallecana. «Si te digo la verdad, no tengo amistades al otro lado y se nota que hay mucha diferencia», resume, sincero, alejado de cualquier clasismo. «Derribar el puente ayudaría a que no haya tanta diferencia entre barrios». Su visión es la de vivir a caballo entre «dos pueblos distintos», separados al nacer y obligados, al menos urbanísticamente, a practicar la exclusión. La desigualdad entre enclaves vuela omnipresente en la conversación. «¿Que a qué se debe? El que tiene pan hace sopa y el que no se bebe el caldo», recuerda un dicho de su tierra.
Bajo el paso elevado, la suciedad se acumula. Los excrementos de palomas se cuentan por decenas en los bajos de uno de sus pilares, del que cuelga un foco al que acuden las aves. El suelo está ennegrecido , hay trazas de orines en varias de sus columnas y restos de carteles callejeros esparcidos por el suelo. El aspecto tétrico es innegable, y más aún, si miramos a los flancos. En la parte alta, cuatro chabolas resisten a duras penas absorbidas por el traqueteo constante. En la baja, los vehículos estacionan al estilo ‘sálvese quien pueda’ en un aparcamiento controlado por ‘ gorrillas ’. «Da pena verlo», sostiene un hombre, nada más ser abordado al final de la Albufera .
La suciedad se acumula en los bajos del paso elevado, tomado por los coches estacionados, las chabolas y el ruido constante
Quien dicta sentencia es Diego Alfaro, 62 años, vecino del puente y de Puente de Vallecas las dos últimas décadas. «A la gente que está de paso le da más igual, pero a los que llevamos aquí toda la vida...», protesta, convencido de que el mamotreto que soporta el tráfico rodado de 170.000 vehículos diarios va más allá de ser un simple obstáculo. «Yo no confiaba en que lo tirasen ni cuando lo anunciaron», añade, cuestionado por el plan de demolición aprobado por unanimidad en el pleno de Cibeles un año atrás. La inviabilidad del soterramiento, planteado en 2006 por el antiguo Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón, ha provocado que el plan regrese a la casilla de salida. «Si no lo quitan es porque está en Vallecas», replica al respecto Alfaro.
Tráfico en superficie
Desde el área de Medio Ambiente y Movilidad, que dirige el concejal popular Borja Carabante, justifican la decisión tras observar que el borrado de medio kilómetro del puente «no evitaría la circulación de un gran volumen de vehículos en superficie», ya que este es «el principal acceso de la M-30 a los distritos de Retiro (120.000 habitantes) y Puente de Vallecas (240.000 habitantes), que entre ambos reúnen más habitantes que la ciudad de Bilbao». La conclusión es que el 25% de los 15.000 vehículos que circulan en hora punta seguirían haciéndolo en superficie, lo que obligaría a mantener tres carriles por sentido e impediría que los vecinos recuperasen metro alguno del espacio público.
Pese al compromiso municipal de retirar el puente y la reserva de un crédito de 1,55 millones de euros para la redacción de un nuevo proyecto, la desconfianza se acrecienta en la calle. «Realmente, puede que sea verdad, pero son ya tantas las que nos han hecho que tenemos serias dudas de los motivos alegados», advierte el portavoz de la asociación vecinal Doña Carlota Numancia. El propósito de este colectivo es reconvertir la M-30 en parque público , «un parque lineal por el que pueda circular un tranvía» y que termine con la separación de dos barrios conectados actualmente por dos pasarelas y los bajos del puente. «Lo que hay ahora nos recuerda al ‘check point’ de la Puerta de Branderburgo».
«Eliminar el puente ayudaría a que no haya tanta diferencia entre barrios», coinciden la mayoría de residentes
La supresión del puente, en palabras de Alfaro, «serviría para que nos sintiéramos de Madrid». Además del ruido y la contaminación soportada durante años, la estructura representa «una brecha económica y social enorme». Al hilo de la posible gentrificación que podría nacer una vez desechada la barrera, el representante de Doña Carlota Numancia lo tiene claro: «Gentrificación es quitar gente con una renta baja y sustituirla por otra con una renta alta. Aquí se lleva haciendo desde hace tiempo, por lo que no es excusa. Lo que queremos son zonas verdes, calidad de vida». ¿Y la gentrificación? «Se combate con viviendas sociales».
En la parte más acomodada, el sentimiento es el mismo. «El retraso no tiene justificación, llevamos muchos años pidiendo esto», sostiene Camino Cuesta, de la asociación vecinal Los Pinos de Retiro Sur. A este lado, se dibujan al menos «dos parques paralelos» que separan las riadas de tráfico de los primeros edificios, «pero en Puente de Vallecas ni eso». A ello se suma el hecho de que Numancia y San Diego «estén súper pobladas» y tengan que vivir día a día con un «enorme foco de contaminación». Por no hablar, apunta la portavoz, de los bajos del propio puente. «Nos gustaría saber por qué no lo acondicionan».
Ante esta situación, en Los Pinos de Retiro Sur son partidarios de apoyar cualquier iniciativa para su demolición. «Todos los grupos políticos dieron su palabra y esperemos que cumplan». Despejar la incógnita será cuestión de tiempo.
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