Ponzano, el ‘Kilómetro 0’ de los bares: «Es un parque temático»

Los vecinos de Chamberí critican el «descontrol» y la falta de sitios para aparcar por las terrazas

Grupos de jóvenes, anoche, en una terraza de la calle de Ponzano sin guardar la distancia Guillermo Navarro

Cuando el sol empieza a ponerse y la luz de las farolas se enciende, comienza la hora punta en la calle de Ponzano . El ir y venir, a veces infructuoso, de gente joven en busca de un hueco en una terraza no cesa. ... La calle del distrito de Chamberí era antes de la pandemia el sitio de moda en la capital: en solo 500 metros se suceden, portal tras portal, 60 bares. Un año después de que se detectase el primer caso de coronavirus en Madrid la situación, a ojos de los vecinos, parece no haber cambiado. «Esto es un parque temático de restaurantes y locales. Todo el mundo sin mascarilla en las mesas, fumando sin guardar las distancias y ocupando las aceras», se queja José Luis, uno de los vecinos más longevo.

La estampa no es nueva para los moradores. Desde 2014, la proliferación de bares no ha cesado en la manzana formada por Santa Engracia, Ponzano, Bretón de los Herreros y la calle de Espronceda. Pensaban que la pandemia pondría fin a lo que ellos catalogan de « descontrol », pero nada más lejos de la realidad. Los fines de semana, la calle parece convertirse en una zona libre de Covid-19 en la que abundan las ganas por volver a la antigua normalidad, a pesar de que la zona básica registra una incidencia de 393,21 casos y la del distrito se dispara hasta los 461,33, frente a los 193,91 de la media nacional. «Dentro el bar está completamente lleno y la gente sin mascarilla. Cuando cierra se agolpan como cien personas en la calle . Se han tomado unos chupitos y están todos muy felices y desinhibidos», afirma Vanesa, vecina de la confluencia con Bretón de los Herreros, en referencia al bar que ve desde la ventana de su salón.

La imagen de la vía pública contrasta con los mensajes colgados desde hace más de un año en los balcones. « Ruidos no », puede leerse en las pancartas en las que nadie repara. «La pandemia nos ha traído algo bueno: el descanso. Antes había 'pubs' abiertos hasta las cinco de la madrugada, ahora podemos descansar. El problema es que como casi todo el mundo quiere estar en las terrazas , el jaleo se acentúa por la tarde», explica Elvira, residente desde hace casi dos décadas. Los grupos se las ingenian para saltarse las medidas y reservan varias mesas con el objetivo de estar hasta diez amigos juntos. «Nadie les llama la atención», dice.

Terrazas sobre las plazas de aparcamiento con las pancartas al fondo de «Ruidos no» Guillermo Navarro

Al alboroto y la falta de concienciación se ha unido un nuevo contratiempo: la instalación de las terrazas sobre la calzada, que ha quitado plazas de aparcamiento a los residentes. «Los edificios de Chamberí son antiguos y no tienen garajes. La gente aparca en la calle. Siempre hemos tenido problemas con esto, pero ahora más. Puedes estar toda la noche dando vueltas para aparcar», asegura Pilar Rodríguez, de la asociación vecinal El Organillo. Reclaman al Ayuntamiento que cuando termine la prórroga de ampliaciones de terrazas, en mayo, todos los locales recuperen las que le corresponden por licencia. «Este es el distrito con más terrazas por habitante. Un desastre. Hay muchos que no tienen licencia y aun así despliegan las mesas sobre las bandas», subraya la portavoz.

La mala praxis de algunos hosteleros, que quieren hacer su agosto en medio de una pandemia, tampoco falta. Los vecinos denuncian que hay una decena de locales que incumple las medidas y el horario del toque de queda . De hecho, hace dos semanas la Policía Municipal desalojó una fiesta ilegal en el interior de un restaurante del distrito, que estaba ejerciendo como local de copas y donde se habían apagado las luces para evitar ser descubiertos. «Tienen el cierre a la mitad y les van pasando copas a la gente que se queda consumiendo en la calle. Dicen que no se responsabilizan de lo que hagan los clientes, pero claro, si no les diesen las copas no se quedarían . Otros echan el cierre y dejan a la gente dentro para seguir la fiesta», continúa Rodríguez, que puntualiza que se trata de «excepciones».

Bares en la plaza de Olavide, donde los vecinos se quejan del ruido Guillermo Navarro

«La semana pasada tuvo que venir la Policía a desalojar un local que no había echado el cierre casi a las doce. Se notó más presencia policial y menos desmadre que hasta ahora», prosiguen desde El Organillo: «Sabemos que lo están pasando mal, como muchos otros sectores, pero eso no justifica que no respeten las medidas».

Sergio es camarero y pide que no se criminalice a todo el colectivo. «La mayoría estamos cumpliendo, pero los que no cumplen manchan la imagen de todos. Debemos demostrar que somos sitios seguros », dice el trabajador. «Los fines de semana es lo que nos está dando la vida y ayudando a sobrevivir, porque de lunes a jueves la situación sigue muy parada», confiesa. Unos y otros ponen la vista ya en el final de la semana, mientras el coronavirus sigue acechando.

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