LAPISABIEN

Cuando no vi a los Rolling

Tampoco me encontré a Mick Jagger de embajador de lo cañí bebiendo lo que beben en Sevilla

Mick Jagger, un madrileño más TWITTER

Jesús Nieto Jurado

No fui al concierto de los Rolling , no. No aparqué en el Wanda con una rubia de las que me enamoro a cada paso, ni sentí nostalgia de épocas no vividas. Tampoco me encontré a Mick Jagger de embajador de lo ... cañí, que es lo que les gustan a estas satánicas majestades que beben el caldo sevillano de cebada en Madrid, lo cual ya es pecado de excomunión y motivo probable de que no se alcance la inmortalidad. Ni individualmente ni como conjunto. Y es que yo es que con los Rolling me cruzo poco, quizá más con Ismael Serrano ; no es lo mismo pero pilla más cerca.

No vi nada de eso que muchos vieron, pero en Madrid hubo una vibración cachonda, con lengua, que dura todavía. Como esas resacas dulces en que la Gran Vía se anda como sin límite, se sube Princesa, se escapa del amanecer hacia el Oeste y entra uno en la cama con la gloria del Orfidal.

Lo noticiable en la tronera de hoy es que no vi a los Rolling, y que el taxista que me llevaba de un punto A a un punto B, bajo un cielo de ascuas, me reconoció y me preguntó por mi libro. Caían chicharras del cielo, pero en la 'egoteca' de uno queda que un taxista de Mérida leyó mi último libro, lo contó y se declaró «críticamente podemita». Y hay que pensar en él. Puso la radio, la emisora de flamenquito con parsimonia y casi amor y, de momento, Madrid se volvió más amable y dudé si firmarle el cogote.

Desde entonces, desde lo del taxista, ya sé que hay alguien que parará el coche, que me leerá en «José Atascal» (sic) y sucederá eso que Camba decía del lector de Albacete que obsesiona cuando sabe que hay que enfrentarse al «puto folio» ( Gistau dixit ) con unos ojos que escrutan.

No ver a los Rolling, no contar ese hito a tus hijos tiene una contrapartida: conocer a un señor de Mérida que allá, en plena Extremadura, coge y te lee y estudió Políticas. Son las sorpresas de este Madrid donde aún sigue la 'vibratio' de los Rolling.

Y la ciudad, que vuelve a aprender a vivir.

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