La última lección de inmortalidad de los Rolling Stones

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«Mi nombre es Disturbios. Gritaré y gritaré, mataré al rey, criticaré a todos sus lacayos. ¿Qué puede hacer un pobre chico? Cantar en una banda de rock’n’roll», canturrea el bailongo animal-abuelo flanqueado por s u escolta real Keith Richards y Ronnie Wood, el chaval de la tropa que cumplía 75 años, una gran fiesta de celebración y debut de gira, ‘Sixty’, por el sesenta aniversario de la Leyenda. Simple y grandilocuentemente: uno de los máximos fenómenos de la historia de la música popular. El tour huele a despedida. Y reina la emoción: es el primer ‘show’ del grupo en Europa sin Charlie Watts a la batería, fallecido el pasado agosto. Antes de saltar a las tablas, en las pantallas, le dedicaron un emotivo ‘in memoriam’. «Es nuestro primer actúo (sic) en Europa sin Charlie. Le echamos mucho de menos», confesó Jagger en español. Acababa de sonar una potentísima ‘19th Nervous Breakdown’.

«Estoy muy contento de estar de nuevo en Madrid», seguía Jagger para tras interpretar la contagiosa ‘Sad Sad Sad’. El sonido, bien de decibelios, aunque empezó la cosa algo torcida en las guitarras, en seguida llegó la contundencia. El decorado, colorista y elegante, sin apabullar. Y las dudas sobre qué tal manejaría Richards , del que se apuntaba que últimamente estaba más fallón, se saldaron con un ‘no la lío’. Incluso tuvo sus solos de brillo. Eso sí, el concierto se sostuvo en Jagger, fuerza de la naturaleza (¡muchísimos saltos a los 78 años!), un Ronnie Wood festivo y el propio Richards que guarda la cara de pillo e incluso mueve los hombros juguetón. Realmente, también es una gesta lo del amigo de los cocoteros. Suena ‘Out of a Time’, apoyada por un buen equipo coral. Es la primera vez que la tocan en directo, dice Jagger. Momentazo.

Hay que explicar que antes, a las ocho puntuales, habían salido Javier Vargas y el sobrinísimo, John Byron Jagger, para dar un recital de calentamiento enérgico con blues añejo. Luego aparecerían los catalanes y beatlemaniacos Sidonie para ofrecer su animado pop de aroma sesentero. Sonaron ‘Nuestro baile del viernes’, ‘Fascinado’ y hasta presentaron un nuevo tema: ‘Pesado y estúpido’. Pero vayamos a los Rolling de nuevo, al presunto concurso para que los fans online elijan qué canción toca ahora. Salió ‘Beasts of Bourbon’, donde en su desnudez se notó algún descompasamiento guitarrero. No en las miradas de Wood y Richards, que directamente se partían divertidos. Hubo después un periodo valle en el que alargaron 'Miss You' y 'Midnight Rambler' hasta la extenuación, con Jagger pateándose el enorme escenario y bailando para amenizar el bajón. Te hace sentir mal contigo de tanta vitalidad. Y destacar cómo jugó con la afición: «Real Madrid», ovación tímida. «Atlético de Madrid», ovación notable. «El mejor fútbol está en Madrid». ¡Ovación de consenso!

«El rock ha muerto», dicen desde la guillotina de las tendencias. El rock lo han matado, si acaso. Con unas entradas para este ‘show’ desde los 50 euros a los 280 , sin gastos de distribución incluidos, la savia nueva que requiere todo movimiento artístico hijo de la rebeldía dificilmente podrá acceder. Y qué pena porque habrían vivido en directo la perversa sabiduría de ‘You Can’t Always get What you Want’, con Jagger en el final de la pasarela por primera vez, entre los coros celestiales, cantando: «En su vaso había un hombre sangrando. Ella tenía práctica en el arte del engaño. Bueno, lo noté por sus manos manchadas de sangre. No siempre puedes obtener lo que quieres, oh, sí niña». Otro de los momentos estelares de la noche.

[ Los momentos estelares de los Rolling en el Wanda ]

Recordemos que era una noche estival de 1962, la del 12 de junio para más exactitud, y la muchachada ‘londoner’ tenía una cita en el club The Marquee Moon con un conjunto nuevo presentado como Mick Jagger and the Rolling Stones, por una canción de Muddy Waters (‘Rollin’ Stone Blues’). Recordemos que por casualidad, los viejos conocidos de la infancia, Jagger y Richards, perdidos ya de vista, se encontraron por azar en un tren, el primero portando unos vinilos de rhythm and blues. Recordemos a Charlie Watts. Y recordemos que 60 años después de aquel increíble encuentro en tan monstruosa ciudad, el Wanda vibra en un concierto que quizá sea el último aquí. Una última lección de inmortalidad. De 2 horas y cuarto. Suenan ahora, del tirón: ‘Start Me Up’, ‘Paint It, Black’, ‘Sympathy For The Devil’, ‘Jumpin’ Jack Flash’, ‘Gimme Shelter’ y ‘(I Can’t Get No) Satisfaction’...