Dos grupos de Dominican Don’t Play causaron las reyertas mortales de Atocha y Usera
Los ‘coros’ de pandilleros, sin relación entre sí, salieron de caza armados con machetes en busca de Trinitarios. El menor de 15 años asesinado en Atocha había entrado recientemente en la órbita de las bandas latinas
En las entrañas de las bandas latinas: «Pagué miles de euros para poder dejar a los Trinitarios»
Una joven frente al improvisado altar levantado en el parque de Usera
La oleada de ataques a machetazos acaecida en Madrid en una noche aciaga de sábado deja dos preocupantes lecturas: por un lado, la violencia de las bandas juveniles o latinas, con estallidos puntuales pero de funestas consecuencias; y por otro, el ‘modus operandi’ de estos ... grupos, cada vez más anárquicos y despojados de la obediencia ciega a sus líderes. Pequeñas facciones dentro de bandas como los Dominican Don’t Play (DDP) o Trinitarios, que ni siquiera se conocen entre sí y que deciden atacar por su cuenta para ganarse el respeto a oídos del resto de miembros. Las ‘caídas’, en el argot, salir a la caza indiscriminada de supuestos pandilleros rivales fuera de sus ‘territorios’, son el principal caldo de cultivo para dar rienda suelta a sus impulsos violentos.
No es casualidad, por tanto, que dos ‘coros’ sin aparente relación salieran a cazar casi al unísono en dos puntos muy diferentes de la capital. Y en ambos casos con resultado de muerte. En Atocha, a solo unos pasos de la puerta del Independance Club donde se celebraba una sesión ‘light’ para adolescentes, Jaime G. M., más conocido como ‘PP’, cayó desplomado. Él y su grupo de amigos se habían acercado peligrosamente a la órbita de los Trinitarios en los últimos meses, como así lo atestiguaban los gestos con las manos en las fotos, la defensa de la ‘patria’ en los mensajes y los corazones verdes en las redes. Una amalgama de símbolos que habían seducido a una pandilla formada por chicos de muy diferentes nacionalidades: españoles, colombianos, marroquíes, peruanos, ecuatorianos, dominicanos...
Varios de ellos bajaban por la bulliciosa calle de Atocha al filo de las diez de la noche, cuando, por causas que están siendo investigadas, un grupo de ocho personas comenzó a increparlos. Solo Jaime respondió, al caer en la cuenta de que sus inesperados interlocutores eran miembros de los DDP. Sin margen para reaccionar, la banda se le echó encima y recibió una cuchillada en el pecho. Con el grupo agresor a la fuga, el menor, de solo 15 años, avanzó unos pasos antes de desvanecerse frente al McDonald’s que hace esquina con el paseo del Prado.
El portero del Independance fue el primero en asistirlo, también un médico que pasaba por allí y los empleados del establecimiento de comida rápida corrieron a socorrerlo con un desfibrilador semiautomático. Los facultativos del Samur-Protección Civil trataron de salvar su vida durante treinta largos minutos, pero finalmente solo pudieron confirmar su fallecimiento. No sería la única noticia fatídica de la noche.
Flores y velas en el lugar donde cayó desplomado el menor de 15 años, en Atocha
En pleno revuelo en el centro de la capital, el 112 recibió un segundo aviso. En un parque junto a la calle de San Ruperto, un joven de 25 años yacía malherido en el suelo tras ser apuñalado en la zona lumbar. Había entrado en parada, por lo que los sanitarios desplazados volvieron a intentar sin éxito las pertinentes maniobras de reanimación. La segunda agresión relacionada con bandas se cobraba la vida de Diego F. L., colombiano de 25 años, a manos de una turba de DDP llegados de Villaverde en otra de las citadas ‘caídas’.
Sin mediar provocación, abordaron a la víctima y la emprendieron a golpes. Minutos antes, el joven había sido visto junto a otros amigos, por lo que no queda claro si este fue atacado solo o en compañía de más personas. Tampoco es seguro que integrase las filas de los Trinitarios, un extremo que la Brigada de Información trata ahora de esclarecer. Sea como fuere, lo cierto es que este tipo de incursiones siempre se realizan por sorpresa, en superioridad numérica y con un buen puñado de armas encima. Dos individuos, un español de origen sudamericano de 20 años y un ecuatoriano de 27 años, miembros acreditados de los DDP, pasaron ayer a disposición judicial tras ser detenidos en las inmediaciones del crimen.
Este enclave ya fue escenario en abril del año pasado de una agresión similar que casi le cuesta la vida a un menor de 14 años. Entonces, un grupo de ocho o nueve pandilleros atacaron al adolescente, de origen marroquí, y a un amigo de este, de 19 años, también a navajazos. El menor sufrió una herida profunda en el hombro izquierdo, otra muy profunda en la cara, dos más incisas en la cabeza y la semiamputación de la mano izquierda. Y a solo unos metros, los atacantes dejaron tirado al mayor de edad tras asestarle tres puñaladas, dos en la espalda y una tercera de carácter penetrante en la cara.
En una carta remitida al consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Enrique López, la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González, confirmaba que dos de las cuatro reyertas registradas el sábado guardan relación con bandas juveniles. Se descartan así los embates de Montecarmelo y Parla, con un saldo entre ambos de tres apuñalados. A los de Usera y Atocha, no obstante, hay que añadir el ocurrido la noche del viernes en un parque del barrio de la Concepción, donde un grupo de catorce personas emboscó a otro de solo cuatro. Uno de los implicados, del bando minoritario, fue apuñalado y permanece detenido en el hospital al pesar sobre él una orden de busca y captura.
Noticias relacionadas