Historias capitales

El diablo que aparecía en la Real Casa de Correos

La leyenda relaciona el edificio que ahora es sede del Gobierno regional con algunas intervenciones del maligno

Real Casa de Correos, en una imagen de 1975 ARCHIVO ABC

Sara Medialdea

Pocos edificios hay en Madrid tan archiconocidos como la Real Casa de Correos. Principalmente, por situarse en él el famosísimo reloj de la Puerta del Sol, con el que millones de madrileños siguen cada Nochevieja el repique de las doce campanadas que anuncian la llegada ... del nuevo año. Lo que tal vez no tantos conozcan es la leyenda, respaldada por algunos documentos , que relaciona directamente este inmueble con el ángel caído. Y es que, durante mucho tiempo, se creyó que Lucifer en persona visitaba el recinto.

Aunque nació para albergar el servicio postal, la Real Casa de Correos ha tenido muchas otras funciones a lo largo de los años: Capitanía General, Gobierno Militar, Ministerio de Gobernación, Dirección General de Seguridad y, ya en democracia, sede del Gobierno autonómico madrileño.

Su origen hay que buscarlo en la segunda mitad del siglo XVIII, cuand o Fernando VI encargó a Ventura Rodríguez el proyecto, para el que fue necesario demolir una serie de edificios situados en la zona. Cocnretamente, hubo que echar abajo 30 viviendas de dos alturas situadas entre las calles Correo, San Ricardo y Carretas.

La inquietante imagen en el techo del reloj de la Puerta del Sol JAIME GARCÍA

Ventura Rodríguez firmó el encargo el 26 de agosto de 1756. La idea era construir un edificio que centralizara el servicio de Correos de la Corte. Pero la muerte de Fernando VI y la subida al trono de Carlos III dio un vuelco a los planes. Para algunos, porque el nuevo monarca tenía otros gustos artísticos; para otros, porque no se entendió con el arquitecto Rodríguez. El hecho es que, finalmente, el rey le relegó y puso al frente de la obra al arquitecto francés Jacques Marquet, que se encargó del proyecto y la construcción (entre 1766 y 1768) del edificio.

El cambio no gustó mucho a los madrileños, que censuraban que no se hubiera elegido a un profesional español para dirigir las obras, sino a uno extranjero. Además, no les convencían los cambios en el proyecto que introdujo el galo: ni el estilo que le dio al inmueble, ni su distribución interior, y sobre todo les disgustaba el hecho de que no tuviera una gran escalera , que diera realce a tan importante lugar. Las crónicas recogen comentarios que achacan al conjunto ser «poco elegante» y protestan porque «un lugar tan noble de Madrid no merece un edificio tan simple».

Apariciones

Igual ahí se torcieron ya los acontecimientos; el caso es que cuando las obras se iniciaron, comenzaron los problemas, en forma de siniestras apariciones.

En efecto, se sabe que los obreros que tomaron parte en la construcción del edificio aseguraban escuchar ruidos extraños, golpes que no cesaban ni cuando pararon los trabajos. Los andamios se movían, las luces se apagaban repentinamente, e incluso afirmaban escuchar una voz que avisaba que el edificio pertenecía al infierno.

Ni por un momento dudaron de que era Satanás en carne mortal quien profería semejantes amenazas, y por eso se declararon en huelga de brazos caídos, aterrados por la posibilidad de estar conviviendo en la obra con el mismísimo demonio.

Marquet demostró tener mucha mano izquierda, y conocimiento de la psicología popular. Porque en lugar de castigos, gritos o amenazas, optó por una vía que resultó más efectiva: contrató un sacerdote para que hiciera de exorcista . De hecho, y esta es la parte que la historia ratifica: en la relación oficial de los que trabajaron en aquella obra, junto a los profesionales de la albañilería, figura un tal Padre López, que fue el encargado de dejar el lugar limpio de espíritus extraños.

Ahí habrían acabado, al menos en teoría, las apariciones de Belcebú en la Real Casa de Correos. Pero hete aquí que esta que les escribe tuvo ocasión de subir, hace apenas unas semanas, a la torre donde se encuentra el reloj de la Puerta del Sol. El motivo, una entrevista con el relojero Jesús López Terradas, uno de los encargados del mantenimiento y cuidado de esta pieza histórica. Revisando más tarde las fotos, apareció la que acompaña esta información, donde una extraña sombra parece dibujar , sobre el techo de madera, la sonrisa sardónica de Lucifer.

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