La carrera de autos París-Madrid en la que participó la 'valquiria del volante'

Pero volvamos a la carrera: fue organizada en 1903 por el Automobile Club de Francia y el Automóvil Club de España . Tuvo su salida el 24 de mayo de 1903 a las 3.30 horas en Versalles. De allí arrancaron 315 vehículos, entre los que los había grandes vehículos -con motores de hasta 90 caballos-, automóviles ligeros, pequeños coches -de 6 a 9 caballos- y motocicletas.

Este París-Madrid de principios del siglo pasado estuvo plagado de accidentes, que le costaron la vida a dos conductores y a seis espectadores, como mínimo, dado que el número total de víctimas mortales nunca fue registrado. Entre los fallecidos, se habló de Marcel Renault, hermano del fundador de la marca. Por eso, en los medios de la época comenzó a conocerse la prueba como «la carrera de la muerte». Dado el fiasco, el gobierno francés decidió detenerla a su paso por Burdeos.

Una decisión muy aplaudida en la prensa española, donde no veían con buenos ojos la competición con semejantes artefactos. Blanco y Negro hablaba de la «general satisfacción que en España ha producido el fracaso de la carrera». Aplaudían la «casualidad providencial» que se había colocado «en la frontera para no dejar pasar a la monstruosa legión de endriagos y vestiglos que venían del Norte destrozándolo todo».

Lo cierto es que, suspendida la carrera, muchos de los conductores decidieron continuar la ruta hasta Madrid, aunque ya sin competición de por medio. Lo que los transformó de «locos y febriles corredores en pacíficos turistas». Así llegaron a la capital de España en un «alegre y simpático espectáculo» el 27 de mayo de 1903. Hicieron el viaje en 13 etapas, y fueron recibidos por una comisión del RACE, por la prensa y por los madrileños: salieron a las 5 de la tarde de El Escorial, y a las 6 llegaron a Madrid.

Entre las viajeras, Marie Marthe Camille Desinge du Gast, Madame du Gast, una aristócrata francesa que por entonces tenía 35 años y era una representante genuina de la Belle Epoque . Millonaria y viuda, montó en globo y paracaídas, tiraba con pistola y rifle, y muy aficionada al volante, hasta el punto de que la prensa de la época la llamaba «la valquiria del automóvil».

Su actitud, tan chocante para el modelo femenino de la época, no era bien entendida por gran parte de la sociedad. No hay más que leer las crónicas del momento, que e preguntaba cómo «habiendo sudexpresos con grandes comodidades, que hacen el recorrido e París a Madrid en 26 horas, prefiere venir, como ella lo ha hecho, en automóvil, tragando polvo y exponiéndose a estrellarse en el camino». Una publicación francesa recogía, de nuevo, los más rancios prejuicios hacia la dama: «Los galantes franceses aplaudieron y levantaron sus sombreros, pero, entre nosotros, debemos confesar un sentimiento de duda acerca de si las duras carreras de larga distancia son un asunto propio para las damas».

A bordo de su vehículo, 'De Dietrich' , participó en la carrera. No era la primera: ya había tomado parte en las que se realizaron previamente entre París y Berlín, y París y Viena. Para la de Madrid, se hizo construir un nuevo coche con cuatro velocidades y capaz de alcanzar los 100 kilómetros por hora.

Debía ser un buen coche, y ella una conductora con pericia, porque aunque comenzó en la 29ª posición, a los 120 kilómetros de la salida ya había escalado nueve puestos. Se paró entonces para auxiliar a su compañero de equipo, el inglés Phil Stead , que había quedado atrapado bajo su auto tras volcar éste en una zanja. Estuvo a su lado hasta que llegaron las ambulancias, con lo que le salvó la vida, pero cuando llegó a Burdeos, donde la carrera fue detenida, ella ocupaba el puesto 77.