Inés Arrimadas se sacude los complejos con Vox

El 11 de noviembre, el mismo día que PSOE y Unidas Podemos registraron la proposición de ley para derogar el delito de sedición –por el que fueron condenados los líderes del 'procés'–, Arrimadas propuso al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que liderase una moción de censura contra Pedro Sánchez. Tres días después, Santiago Abascal siguió sus pasos y reclamó la misma iniciativa, aunque con el matiz de que lo ideal sería que el candidato fuese una persona «de consenso».

Ahora, después de que el Gobierno haya aprovechado esa reforma para rebajar la malversación –el otro delito cometido por los ejecutores del 'procés'– y para intentar forzar la renovación del Tribunal Constitucional, Abascal ha iniciado ya los contactos para la búsqueda de un candidato neutral. Y en ellos, las conversaciones entre él y Arrimadas se han intensificado.

Desde el entorno de Arrimadas señalan que para ella la preferencia sigue siendo que sea Núñez Feijóo, como líder de la oposición, quien encabece la moción de censura. Por eso, la presidenta de Cs también está en contacto permanente con la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, única popular que se ha manifestado públicamente a favor de dar este paso. Este mismo miércoles, según fuentes parlamentarias consultadas por ABC, las dos parlamentarias se vieron en la cafetería del Congreso.

Fuentes cercanas a Arrimadas enmarcan los contactos entre ella y distintos dirigentes en la normalidad de quienes persiguen una meta común, que en este caso es parar los pies a Sánchez y que «la gravedad del tema» tenga «la repercusión que merece». Pero esta actitud dialogante con Vox choca diametralmente con la adoptada por Rivera en 2019 durante la conformación de los gobiernos de coalición con el PP que dependían del partido de Abascal.

En Andalucía, la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia, la formación liberal evitó reuniones a tres bandas entre PP, Vox y Cs y la firma de documentos conjuntos para garantizar los votos de los derechistas a los ejecutivos que compartieron en exclusiva PP y Cs. Los populares actuaron de mediadores entre ambos y suscribieron acuerdos en paralelo con Cs y con Vox.

«Ahora sí que nos hablan, ¿no?», ironizaba esta semana un diputado de Vox en los pasillos del Congreso, preguntado por las conversaciones entre Abascal y Arrimadas para dar alas a la moción de censura, rechazada por el PP. Atrás quedan los vetos cruzados que amagaron con complicar las relaciones entre los tres partidos, aunque entonces Cs, ahora en vías de extinción, era todavía 'hermano mayor' de Vox.

En la célebre manifestación de Colón, en febrero del año 2019, coincidieron por primera vez Pablo Casado –entonces presidente del PP–, Rivera y Abascal. Los tres reclamaban la convocatoria de elecciones anticipadas por la primera de muchas cesiones de Sánchez al independentismo: la figura del 'relator' entre Gobierno y Generalitat.

A Rivera lo incomodaba esa imagen, a pesar de que Vox todavía era una fuerza extraparlamentaria en Madrid y solo tenía representación en Andalucía. Sus socios europeos advertían en aquella época al líder de Cs que no debía gobernar con apoyo de «la extrema derecha». Arrimadas, en la V Asamblea General de Cs, en 2020, ganó las primarias con un documento estratégico que levantaba oficialmente el veto al PSOE e imponía como únicas líneas rojas el nacionalismo y los populismos, en los que se incluían tanto a Vox como a Podemos.

Esta semana, sin embargo, Arrimadas no ha tenido problema en dejarse fotografiar, el lunes, en primera fila de la presentación del 'think tank' Pie en Pared, junto a Abascal. La asociación, lanzada entre otros por Esperanza Aguirre y por los ex de Cs Juan Carlos Girauta y Marcos de Quinto, congregó a Rivera, José Manuel Villegas, Arrimadas, Begoña Villacís y Miguel Gutiérrez, entre otros rostros de la órbita de Cs.

Girauta y De Quinto, precisamente, abrieron la primera crisis interna que encajó Arrimadas cuando abandonaron Cs entre críticas a su acercamiento a Sánchez por secundar las prórrogas del estado de alarma por el Covid-19. Ellos eran partidarios de asumir el respaldo de Vox sin complejos, lo que curiosamente se está visibilizando ahora.

Edmundo Bal, quien ha anunciado su candidatura a liderar Cs, avisó este martes en una entrevista en ABC de que el partido no debe ser contemplado como uno más de la derecha y debe «volver» al centro. Pero Arrimadas este miércoles lanzó otro guiño a Vox, según dicen desde su entorno, en defensa de «la libertad de expresión y la verdad»: «Podrán incluso borrar del 'Diario de Sesiones' cuando llamamos al pan pan, al vino vino y a los filoterroristas, filoterroristas». Arrimadas ya puso en pie a la bancada de Vox días atrás, cuando, tras ser expulsada la diputada Patricia Rueda por negarse a retirar la palabra «filoterroristas», dijo que algunos en Bildu son «directamente terroristas». Fuentes próximas a la líder de Cs le restan importancia y recuerdan otras discrepancias. El último ejemplo, las enmiendas a la totalidad a la derogación de la sedición, cuando Cs apoyó la del PP, pero rechazó la de Vox.