Entrevista
Edmundo Bal: «Ofrecí a Arrimadas un nombre de consenso y respondió con una carcajada»
El abogado del Estado propuso a la presidenta de Ciudadanos que María Muñoz sea la nueva portavoz en el Congreso
Madrid
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Iniciar sesiónEdmundo Bal (Huelva, 55 años) se presentará a las primarias para liderar Ciudadanos (Cs) salvo giro inesperado de guion. Este domingo habló por teléfono con Inés Arrimadas para intentar encauzar una candidatura de unidad, pero cuando planteó una tercera persona para ... ser la nueva portavoz en el Congreso, la diputada María Muñoz, la respuesta de la actual líder fue clara: «Una sonora carcajada».
—No lleva ni cuatro años en política, tendría la vida resuelta como abogado del Estado y quiere liderar un partido con futuro incierto, ¿por qué?
—Porque creo en el futuro de este partido, en el proyecto y en la necesidad de que en España exista un partido de centro, liberal y progresista. Se lo debo a los afiliados. Cuando terminó la última campaña, la andaluza, un cazatalentos me hizo una oferta mareante de dinero para un gran despacho y le dije que no.
—Insiste en que Inés Arrimadas debe dar un paso a un lado, pero ella nunca se ha presentado a unas elecciones generales como candidata.
—Para terminar de forma correcta la refundación, yo creo que hace falta un vehículo nuevo, un partido capaz de pactar a un lado y a otro. Las únicas líneas rojas que debemos tener son los separatistas, Bildu y ERC. Los afiliados nos piden que no seamos el hermano pequeño del PP y no hagamos política subalterna. Nosotros teníamos una intención del voto cuando negociábamos los estados de alarma en torno al diez por ciento y ahora las encuestas nos dan el uno o el dos. Necesitaremos un revulsivo. En 2016 se suscribió el famoso pacto del abrazo con el malvado Pedro Sánchez. Pudimos conformar en 2019 un gobierno de 180 escaños que excluyera a los populistas de Podemos, a los nacionalistas de PNV y a los independentistas de ERC y Bildu. Seguir igual es seguir hacia el barranco, hacia la defunción.
—Habla de renovar el liderazgo, pero usted es el número tres de Arrimadas en el partido y su número dos en el Congreso.
—Nos hace falta una cara conocida para que ese señor que se presenta en su pueblo por Cs diga: «Yo voy detrás de esa persona». Ya me gustaría a mí que hubiera otra persona, sinceramente. ¿Pero cuál es la alternativa? ¿Hay alguien más? Aunque quizá no sea una cara nueva, creo que mi proyecto colectivo sí es novedoso. Cuando pase 2023, nuestra misión es encontrar un nuevo líder. No me presento para jubilarme de líder de Cs. Me presento para pasar de 2023 con buena salud. ¿Quién? Una persona joven que despierte la ilusión que despertó Albert Rivera.
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—¿Esa persona podría ser el líder de Cs en Europa, Adrián Vázquez?
—Ha tenido un papel muy protagonista y muy brillante en el proceso de refundación. Me parece una persona muy inteligente, tremendamente modesta en relación con sus capacidades. Un día me dijo: «Yo no sé cómo eres capaz de ponerte delante de las cámaras sin que te tiemblen las piernas, no sé si sería capaz». Yo creo que sí. Se aprende.
—El domingo habló con Arrimadas, ¿cómo fue la conversación?
—Hablamos por teléfono. Le hice una oferta. Le propuse un nombre de consenso, María Muñoz. Como he dicho, pedí en la ejecutiva de mi partido que Arrimadas diera un paso a un lado. Yo le ofrecí darlo también. Un paso a un lado que puede ser al ladito, en un puesto cercano a la dirección, o muy al lado, renunciando a todos los cargos. Estoy dispuesto a renunciar a todos mis cargos; ella no. Ella me respondió diciendo que su papel de líder –en el Congreso– era absolutamente innegociable. Le ofrecí una persona de consenso, un nombre, y le dije que nos apartábamos lo que ella quisiese; se rio de mí. La respuesta al nombre que yo le di fue una sonora carcajada. No recibí ninguna contraoferta.
—¿Le pidió que dejase de ser portavoz en el Congreso y ella lo rechazó?
—Efectivamente. Siempre se ha jugado, voy a decirlo de buena fe, con una cierta trampa lingüística. La refundación tenía que ser creíble y no parecer un engaño. Resulta que ahora este partido no va a tener presidente. ¿Alguien se imagina que no va a mandar nadie? Se ha jugado con la trampa del portavoz político del partido y el portavoz en el Congreso. Vamos a ver. El portavoz del grupo parlamentario en el Congreso es la persona que se enfrenta a Sánchez, que hace la pregunta en la sesión de control, que da las ruedas de prensa, que habla por la voz del partido, que manda en el partido, la persona que el ciudadano ve en su televisión. No engañemos a la gente. No vale mandar desde atrás, no vale mandar en la sombra.
—¿Qué le parece entonces la oferta de Arrimadas de renunciar a ser portavoz política si usted retiraba su candidatura?
—Es una oferta absolutamente inaceptable. Es volver a la casilla de salida. Esto no es una tercera vía, es la primera vía; el plan inicial.
Gobierno de 180 escaños
«No podemos volver a cometer el error de no tender la mano para excluir a Podemos, Bildu, ERC y PNV»
—Ha trascendido que Begoña Villacís se opone firmemente a su candidatura.
—Yo creo que fueron declaraciones apresuradas. A Begoña le estoy muy agradecido. Cuando empecé en política, fue mi madrina. Luego, en su campaña en las municipales, la ayudé mucho. Y ella me ayudó mucho en la campaña en la Comunidad de Madrid. Hemos discutido, cómo no, y opinado distinto en la línea a seguir. Pero no puedo entender unas declaraciones que digan: «Favoreceré a cualquiera que vaya contra Edmundo». Quiero que me digan qué les parece dejar de tener socios preferentes y no volver a cometer el error de no tener un gobierno de España formado por 180 diputados, darle cuatro presidencias autonómicas al PP y no reclamar, por ejemplo, que Villacís fuese alcaldesa de Madrid. El primer paso es reconocer los errores. Conmigo al menos intentaremos tender la mano para que España pueda ser gobernada por 180 escaños y sin que 47 millones de españoles tengan que estar sufriendo a Podemos, Bildu, ERC y PNV.
—Ha dicho ya tres veces que fue un error no intentar formar gobierno con el PSOE. ¿Por qué no lo dijo entonces?
—En aquel momento entraba en política, no mandaba nada en el partido. En aquel momento, lo voy a decir con total honestidad, lo que yo pensaba es: «¿Cómo es posible que no vayamos a formar gobierno?». Era la oportunidad ya no solo de apoyar a un gobierno, como al de Mariano Rajoy, sino de formar parte de él. Sobre todo cuando teníamos ya firmado el pacto del abrazo en 2016 con el malvado Sánchez. En el partido, por cierto, estaban en la ejecutiva en aquel momento Arrimadas y Villacís. No sé si alzaron la voz entonces por el pacto con Sánchez. Por cierto, no creo que se me pueda considerar amigo suyo ni sanchista cuando soy la persona a la que cesó y trató de arruinar mi vida profesional. No lo comunicamos mal, no. Fue un error.
—Usted ya se presentó en la Comunidad de Madrid y no obtuvo representación, ¿por qué sería distinto a nivel nacional?
—Aunque la gente no se lo crea, el candidato en unas elecciones tiene su opinión, pero no es el que diseña la estrategia electoral. Y en la Comunidad de Madrid, la estrategia electoral fue un error. Salimos de la Comunidad de Madrid diciendo que Isabel Díaz Ayuso había cometido una tropelía para inmediatamente decir que queríamos gobernar con ella. Paco Igea salió del Gobierno de [Alfonso Fernández] Mañueco [en Castilla y León], dijo aquí está mi programa, y consiguió más del 6,5 por ciento del voto en la provincia de Valladolid. En la Comunidad de Madrid salimos el primer o segundo día y establecimos una línea roja a Ángel Gabilondo. El mismo error de los 180 que podrían haber gobernado España.
—En verano parecía impensable su cisma con Arrimadas, ¿qué ha pasado?
—Yo creía que la refundación iba a acabar bien, de una manera creíble y exitosa para el afiliado y el votante, cuando me encuentro con esta pantomima del nuevo modelo de partido, donde, so pretexto de una bicefalia parecida al PNV, me encuentro con que en realidad esto va de permanecer mandando en la sombra desde el Congreso sin que nadie nos elija. «Ya nos elegirán más adelante cuando nos presentemos a las primarias para la Presidencia del Gobierno». Este era el plan. Pues yo digo que no. Tengo un problema muy grande con la mentira. Si me ponen delante el escrito de acusación del 'procés', que dice que el 1-O no hubo violencia, digo que no lo firmo; y si me ponen delante un modelo de partido donde dicen que nos quedamos en el Congreso mandando sin que nadie nos elija y siendo otros los que se van a comer los marrones, también digo que no.
Ley del 'solo sí es sí'
«Un buen líder no le atribuye a otra persona la responsabilidad de una posición colectiva del grupo parlamentario»
—¿En algún momento le dijo Arrimadas que iba a dar un paso a un lado cuando culminase la refundación?
—A mí nunca me lo llegó a decir. Y la verdad es que a nadie de los que estábamos al frente nos dijo ni que seguía ni que no seguía. Esto provocó una gran incertidumbre hasta el momento en el que se hizo insoportable. ¿Pasa algo por que decidan los afiliados en un sistema democrático quién quieren que sea su líder? Si gano esas elecciones, si es que no se acepta ninguna propuesta de unidad, en mi ejecutiva habrá puestos de la otra candidatura.
—¿Habría cambiado algo si Arrimadas hubiese dicho desde el principio que quería liderar el partido?
—Si hubiera dicho esto, habría levantado la mano y habría dicho que eso no era bueno para nuestro partido. Tenía claro desde el primer día que la refundación tenía que acabar con un nuevo liderazgo.
—Arrimadas insiste en que su única discrepancia es la 'ley del solo sí es sí'.
—Porque no quiere hablar de esto. No quiere hablar de lo que de verdad pasó. En la 'ley del solo sí es sí' hubo posiciones a favor, en contra y asumimos una posición colegiada. Me parece inadmisible que tomando una decisión colegiada luego diga que ese voto no lo eligió ella. Una razón más para que no continúe con el liderazgo es que no asuma la decisión colectiva de todo el grupo parlamentario. Un buen líder es el que se pone delante y defiende la posición colectiva o, si tiene que pedir perdón, lo pide en nombre de todo el grupo. Pero no le atribuye a otra persona la responsabilidad.
—¿Fue un error votar a favor de esta ley?
—Podíamos habernos abstenido. Pero la discusión se planteó de una manera muy sencilla en el grupo parlamentario. Era votar que no a La Manada, era votar que no a que fuera un tipo penal privilegiado violar en grupo respecto a violar individualmente, era votar que no a la burundanga cuando mi hija se va por la noche a la discoteca con una copa, era votar que no a los abusos sexuales a personas con discapacidad que normalmente no se resisten a esos abusos y donde, por lo tanto, el abusador tiene una pena privilegiada, era votar que no a esa conducta que antes de esta ley era prácticamente impune que es que el varón, para humillar a la mujer tras una ruptura, pueda lanzar por internet fotos de ella desnuda. Mi compañera Sara Giménez denunció que se iban a producir revisiones de condenas y, por lo tanto, nos encontrábamos con la posibilidad de abstenernos o de votar que sí, pero nunca jamás que no.
¿Sanchista?
«¿Quién va a pensar que Edmundo Bal es sanchista cuando fue la persona que arruinó mi vida?»
—¿Se considera socialdemócrata?
—No (ríe). Nunca en la vida. Siempre me he considerado de centro, centro, centro. Mis amigos de la universidad me llaman radical de centro, para ellos, que son 'rojetes', soy 'muy facha', y para los del cuerpo de abogados del Estado, 'rojo'.
—¿Un partido de centro puede pactar con un PSOE que quiere derogar la sedición y rebajar la malversación?
—Un partido de centro es un partido que puede conseguir buenas cosas para los españoles negociando los estados de alarma para que la gente no se muera y salga adelante, y que se opone de forma enérgica y vehemente, con todos los recursos a su alcance, a la reforma del delito de sedición. Nosotros no podemos estar en el cuanto peor mejor del PP. ¿Quién va a pensar que Edmundo Bal es sanchista cuando fue la persona que arruinó mi vida?
—¿Quién va a ser su secretario general si sigue con su candidatura?
—Tengo varios candidatos y he hablado con varias personas, pero quiero que se lo piensen con tranquilidad. A la Asamblea va un artículo que impide que el secretario general se pueda presentar a un proceso electoral. No tengo miedo a un secretario general. Si soy presidente, me gustaría tener un secretario general potente, un buen perfil político. No tengo miedo a que pueda competir conmigo en unas primarias. Voy a apoyar las enmiendas que se han presentado para que el secretario general pueda ser una persona potente, no un segundón. No quiero a mi alrededor pelotas ni palmeros, quiero gente crítica que me haga aprender y progresar.
—¿Cs necesita también un nuevo nombre?
—Quiero someterme al consejo de los expertos. No sé nada de 'marketing'. Hablando de corazón, a mí me gustaría no cambiar el nombre. Podemos cambiar el color, el tipo de letra, pero el nombre… Ciudadanos es un nombre muy bonito.
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