Valado, la pequeña aldea de Vilalba que viaja a 1944 para acoger el rodaje de una película
La primera película de Clara Bilbao, 'Tratamos demasiado bien a las mujeres', junta a Carmen Machi, Antonio de la Torre y Luis Tosar en una comedia bélica de posguerra
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VILALBA
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Iniciar sesiónLa pequeñísima aldea de Valado, en Vilalba (Lugo), nunca había vivido nada así: allí acostumbra a nevar durante los meses más fríos, pero nunca había nevado celulosa. Los alrededores de la antigua escuela unitaria del pueblo se cubren de un blanco manto de nieve artificial ... para convertirse en la reconstrucción de una aldea de los Pirineos: se está rodando la película 'Tratamos demasiado bien a las mujeres' (Ficción Producciones), protagonizada por Carmen Machi y Antonio de la Torre. Otros papeles son para Luis Tosar, Diego Anido, Óscar Ladoire o Iván Marcos. La dirección corre a cargo de Clara Bilbao, novel como realizadora, pero con casi 30 años de experiencia a sus espaldas en el cine y tres Goya como diseñadora de vestuario que avalan su arriesgada apuesta en esta película.
'Tratamos demasiado bien a las mujeres' está basada en la novela de Raymond Queneau de título similar —'Siempre somos demasiado buenos con las mujeres'—, ambientada en la Irlanda de la Guerra de Independencia. Explica el guionista, Miguel Barros, que aunque se pagaron los derechos y el título es el mismo, sirvió como punto de partida. Carmen Machi (Remedios) se prueba su vestido de novia en una estafeta de Correos en el 1944, cuando de repente unos maquis que huyen hacia Francia la toman por la fuerza. Pero ella no se lo pondrá tan fácil. Esa es la trama; el género, difícil de catalogar: comedia, negro, drama, bélico... Lo que sí habrá será mucha sangre, aseguran directora y productores, y así lo revelan las manchas de pintura roja del 'nevado' suelo de Valado.
Aquel suelo blanco lo habían recorrido a rastras durante la jornada anterior una decena de vecinas, contratadas como figurantes, simulando la muerte. Incluso la propia Marisa, que regenta el bar que se convirtió en el refugio del equipo de producción durante este rodaje, también tiene segundos de pantalla en el metraje. Eso sí, a ella no la arrastraron, que no está para tanto trote, dice. El rodaje está dando la vuelta a la vida de la tranquila aldea: nunca antes se había hecho nada parecido en el lugar, y ahora, durante más de un mes día sí día también, el suelo está cubierto de nieve artificial, entran grúas de 40 metros de alto y un equipo de medio centenar de personas trabajan intensamente, incluso durante toda la madrugada. Aunque para muchos las cosas quizá no hayan cambiado tanto: a pesar de que el bar de Marisa y su marido esté a unos pocos metros del set, algunos vecinos todavía pasan la tarde allí, tomando su licor de hierbas, rodeados del ajetreo que toda filmación acarrea.
«Una película valiente»
Un silencio absoluto llena el nevado set de rodaje. Todos están en sus puestos, la alta pértiga con el micrófono cuelga desde las alturas. Algunos guardias civiles están muertos, hay algún miembro amputado tirados en la tierra. No hay ni un ruido cuando el ayudante de dirección anuncia: «¡Acción!», y comienza la grabación de lo que será un plano de esta compleja película. Convertir esta obra en un producto está siendo difícil: «Lo peor fue encontrar quien la produjera», cuenta la directora, Clara Bilbao, agradecida con Mamen Quintas y Julio Casal, de Ficción Producciones.
«Es una película valiente, oportuna, que va a dejar su poso», asegura Quintas. «Convive el surrealismo, el realismo, el drama, la violencia, las ideologías extremas, el feminismo...», resume la directora, aunque dice que «no es una película con mensaje, sino que tiene el fin de divertir». El guion llegó a ella de parte de Miguel Barros directamente. Dice el guionista que Bilbao suele ser de las primeras en leer sus textos, y ya hace unos ochos años desde que este llegó a sus manos. También a las de Carmen Machi.
Directora y actriz habían estado trabajando en otra producción, y al terminar Bilbao le dejó el guion: quería que Carmen Machi fuera la protagonista. «Pasaron 60 minutos, el tiempo que tardé en leerlo, hasta decirle que sí», cuenta la actriz. «Pues yo me enteré hace unos meses», apunta Antonio de la Torre, frente la extrañeza de Machi, que le replica «¡pero si yo sabía que ibas a estar desde hace años!». Son momentos previos al comienzo de la jornada, pero los actores se entrevistan uno a otro entre risas distendidas:
—Antonio, ¿tú qué papel representas? —pregunta Machi.
—Soy un hombre de campo que sufrió una tragedia familiar terrible, y lo único que le queda es la lucha por un ideal: la vuelta de la República y el orden democrático de antes del golpe.
Toca esperar hasta el estreno para conocer en profundidad cómo se desarrollará esta historia, pero lo que está muy claro es que es un cóctel entre comedia y tragedia. Bromea de la Torre: «Tarantino y Clara Bilbao son los únicos que juntan bien estos géneros». Y el actor Iván Marcos añade que ve mucho del cine de José Luis Cuerda en el tipo de humor y tono de la película. «Es una locura, un capricho, una necesidad escrita desde las tripas y de forma apasionada», resume el guionista, Miguel Barros.
La complejidad y la «locura» no fueron sencillas de canalizar. Para que en rodaje saliera todo redondo, los actores se sometieron a un entrenamiento con un asesor militar durante varias semanas antes del filmar. La exigencia física es alta, si ya las armas —reales— pesan, todavía lo hacen más tras ocho horas cargando con ellas. También, para dar credibilidad, hay que saber cómo disparar. «Menos mal que tuvimos los ensayos», dice el intérprete Isak Férriz. Y añade que, sin el asesor militar y el mes de entrenamiento, «sería una parodia».
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