La penúltima batalla de Pachi Vázquez: el exlíder del PSdeG quiere volver a ser alcalde

«La trinchera es la política local, a mí me gusta», confiesa. Hace cuatro años no quiso dar el paso, «pero cometí un error y me impliqué en un proyecto de manera muy coyuntural». Ahora «no podía decirle a mi equipo 'ahí os quedáis' y olvidarme», así que volverá a ser cabeza de cartel. En Carballiño todos se conocen. Y a Pachi, sobre todo. «Curiosamente, el candidato del PP es una persona que estuvo de asesor mío durante diez años como alcalde». Y el actual regidor, el socialista Paco Fumega, fue alto cargo de la Consellería de Medio Ambiente que dirigía Vázquez en el bipartito. «Aquí nadie lleva la política a extremos personales, no hay tensión».

No concurre a ver qué sale. El olfato le dice que pueden pasar cosas. «Tengo toda la ilusión», e incluso algún proyecto estrella que no desvela. «Si lo digo ahora, mañana lo llevan en su programa» sus adversarios. Cree que tiene una oportunidad con un gobierno local desgastado. «Llevamos ocho años perdiendo puestos en el ranking de las villas de la Galicia interior, y hay muchas cosas que se pueden hacer». Si vuelve al cargo, «le vamos a dar un empujón muy bueno al pueblo». Pero para que eso pase probablemente tendrá que pactar. «En la ecuación pesa mucho más la palabra Carballiño que partido», así que «será lo que tenga que ser».

El rockero, que sabe mucho por viejo, rechaza el debate de la edad. «Abel Caballero tiene 77, Lula 78, Biden 82, yo 68. Hay que tener un respeto por determinadas personas que con edades así siguen participando en la vida pública. Si Abel saca 20 concejales, está claro que la edad no es un problema». El alcalde vigués es uno de sus antiguos camaradas con los que mantiene contacto fluido. Asegura que le quedan «buenos amigos» en el PSOE, pero no da señales de querer volver. «No me interesa formar parte de él».

«Se puede ser socio del Madrid, y otra cosa es ser madridista», explica. «Se puede ser afiliado, y otra cosa es ser socialista. Lo que sostiene al PSOE no es el partido, sino los corazones socialistas que hay en toda España, y yo estoy en esos corazones». Militó veinte años en la organización, la dirigió en Galicia durante cuatro años. Pero no la extraña. «La recuerdo como una época de mucho trabajo, de mucha ilusión y muchas turbulencias». Malos tiempos «en los que todo era culpa de Zapatero», y eso lastraba sus aspiraciones.

Como quien no quiere la cosa, manda recado. «Saqué 18 escaños [en las autonómicas de 2012] y doy un paso atrás, porque había que haber sacado más. Pero los que vinieron por detrás iban a hacer la revolución, y desde que yo me fui mira cómo va la gráfica». El PSdeG es tercera fuerza con 14 escaños. Pachi tiene su teoría respecto a qué pasó en 2012. «Apareció en circulación Beiras con Yolanda, y determinados medios focalizaron el debate entre ellos y Feijóo. Por lo que fuera. Y nos desviaron del foco». Conserva encuestas de pocos meses antes «que nos daban 20 o 21». No fue así. «Me fui pensando que otros lo harían mejor. Bueno, la gráfica está ahí», insiste.

No ha perdido el punch, ni el gatillo rápido para la frase pegadiza, esas que le perseguían mientras dirigió el PSdeG. No echa de menos el bullicio y la adrenalina de la primera línea. «Me da mucha tranquilidad que siempre intenté hacerlo lo mejor posible, jugué con las cartas que había, no me inventé reglas, y cometí errores». Dispara una frase para el mármol. «Donde empiezan las olas de veinte metros para mi barco es cuando apruebo la norma de una persona, un cargo». No gustó a muchos en el partido, «y pasé de ser una persona querida a que había que cargarse al de Carballiño como fuera». Todo eso queda atrás en la hoja de servicios, tanto como un bipartito del que él conserva «muy buenos recuerdos», y cuyo principal debe fueron «errores de comunicación y de convivencia». Con Touriño, sin embargo, «hace mucho tiempo» que no coincide. Silencio.

Hoy está centrado en sus empresas, dedicadas a la atención sanitaria, tras jubilarse del Sergas. «Trabajo mucho, desde primera hora de la mañana». Pachi es ahora el doctor Vázquez, bata mediante. «Mucha gente no sabía que era médico». En la pandemia, sus vídeos dando consejos sencillos se hicieron virales. «Fue un momento en que tuve la percepción de que había tal barullo, que podía ser útil simplificar el mensaje». Algunos vídeos tuvieron cientos de miles de reproducciones.

«El tema era decir cosas sensatas y creértelas». Se lo llevaban los demonios cuando veía noticias sobre el coronavirus «en el As o el Marca, que serán grandes diarios deportivos» pero desde luego no estaban especializados en salud. «La gente, marcada por el miedo a morirse, se agarraba a informaciones a las que yo daba poco crédito». Llegó un momento en que paró, «pero me quedó el cuerpo bien».

Aún hoy en redes «me siguen preguntando pequeñas cosas». Ahí va una. ¿Habrá ola en las municipales de mayo como la hubo en 2011? «El PSOE va a pagar en la política local los platos rotos del descontento electoral a nivel nacional, no hace falta ser muy listo», aunque el efecto lo circunscribe más a «las grandes ciudades» que a los pequeños pueblos. «Aunque tampoco veo al PP para echar cohetes», y el BNG «va a mejorar un poco, pero no va a ser la alternativa en las ciudades. No veo una ola que se lo vaya a llevar todo».

Extraña a Alfredo Pérez Rubalcaba —«si levantara la cabeza se volvía a la tumba él solito por lo que está pasando en España y el PSOE»—; cree que Feijóo «tiene buenas cartas para la partida, pero a veces con buenas cartas también se pierde»; cree que su historia política «podría haber sido muy distinta» si hubiera ganado las primarias en 2014 para ser candidato en Orense; y aunque no guarda rencores, no olvida el comportamiento del TSXG cuando la Fiscalía le implicó en una denuncia por 'enchufismo' durante su etapa como alcalde. «Fue una denuncia absolutamente política», de la que salió absuelto en 2021. Él lo llama «cornadas colaterales de la política».

A la conversación le seguirá una comida con pulpo y carne 'ao caldeiro', con reflexiones de una incorrección suficiente como para no caber en un reportaje. Ni siquiera en un libro de memorias, que Pachi descarta «porque no tengo filtro y contaría demasiadas cosas». Ahora solo habla de Espazo Común, un partido «socialdemócrata, galleguista y constitucionalista». Nada más. Y ojo porque promete darle algún susto a más de uno. O eso intuye. El viejo rockero se despide, agradecido por hablar de los días de vino y rosas, con sus espinas y su resaca.