El Laxeiro argentino en el Museo Gaiás

Allí llegó a comienzos de los años 50, pero ya tenía labrada una amplia y reconocida carrera. Natural de Lalín, Pontevedra, ya desde niño fantaseaba con las historias que su abuela o los vecinos de la rural aldea le contaban. Todavía de chaval, con apenas 13 años, se embarca hacia La Habana, donde coge el pincel por primera vez, y queda su destino marcado: aquellas clases que tomaba por las noches en la capital cubana lo harían pintor. Su estancia allí, con todo, no sería para siempre, sino que cuatro años después, en 1925, volvería a Lalín. Enfermo de tuberculosis, le vio la guadaña a La Muerte, pero no alcanzó su pescuezo: él mismo relataba que las montañas lo curaron y, con probabilidad, el suceso haría que se decantara por dedicarse a la pintura a nivel profesional.

Todo buen artista es de padres con dinero o becario. Laxeiro fue lo segundo, y gracias a estas ayudas pudo vivir en Madrid codeándose con los intelectuales de la época: desde Otero Pedrayo hasta Federico García Lorca, pasando por Castelao, Valle-Inclán o Eduardo Blanco Amor. Para alimentarse, visitaba el Museo del Prado casi a diario.

Tras un paso por Vigo de varios años —sobrevivía a base de retratos para la burguesía—, emprende su viaje a Sudamérica, tema central de la exposición 'Foi un home'. Lo invitó Luis Seoane, artista y amigo, a participar en una exposición en Buenos Aires titulada 'Artistas galegos'. Residiría ahí durante 20 años. Es su periodo de plena madurez, donde, tras dejar el franquismo y su yugo atrás, adquiere la independencia artística plena.

La ciudad era una de las capitales culturales del momento, escribe Javier Pérez en la entrada dedicada al autor en el Álbum de Galicia del Consello da Cultura Galega. Laxeiro, como una esponja, queda expuesto a diferentes tendencias artísticas de todas partes del mundo, ganando peso, sobre todo, la corriente expresionista tan presente en su obra. Su pintura siguió radicalizándose hasta llegar a un punto abstracto. Mientras que en los años 30 y 40 sus cuadros «sintonizaban con la figuración europea del periodo de entreguerras», escribe Pérez, su etapa argentina estaba mucho más cerca de los lenguajes informalistas, que rechazaban cualquier academicismo y defendían una pintura mucho más «salvaje».

Ya en Buenos Aires, Laxeiro desarrolla su actividad como ilustrador de diversas publicaciones —'Seara de Romances' de Eliseo Alonso o 'Poemas de Rosalía de Castro, Eduardo Pondal y Curros Enríquez' para la editorial Monte Medulio en París— y participa en diversas exposiciones a un lado y a otro del océano. Sus obras, además de estar en alta consideración en Argentina o Uruguay, también se mostraban en Santiago de Compostela.

El Laxeiro argentino, aunque a miles de kilómetros, mantendrá muy presente su tierra natal en su obra. Sus amigos y colegas en Buenos Aires, gallegos, hacen que no se desvincule de la tradición de su tierra. «Galicia inspiró al Laxeiro más universal y, en contrapartida, el pintor ha llevado la identidad gallega por el mundo», declaró ayer el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, durante la inauguración de la muestra. Ésta reúne piezas que provienen del Museo Municipal Ramón María Aller de Lalín, el Museo de Pontevedra y Afundación. Esta exposición comenzó en Lalín, pasó por Madrid, actualmente se encuentra en Santiago y terminará en París.