Un médico osado

El caso es que el médico censurado tuvo la osadía de denunciar en una entrevista periodística el victimismo que suelen airear algunos colegas en cuanto sale a colación el tema —ya demasiado sobado— de las guardias, de la entrega profesional, de lo mal pagada que está la profesión y de otros infortunios que equiparan los sacrificios de la medicina hospitalaria a la explotación de los galeotes forzados al remo.

Como casi siempre que se juega a la demagogia y se acude al populismo, también esta vez a los peticionarios de la cabeza del jefe de Neumología («quítate tú para ponerme yo») les ha salido la criada respondona. Y así, su vocinglería ha sido replicada por todos (todos, toditos, todos) los médicos del servicio de Neumología del HULA, firmantes (todos, toditos) de una carta en la que expresan su apoyo y solidaridad con el pretendidamente reprobado, de quien hacen una auténtica apología personal y profesional. Es decir, esta vez, el tiro les salió por la culata a los ofendiditos. «Les salió el tiro por la horma del zapato», barbarizó en ocasión histórica el gran Prado Mañobre.

Por lo demás, que sindicatos y afines protesten contra todo lo que huela a esfuerzo, a sacrificio y a trabajo es lo normal en esa congregación. O sea, no hay novedad, señora baronesa. Lo extraño sería verles firmar un comunicado en el que recriminasen el momio del que disfrutan los llamados «liberados sindicales», esa figura hábilmente colada en el Estatuto de los Trabajadores como instrumento de amansamiento y domesticación.