El Garabato del torreón
La Galiana y otras
Los repertorios tabernarios que valen la pena suelen trazarse con establecimientos desaparecidos
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Iniciar sesiónCuentan los papeles que en Mondoñedo, en la casa museo de Cunqueiro, frente a la catedral de La Asunción, abrió esotro día una 'taberna' bautizada como La Galiana, se supone que en homenaje a su homónima de aquella inconclusa historia de las tabernas gallegas que ... el gran escritor fue soltando a cuentagotas en la revista 'Finisterre', corriendo 1946. Tengo a la vista algunos números.
Los repertorios tabernarios que realmente valen la pena suelen trazarse con establecimientos inexistentes, desaparecidos desde hace decenios. Por eso siempre tienen un tono evocador y un cierto aire de nota necrológica. Además de La Galiana, el catálogo de tabernas cunqueirianas incluye, entre otros populares establecimientos del ramo, la taberna de 'Póngala', donde, por lo visto, «solían ir a beber hasta las benditas Ánimas»; 'El chigre del Lorito', o sea de Manuel Lorito, que estaba en Estaca de Bares y despachaba «malos vinos y aguardientes bravos»; y 'El padre Benito', de Santiago, cuya fama corría en coplas: «O que queira beber viños, / branco e into do Ribeiro, / que veña ao Padre Benito / que a ten o verdadeiro». No confundamos este Padre Benito compostelano con el Padre Benito lucense, taberna también de mucha fama entre los bebedores de la ciudad de la Muralla.
El circuito tabernario lucense cuenta también con su cronista ilustre: Ánxel Fole. Escribió muchas páginas sobre los caldos y morapios de una ciudad a la que sobran méritos para ser declarada Capital Gastronómica de Galicia. En su 'Topografía báquica de la ciudad de Lugo' se mencionan, además de la tasca de El Padre Benito, la Casa da Reina, la Casa de Cosme, la Casa da Viuda, el Xesta… tabernas, en fin, tanto del cogollo de la ciudad como de los barrios alejados del centro.
El poeta Isidro Novo se fue (demasiado pronto) sin dejarnos la gran 'guía do bebercio' lucense, que él podría haber hecho mejor que nadie. Quienes tenemos la suerte de poseer un ejemplar de las dos primeras entregas de su ameno e incompleto repertorio tabernario las guardamos como oro en paño.
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