Análisis
PPdeG: Entre el 'nerviosismo' y el exceso de confianza
Relato y proyecto político propio. Eso deberían andar amasando los conservadores gallegos
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Iniciar sesiónEl escenario político que habrá de conducirnos a las próximas elecciones autonómicas parece estar ya configurado de manera definitiva. Los tres grandes partidos han enseñado sus cartas y designado a sus candidatos. Si acaso, falta por conocer a un actor llamado a tener ... un papel secundario o incluso de simple figurante, como es Sumar. En función de quién encarne a la enésima confluencia de Yolanda Díaz en Galicia se podrá inferir a qué nicho electoral se dirige o qué opciones reales tiene de ser relevante para la izquierda —sumando una alternativa— o para la derecha —dividiendo entre tres al bloque opositor—.
Parece evidente que la poderosa maquinaria electoral del PPdeG está ya en marcha. No hay un partido en España con la capacidad de penetración en el territorio como la de los conservadores gallegos, fruto de más de tres décadas de gobiernos regionales en los cuarenta y pico años de autonomía. Ese es el punto de partida sobre el que debe analizarse el panorama al que se enfrenta Alfonso Rueda en el exigente reto de revalidar no una victoria en las urnas, sino una mayoría absoluta que lo consolide definitivamente.
Anda la oposición identificando por doquier síntomas de «nerviosismo» en el PP ante unas hipotéticas malas perspectivas electorales. Pero la sensación es otra. PSOE y BNG pensaban que sin Feijóo tendrían más fácil desbancar a la derecha, sobre todo cuando su sucesor no tenía un perfil político tan afilado y que les parecía un gestor más gris y apagado, pero las encuestas —a las que hay que darles su justo valor— muestran que minusvalorar a Rueda era un error: a día de hoy revalidaría el gobierno.
Ya se sabía que los perfiles de Feijóo y Rueda eran distintos. Uno, más técnico y cartesiano, cómodo en la retórica de la política nacional, apóstol del rigor fiscal y poco amigo de las medidas efectistas; el otro, con mayor capacidad de conexión con la ciudadanía, menos amigo de discursos oficiales y más de pisar la calle, sabe de qué va el juego de la política. Rueda es consciente de que la oposición lo ha hecho de menos en el último año y pico. Lejos de molestarse ha aprovechado esa aparente minusvaloración —todo un regalo— para afianzar su imagen sin llamar la atención. La jugada le estaría saliendo a favor, a la vista tanto de los sondeos como de los resultados del 23J y del 28M.
El refuerzo no es solo externo, sino también dentro del propio PP gallego. Bajo su presidencia se ha producido un hecho con el que nadie contaba hace apenas seis meses: la marcha de Manuel Baltar no sólo de la diputación provincial, sino del PP orensano. Una salida sin ruido, sin estridencias, sin consecuencias, todo lo contrario a lo que sucedió en 2007 cuando Feijóo prescindió de Francisco Cacharro en Lugo. El partido ha gestionado este relevo con prudencia y mesura, conocedor de que un paso en falso podía complicarlo todo. El resultado, por ahora, es óptimo.
Así las cosas, lejos del «nerviosismo» que la oposición dice ver en cada gesto o declaración de Rueda, en el PP parece haberse instalado una confianza absoluta en las capacidades propias para asegurarse la reválida de la mayoría. Un elevado autoconcepto es el primer paso para el éxito, pero «la confianza es madre del descuido», como advertía Gracián. No todo van a ser autobuses con cervezas (sin alcohol) por los pueblos, ni apariciones en programas de televisión. Va a hacer falta también política, articular no solo un relato sino también un proyecto propio. Porque Rueda no debe buscar la quinta absoluta del PPdeG, sino la primera suya, la que lleve su firma y su autoría.
Para eso, Rueda se está aplicando. Los Presupuestos de la Xunta del año próximo recogen no pocas medidas llamadas a dirigir el gasto hacia sectores de la población muy concretos, principalmente las familias de clase media y media/baja. La chequera de la Xunta tiene menos fondos que la del Gobierno de España, pero el presidente gallego no rechaza el envite y va a jugar sus cartas. Rueda sabe que Sánchez va a apostar fuerte con Besteiro, prometiendo lo que sea —y al coste que sea— para aquilatar su candidatura. No lo va a coger por sorpresa.
Relato y proyecto. Eso debería andar amasando el PPdeG. Sin nervios, pero con tensión. Confidente, pero no confiado.
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