La influencia del Atlántico salvó a Galicia de la ola de calor peninsular
La cercanía del océano reguló las temperaturas, dejando a la Comunidad «al límite» entre masas cálidas y frías
Mientras que en gran parte de España se rondaron los 40 ºC en julio, los gallegos gozaron de un clima más suave
La Aemet da la fecha de la próxima ola de calor en España: temperaturas de récord en estas zonas
SANTIAGO
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Iniciar sesiónAl cabo del mes de julio, Galicia puede decir que ha esquivado en gran medida el calor intenso que azotó la Península. Mientras que la mayor parte de las regiones debieron lidiar con temperaturas próximas a los cuarenta grados, en la Comunidad gallega ... los termómetros fueron mucho más clementes, dejando promedios térmicos entre los 20 y los 30 grados, con temperaturas más suaves en el litoral atlántico que en las zonas del interior de las provincias de Lugo y Orense.
La particularidad de la climatología estival en Galicia es que presenta «una variabilidad diferente» a la del área mediterránea. Los gallegos «estamos expuestos a lo que suceda en el Atlántico» que habitualmente suaviza las temperaturas, mientras que «en el sur-sudeste de la Península hay más probabilidad de entrada de masas de aire cálidas procedentes del continente africano». Pero su influencia, aunque mermada, también llega a la Comunidad gallega, que habitualmente se sitúa «al límite entre esas masas cálidas y las frías, que proceden del norte», informan desde MeteoGalicia.
«Este año quedamos más veces al otro lado de esa masa de aire cálida», detallan. Mientras que se dieron muchas jornadas de calor en el sur, este y sudeste peninsular, «nosotros estábamos al otro lado de esa masa de aire, en la parte más fresca», lo que hizo que se experimentasen en temperaturas «ligeramente bajas» en Galicia, según lo habitual en esta época del año.
Con todo, «es una situación más normal de lo que parece», detallan desde el instituto meteorológico. «Galicia tiene esta variabilidad en el verano. Lo que no fue normal fue el verano pasado. Entonces tuvimos una ola de calor de 9 días en julio, fue un mes de récord en muchas estaciones, se superaron muchos valores extremos de máximas promedio y tuvimos muchos días de tiempo seco y sin lluvia. Eso no es lo normal en esta situación, aunque, al tener tanta variabilidad nuestro clima, unos años y otros son diferentes».
Se debe a la influencia térmica que ejerce la gran masa oceánica del Atlántico. «Las masas de aire que llegan de él lo hacen a temperaturas mucho más bajas habitualmente. Sin embargo, en el Mediterráneo y sur de la Península, los focos térmicos, las masas de aire que llegan, son más cálidas pero, a veces, también se producen entradas de aire del norte de África. Un aire seco, muy cálido, que provoca temperaturas muy elevadas. En Galicia, el Atlántico suaviza las temperaturas».
Aun así, atendiendo al plano general de la región, existieron diferencias. El promedio de las temperaturas máximas en Compostela quedó en 24 grados, por debajo de la media climática para la urbe en julio, de 25, quedando como un mes «un poco más frío» de lo esperable en la capital gallega, pero sin grandes diferencias. En concreto, la media exacta fue de 24'5 grados en julio en la capital gallega, abunda el profesor José Ángel Docobo, director del Observatorio Ramón María Aller.
En conversación con este medio, Docobo señala como el hecho más destacable que «a pesar de los calores que hizo por toda la Península, en Santiago no pasamos los 28 grados». Es una situación «inusual» porque «la media de días de julio que pasan de 30 grados en Santiago es en torno a cuatro, y este año [no hubo] ni uno«, declara. La vez anterior había sido en el año 2009, con lo que «en este siglo solamente ha sucedido dos veces», y no ocurría desde la década de los ochenta. «Curiosamente», valora, ocurre «este julio, del que se se ha transmitido que la temperatura global de la Tierra ha sido la más alta desde el registro».
La máxima absoluta, por otra parte, se registró el día 26, con 28,2 grados, y la máxima más baja fue de 19,8. Las mínimas oscilaron entre los 18 y los 10 grados, dejando una media de 14,5 en un julio especialmente suave para la urbe.
Sin calor extremo en el resto
Un poco más cálida fue La Coruña, donde, «a pesar de la percepción» general que puede haber, la media quedó por encima del promedio térmico de julio, detallan desde MeteoGalicia. Hubo bastantes días con preeminente nubosidad y, detallan, es causa de que las temperaturas queden «contenidas en valores algo más bajos», pero «el promedio de las máximas en julio quedó en 23'6 grados«, algo por encima del habitual, que se sitúa en los 22.
Particularmente, la ciudad herculina «es un lugar que está muy expuesto al nordés», la conjuración atmosférica propia del verano en Galicia. «Este año hubo poco», e incluso se dio «la entrada de algún frente, días de componente sur, en los que se dispararon los termómetros a valores muy elevados». Por ejemplo, el 6 de julio, La Coruña vivió máximas de 27 grados, e «incluso por encima»: «algunas estaciones en la Torre de Hércules rondaron los 30 grados. Es una anomalía porque , en esa época del año, lo más frecuente son esos vientos del nordés con los que la ciudad queda expuesta», rebajando el calor.
También en Pontevedra, según la base de datos del instituto, hubo seis jornadas que alcanzaron los 30 grados, aunque ninguna superó los 31. Las Rías Baixas también notaron el efecto del océano como regulador técnico.
Por contra, en Lugo, el promedio de máximas quedó «por encima de lo habitual, sobre los 26 grados», cuando el normal oscila los 25. La ciudad se situó «más próxima a esa masa de aire cálido, como también Orense, que quedó con promedios normales, ligeramente elevados». El normal es de 30'2 grados, pero este año quedó en 30'8, cuentan. «En verano, en Orense hace calor. Pero, efectivamente, quizás los extremos» que sí se dan otros años, este «no se produjeron, esos 40 grados. Se superaron los 30 muchos días y pocos se superaron los 35».
«Lo destacado» del caso orensano, resume, «es que el promedio fue normal, pero no hubo esos días de calor extremo» y «solamente un día hubo un aviso amarillo por temperaturas superando los 36 grados».
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