Francia reconoce la soberanía marroquí sobre el Sahara y espera beneficiarse
Emmanuel Macron viaja a Rabat con un grupo de empresarios para invertir 10.000 millones
Exteriores no cede sobre el Sahara pese a la recomendación de la ONU
Corresponsal en París
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Iniciar sesiónFrancia, como hizo el Gobierno de Pedro Sánchez, apoya también la soberanía de Marruecos sobre el Sahara occidental y espera favorecerla y beneficiarse a través de la inversión de más de 10.000 millones de euros en sectores estratégicos, como los transportes, el tráfico ... ferroviario, la energía o la transición energética.
Después de tres años de gran tensión bilateral y equilibrios diplomáticos con Argelia, la visita de Estado a Marrruecos de Emmanuel Macron, de tres días de duración, ha permitido relanzar una «alianza estratégica» entre París y Rabat, que el presidente francés confirmó ayer por la tarde, ante el Rey y el Parlamento marroquí con esta declaración solemne: «El presente y el futuro del Sahara occidental se inscribe en el marco de la soberanía marroquí».
Macron confiere a esa decisión nacional francesa otra europea. A su modo de ver, la confirmación de Francia de la soberanía nacional de Marruecos sobre el Sahara occidental, antigua colonia española, es una dimensión multilateral: «Nuestros acuerdos son un deber estratégico que también afecta a la Unión Europea y mucho más allá, a todo el Mediterráneo».
Los franceses piensan que los políticos y el Gobierno está hundiendo Francia
Juan Pedro Quiñonero | Corresponsal en ParísDurante la presidencia de Emmanuel Macron, la deuda pública ha crecido en un billón de euros
Sentada esa matriz estratégica, nacional, marroquí, bilateral, franco-marroquí, el presidente francés espera dar a tales acuerdos una dimensión mucho más ambiciosa, con motivo del vigésimo quinto aniversario del reinado de Mohamed VI: «París y Rabat abriremos una nueva página, un nuevo libro de nuestra historia, firmando un nuevo marco estratégico, con motivo del aniversario de la declaración de la independencia de Marruecos, en la Celle-Saint-Cloud, el 6 de noviembre de 1955. Esa nueva página de nuestro destino común tendrá muchas dimensiones. Francia participará a través de nuestras inversiones en el desarrollo de los territorios del Sahara, en beneficio de la poblaciones locales».
Dicho de manera menos elíptica, por el mismo presidente francés, ante Mohamed VI y los parlamentarios marroquíes: «Nuestros operadores y nuestras empresas acompañarán el desarrollo de esos territorios a través de 10.000 millones de euros de inversiones para hacer realidad muchas iniciativas duraderas y solidaria».
En Rabat, el presidente de la República se ha expresado a título personal y en nombre del gobierno de cohabitación de Michel Barnier, primer ministro. Macron y Barnier no siempre tienen puntos de vista idénticos. Pero, en este caso, los intereses nacionales afirman una complicidad sin fisuras.
Grandes acuerdos
Muchos empresarios han acompañado a Macron en su visita, con el fin de firmar o sentar los principios de grandes acuerdos bilaterales en sectores estratégicos: ampliación de la red ferroviaria marroquí, explotación de hidrógeno líquido, la transición energética, las energías renovables, la hostelería, el turismo, incluso los juegos vídeo, entre otros sectores. Mohamed VI y Macron presidieron ayer por la tarde la firma de los primeros veintiún acuerdos empresariales bilaterales. Las empresas ferroviarias francesas serán las primeras responsables de los nuevos trenes de alta velocidad entre Rabat y Marrakech.
Un punto relativamente «negro», sensible, en cualquier caso, de las nuevas relaciones estratégicas entre Francia y Rabat es la inmigración irregular… Bruno Retailleau, ministro francés del Interior (conservador duro) debía discutir con su colega marroquí, Abdelouafi Lafit, del problema de la «vuelta» a Rabat de los marroquíes que entraron en Francia de manera «irregular», cruzando España, muchas veces.
Las nuevas relaciones entre Francia y Marruecos han caído como una tormenta de agua helada en Argel, donde los dirigentes del Frente Polisario quedan relegados por París a una posición harto «inconfortable» e insignificante.
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