Feijóo se lanza a por la brecha del voto femenino que Sánchez captó el 23-J
Génova diseña una nueva estrategia para evitar un naufragio en el apoyo de las mujeres que tanto le costó en 2023
Ferraz intenta llevarse la polémica al terreno de las cloacas del Estado y de la homofobia, sin desmentir la acusación
Los «prostíbulos» de la familia de Begoña Gómez que atormentan al PSOE
Las últimas decisiones estratégicas del PP -abrir el debate sobre los pactos rechazando una coalición con Vox en el futuro y que Alberto Núñez Feijóo fuera a degüello contra Pedro Sánchez hablando de los negocios de su suegro - «prostíbulos», dijo- están muy ... pensadas. Y guardan relación entre sí. La estrategia diseñada en Génova, coincidiendo con su congreso nacional y lo que afrontan como etapa final de la legislatura, dure lo que dure, pasa por ensanchar su base electoral de forma definitiva y, sobre todo, evitar una movilización decisiva de la izquierda como ocurrió en 2023. El voto de las mujeres es una cuestión crucial en este contexto, porque también lo fue el 23-J para que Sánchez siguiera en La Moncloa.
La reacción que tuvo el electorado del PSOE hace dos años acudiendo a las urnas -cuando aparentemente más desmotivados estaban- tuvo mucho que ver con evitar un gobierno que pudiera tener a Santiago Abascal de vicepresidente. Ese «miedo a la ultraderecha» fue el pilar de la campaña de Sánchez cuando más en la lona estaba y a lo que se ha agarrado toda la legislatura para unir a sus socios parlamentarios y seguir aguantando en las encuestas a pesar de las crisis de su Gobierno.
Pero el escándalo de la trama de José Luis Ábalos y Santos Cerdán lo cambia todo. La corrupción, principal bandera del Gobierno de Sánchez, se ha convertido en su principal amenaza. Y la derivada del caso con la prostitución -con audios que desvelan conversaciones del exministro y su asesor, Koldo García, repartiéndose a mujeres; y novias colocadas en empresas públicas- sumado a otros escándalos como el supuesto acoso a empleadas de Moncloa de Paco Salazar, otro hombre de la total confianza de Sánchez, puede ser lo más letal para su electorado.
En mitad de esta situación encaja también la ofensiva de Feijóo hablando por primera vez de los negocios de Sabiniano Gómez, padre de la mujer de Sánchez fallecido el año pasado, que el comisario Villarejo recogió en sus anotaciones como «saunas sexuales», tal y como desveló ABC, y que habrían estado operando durante años en distintas localizaciones del centro de Madrid. En el núcleo duro del líder del PP no esconden que se trata de una nueva estrategia, con la que pretenden «desmontar» el discurso del presidente, al que acusan de haber fijado «umbrales de moralidad» que ahora él mismo no puede superar.
El líder del PP llamó «prostíbulos» a las instalaciones del suegro de Sánchez y dio orden a sus dirigentes de mantener el foco sin descanso. Ya hay registradas una batería de preguntas en el Congreso y el Senado al respecto. El PP insistirá en el mensaje, el mismo que lanzó Feijóo en la tribuna de oradores, de que el presidente pudo ser «partícipe a título lucrativo» de esa actividad al beneficiarse de las ganancias de forma personal, por ejemplo, con la compra del piso en el que vivió con su mujer. El Gobierno se ha revuelto por completo con estas afirmaciones del líder popular, al que acusan de haber traspasado todas las líneas rojas, aunque no desmienten su contenido.
La mención del líder del PP a los negocios del suegro del presidente no fue casual ni aislada, y el PP insistirá en el mensaje
Con esta crisis encima de la mesa el PP pretende ahondar en la brecha que se ha abierto, según los estudios que están haciendo, con el voto femenino del PSOE. En las elecciones del 23-J las mujeres fueron determinantes para que Sánchez pudiera resistir. En Génova tienen identificado que en ese momento hubo un movimiento del voto femenino por miedo al ascenso de Vox y que el PP pudiera necesitarlo para gobernar. Todo el castigo que los socialistas y sus socios de la izquierda habían acumulado por los destrozos de la ley del 'solo sí es sí', desapareció con el único objetivo de «parar a la ultraderecha» bajo la convicción de que el desembarco de Vox en el Consejo de Ministros mermaría los derechos de las mujeres.
Y por eso el PP, que ve un margen de crecimiento claro por esa vía, ya ha anticipado que no quiere ministros de Vox si Feijóo tiene opciones de gobernar, con el riesgo de que el partido de Abascal -como ya ha empezado a hacer- le acuse de acercarse a la izquierda. La cuestión es que los populares tienen más fácil crecer por el electorado desencantado del PSOE que por el de Vox, muy fiel a las siglas y al propio Abascal. Con sus movimientos el PP tiene un doble objetivo: que sean los socialistas los que se desmovilicen ante los escándalos, optando por la papeleta de Feijóo como el mal menor o quedándose en la abstención. Las dos opciones redundan en un crecimiento en escaños para el PP.
Según el estudio metodológico sobre tendencias en la decisión del voto que elaboró el CIS en julio de 2023 durante la campaña electoral, el 31,2% de las mujeres que votaron en esas generales lo hicieron en favor del PSOE frente al 25,4% que se inclinaron por el PP. Más de siete puntos de diferencia que ahora, según las principales casas de encuestas cuyos datos están analizando en el PP, se estarían dando la vuelta. En Génova han puesto a funcionar la sala de máquinas electoral para monitorizar cómo está cambiando el voto femenino y dan por hecho que en este momento el PP es la primera opción.
Dentro de la misma estrategia se enmarca la proclamación de no gobernar con Vox, el partido con menos voto femenino
El partido del que menos se fiaron las mujeres es Vox (solo un 6% según esa encuesta lo tienen como preferencia), lo que también avala el movimiento de Feijóo de insistir en gobernar en solitario para evitar ahuyentar el voto femenino que pueda captar de la bolsa socialista. Y mientras el foco siga puesto en estos escándalos, la prostitución, «los amigos puteros» (como dijo Ione Belarra, líder de Podemos en el Congreso) y ahora los negocios de Sánchez de la mano del PP, «el marco es demoledor» para el presidente, zanjan en el entorno cercano de Feijóo.
De ahí que el PSOE trate de llevarse la cuestión a otros terrenos. El de las cloacas del Estado, de donde, según denuncian, habría salido una vez más un ataque contra Sánchez para intentar destruirle políticamente. O el de la homofobia que representaría asimilar saunas gays a prostitución. Las salas de máquinas de Génova y Ferraz están en claro modo preelectoral.
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