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Esclavitud a puerta cerrada: «Allí iban depravados»

Operación Vigón: liberadas 19 mujeres víctimas de trata y explotación sexual a las que una red tenía encerradas en zulos con literas.

No podían salir solas a la calle, nunca más de media hora y les habían quitado el pasaporte.

Fotografías de la operación Vigón, en la que 22 personas fueron detenidas ABC
Adriana Cabezas

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Son las tres de la mañana. No para de dar vueltas en la cama pensando en estos meses y en la última vez que salió sola a la calle. Que una cosa es elegir ser puta y otra, apuntarse a ser esclava. Suena el ... timbre. Hay que levantarse rápido, coger las dos o tres piezas de lencería que aún no estén ajadas y los tacones de siempre, los altos. Sus compañeras han saltado ya de las literas. No puede retrasarse. Desde el otro lado de la habitación una de las chicas ha encendido la luz mientras se quita el pijama en silencio. El resto la sigue. Es la señal, hay un cliente esperando. Una «mami»–aunque ellas no la llaman así ni mucho menos– empieza a meterles prisa. Siempre el mismo ritual. Cuando suena el timbre, toca el pase. Un siniestro desfile de mujeres en fila, sonrisa impostada, equilibrio a la fuerza. «Semidesnudas, como en un mercado de ganado», dirá una fuente policial. Se miran y se entienden. No saben cuál será la siguiente. El señor de turno acaba eligiendo. Las demás, entre el alivio y la presión de no sacar el dinero que tarde o temprano la «mami» les acabará exigiendo, vuelven al pijama, al zulo de las literas. Un día tras otro. Durante meses.

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