Controversia en el PP por una falta de unidad en la derecha que indigna a Vox
Abascal decidió no apoyar a Gamarra tras conocer el plácet de Junts a Armengol, mientras los populares critican que ignoraban ese desmarque
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Morir en la orilla. El PP pasó en menos de 12 horas del optimismo a un sonoro batacazo en la votación de la presidencia de la Mesa del Congreso. Francina Armengol (PSOE) es desde ayer la nueva presidenta de la Cámara Baja con ... 178 votos, gracias al apoyo decisivo de Junts y sin ser necesaria una segunda votación. Mientras, la candidatura de la popular Cuca Gamarra sólo lograba 139 apoyos: los de su grupo más el de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y el de Coalición Canaria (CC).
En una votación secreta y en urna, en esta ocasión todo cuadró a la perfección y los votos fueron fácilmente interpretables. Y el golpe fue ostensible. Al conocerse antes el acuerdo entre Junts y el PSOE, también el más previsible de ERC con los socialistas, la arquitectura del PP que los colocaba con opciones se desbarató. Incluso, en el recuento pronto empezaron a aparecer votos para Ignacio Gil Lázaro, de Vox.
Fuentes del partido de Abascal explicaron que habían decidido votar a su propio candidato «después de que esta mañana el Partido Popular haya confirmado que no ayudará a Vox a conseguir un puesto en la Mesa». Lamentan que «por segunda vez en democracia la tercera fuerza parlamentaria no está representada en la Mesa y, ante esa falta de voluntad del Partido Popular, Vox vota a su candidato a la presidencia y a la vicepresidencia. En ambos casos, Ignacio Gil Lázaro».
El PP, con sus propios votos, contaba con apoyos suficientes para tener dos vicepresidencias y dos secretarías. Vox aspiraba a un miembro en la Mesa y que el PP le cediese uno de los suyos. Pero los populares solo lo contemplaban si lograban el quinto puesto con Cuca Gamarra como presidenta. Al constatarse que sus opciones se apagaban ante la decisión de Junts, el partido de Feijóo optó por sacar adelante con sus votos los cuatro puestos que podía lograr por sí mismo.
Fuentes de la dirección del PSOE no ocultaban primero su sorpresa y después su satisfacción. «Es una decisión que nadie entiende», transmitía un veterano diputado. Mientras que desde Ferraz se congratulaban de la abultada victoria, mucho mayor que cualquier previsión, porque entienden que va a limitar la capacidad de Feijóo para liderar ahora una investidura.
Más allá de que Junts separe esta decisión de ayer de una futura investidura, el PSOE cree que se demuestra una capacidad por su parte de aglutinar la mayoría necesaria mientras que el PP ha desperdiciado su principal activo, que era su condición de primera fuerza y la sensación de que sus 171-172 apoyos eran sólidos.
Desde el PP, fuentes de Génova transmitían que ahora mismo era prematuro valorar si con este resultado se complicaban las opciones de ir a la investidura porque, insisten, tiene que ser Vox quien diga que para ese trance sus 33 votos no están garantizados. Pero que el debate sea ese ya ejemplifica que las opciones aritméticas de Feijóo, si ya eran remotas, ahora han dado un paso atrás.
Miembros de la dirección de Génova, por contra, creen que, «si no se iba a obtener la presidencia, mejor no dar hoy la sensación de bloque» con Vox. Sigue muy presente en la cúpula del PP la idea de que la asociación con los de Abascal ha sido nociva y que siempre que se tenga ocasión hay que lanzar el mensaje de que el PP es autónomo. En la tarde ayer Feijóo analizó la situación en Génova con alguno de sus principales colaboradores
Lo cierto es que, según corroboran varias fuentes de Génova, el PP no sabía que la reclamación de Vox llevaba aparejada que, si no se les daba un puesto en la Mesa, no votaban a Gamarra. Es decir, esa justificación de la operación es a posteriori, porque el PP no tenía sobre la mesa una reclamación de Vox. «En cuanto vieron que Junts apoyaba, vieron la opción de desmarcarse». En la formación de Abascal, por su parte, aseguran que sí se trasladó la petición de un puesto. Y acusan a Génova de contribuir a la «demonización de Vox». En el mismo grupo parlamentario popular había voces que cuestionaban la versión de su propia dirección. Y creen que, de ser así, pone de manifiesto «un enorme problema en la interlocución y en los lazos de confianza con Vox».
Dudas en el PP con el plan
Los ecos de la votación de este jueves en el Congreso de los Diputados resonaron por toda la geografía. En líneas generales en todos los puntos del partido se lamentan que ayer se proyectase una imagen de falta de unidad en el bloque de la derecha.
«Pinta la cosa muy fea con el de Waterloo secuestrando España. Y esto no ayuda nada», trasladan en el PP madrileño. «Desde luego se han columpiado», plantea un dirigente territorial también crítico con el desplante de Vox. Aunque, en última instancia, defiende como razonable que tuvieran un puesto en la Mesa.
Un líder autonómico cuestiona abiertamente la estrategia de la dirección nacional de no fomentar el acuerdo con Vox: «No se quiere asumir la realidad y se compra el marco mental del PSOE». Otro reconoce que, tras lo sucedido ayer, «el PSOE hoy sale triunfador y tiene el Gobierno a tiro de piedra». Además, considera que «la imagen no ha sido buena, es algo que no se puede negar, porque se ha consolidado una sensación de derrota y soledad». Un importante alcalde solo explica el movimiento en que «seguimos cortejando al PNV» y lo justifica en que «es humano no tirar la toalla hasta el final».
Desde un Gobierno regional no ven tan mal lo sucedido porque presenta a un PP «con las manos más libres para negocia una investidura si la jugada no le sale bien a Sánchez». Aunque en última instancia el escenario en el que trabaja todo el partido es ya el de «estar en la oposición». Los más optimistas esperan «una legislatura que no va a ser larga» y que, ante esa eventualidad, es mejor «ir sin ataduras», en palabras de un miembro de la cúpula sobre la relación con Vox.
Génova sigue persistiendo en la idea de presentarse como autónomo, pese al rosario de acuerdos municipales y autonómicos que se han suscrito tras las elecciones del 28 de mayo. Un puesto en la Mesa del Congreso no representaba una asociación con Vox mayor a las ya asumidas. Otras fuentes institucionales del PP lamentan que se priorice la idea de «algo imposible», como una investidura con PNV y CC, antes que la relación los de Abascal. Apuntan a alguno de los principales colaboradores de Feijóo por entender que Vox «se tiene que humillar ante nosotros permanentemente mientras nosotros supeditamos todo a acuerdos con el PNV y nos hemos tirado toda una campaña diciendo que preferimos al PSOE».