Corría el año 1989 y se constituía la IV Legislatura de la Democracia española, con Felipe González a punto de arrancar su tercer mandato al frente del Gobierno.
En la Mesa del Congreso era elegido como presidente el socialista Félix Pons, quien protagonizó una anécdota ... que en la actualidad es impensable en España a juzgar por los comportamientos de las últimas presidentas del hemicilio, Meritxell Batet y la recién elegida Francina Armengol, balear como Pons pero con una sensibilidad hacia los independentismos radicalmente distinta.
En aquel momento, Herri Batasuna había logrado tres escaños en el Congreso y, en el momento de jurar o acatar la Constitución ante la presidencia de Mesa, aseguraron hacerlo por «imperativo legal».
Una respuesta que propició que Pons los expulsara de la y negara «la condición plena» de diputados a los tres integrantes de HB por no habler cumplido la «fórmula reglamentaria». La respuesta fue tajante dado que la Junta de Portavoces había decretado que las únicas frases válidas para jurar la Consitución eran el «sí, juro» o «sí, prometo».
El por entonces presidente del Congreso negó el turno de palabra a uno de los integrantes de HB y tomó la decisión de suspender la sesión.
Más de 30 años después, ese «imperativo legal» con el que se ha acatado la Constitución en este inicio de la XVI legislatura ha pasado casi desapercibido.
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