Quién mató al canónigo emérito de la catedral de Valencia: el fiscal apunta a un segundo autor no identificado
El ministerio público reclama 28 años de cárcel para el único acusado por presuntos delitos de asesinato, robo con violencia y estafa continuada, mientras se trata de dar con la pista de su ayudante y ejecutor
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Valencia
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Iniciar sesiónLa investigación del crimen del canónigo emérito de la catedral de Valencia Alfonso López Benito avanza hacia el juicio con jurado popular, pero todavía con un misterio por resolver. De acuerdo con la calificación provisional de los hechos según la Fiscalía, en el ... afán de matar al religioso por parte del único encausado, se le unió una segunda persona todavía sin identificar, a la que el ministerio público considera como el brazo ejecutor del terrible asesinato.
Durante las pesquisas policiales, los investigadores revelaron que el canónigo mantenía encuentros sexuales con jóvenes vulnerables, a los que alojaba y daba comida, incluso 200 o 300 euros, a cambio de relaciones. Algo de lo que existían quejas vecinales y que llegó a confirmar su amigo, chófer y guardaespaldas que ejercía de protector, también imputado en la causa durante varios meses.
Mientras, a la espera de conocer la fecha de la vista oral y la totalidad de testigos llamados a declarar, la Fiscalía Provincial de Valencia solicita en un nuevo escrito adelantado por Levante-EMV y al que ha tenido acceso ABC, una pena de 28 años de cárcel para el hombre procesado por el asesinato que ocurrió la noche del domingo 21 de enero de 2024 en la casa del sacerdote ubicada en la céntrica calle Avellanas.
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El ministerio público acusa de asesinato, robo con violencia y estafa continuada al encausado, un hombre de 41 años y origen peruano, además de reclamar en su escrito, remitido al Juzgado de Instrucción número 19 de Valencia, la libertad vigilada posterior a la pena por un plazo máximo de cinco años y una indemnización de 57.000 euros para la familia de la víctima.
«Unión con otra persona no identificada»
Según el relato que ofrece la Fiscalía, el acusado acudió la noche del asesinato a casa del canónigo. Así, «en unión de otra persona no identificada y con quien actuaba de acuerdo», consiguió que el religioso les dejara entrar debido a la confianza que depositaba en él.
Después, la persona que acompañaba al acusado, a la que el fiscal considera ejecutora del crimen, aprovechó el hecho de hallarse sola la víctima y que conocía donde guardaba el dinero y las tarjetas, lo tiró en la cama y le tapó la boca hasta que, a la vez que le ahogaba con la mano apretándole el cuello, logró acabar con su vida sin que tuviera oportunidad alguna de defenderse.
Tras asesinarlo, se apoderó de su teléfono móvil, de una tarjeta bancaria y de unos grandes almacenes, ambas del fallecido, y después, una vez en la calle, entregó estos objetos al acusado, que utilizó una de las tarjetas para disponer de efectivo de varios cajeros automáticos usando la clave de su víctima, que conocía o averiguó esa noche.
Además, realizó diversas compras y gastos, ascendiendo el total de lo dispuesto entre efectivo y compras a 2.327,16 euros. Parte del dinero en efectivo le fue entregado por el acusado a la persona que entró en el piso del canónigo y que acabó con su vida.
El acusado, según el fiscal, actuó en todo momento de acuerdo con la persona no identificada y «en ejecución de un plan previamente establecido» para terminar con la vida de la víctima y apoderarse de sus objetos de valor. En el momento de la detención se le intervinieron 875 euros procedentes de las extracciones.
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