¿Dónde está Mario?: medio año sin rastro del jubilado español desaparecido en Ucrania tras rebelarse contra Rusia

«Seguimos sin saber nada de él. El problema es que los rusos tienen un total hermetismo y cada vez es más complicado obtener información», relata a ABC su amigo Julio Suárez, quien junto a su hijo Vitaly -que brinda labor humanitaria sobre el terreno-, capitanean la infructuosa búsqueda de Mariano García Calatayud. «La esperanza es lo último que se pierde, pero la familia ha asumido que es imposible tener noticias de él», añade.

Su entorno más cercano no sabe «si está preso o en la calle, si está muerto o vivo». Desde que fuera detenido por el ejército de Vladímir Putin el pasado 19 de marzo en una manifestación contra la invasión rusa, varios intermediarios y cargos importantes de Jersón intentaron negociar su liberación. Días después de su arresto, algunas de estas personas influyentes comunicaron que habían conseguido que saliera de la comisaría, información que fue desmentida pocas horas después.

«No hay manera de que nos digan la verdad sobre Mario», apostilla Julio, quien también apunta que la familia del exfuncionario de la localidad valenciana de Carlet tampoco tiene ninguna información sobre su paradero. «Temen que se lo hayan llevado fuera de Jersón», explica, algo que complicaría su búsqueda, pues Mario, como confirmó en una entrevista con este periódico en marzo, aparecía en «las famosas listas negras del Kremlin» por haber participado en guerrillas nocturnas y haber colaborado con el ejército local para velar por la seguridad de la ciudad ucraniana en la que residía desde hace ocho años.

En paralelo, diferentes medios rusos incluyeron al jubilado español dentro del listado de «combatientes extranjeros», los cuales «han sido engañados por la propaganda ucraniana y occidental. Según recogen estas informaciones, el gobierno de Putin pone en duda su condición de activista humanitario y su «caridad» tras posar con una ametralladora y una bandera del partido político neonazi y paramilitar Pravy Sektor (Sector Derecho).

Asimismo, relatan que otros medios locales ucranianos «han escrito repetidamente» sobre los apoyos de Mario a combatientes a los que «incluso llevó ayuda a la zona de guerra de Marinka, en el óblast de Donetsk». Por todo ello, familia y amigos temen las posibles represalias de la Federación Rusa, quien llegó a dictar sentencias de muerte contra milicianos capturados llegados desde el extranjero en la que autoproclamaron República Popular de Donetsk.

No obstante, su círculo más íntimo subraya que Mario «nunca ha combatido» y que tan solo se limitó a realizar tareas humanitarias durante su periplo en Ucrania, aunque contaba con un carnet de militar para poder acceder a las zonas de guerra para entregar productos de primera necesidad a los soldados nacionales.

Por otro lado, fuentes del Ministerio de Exteriores detallan que nunca tuvieron comunicación oficial alguna sobre su detención ni de su presunta liberación fallida. «La única información que tenemos es la que facilita la familia y sus amigos, que nos dicen que está bien», precisan. Todo ello, la Oficina de Información Diplomática en Kiev mantiene abierta una investigación sobre la desaparición del anciano español.

Semanas antes de su detención, Mario mostró una actitud inquebrantable con el pueblo ucraniano, al que prometió «ayudar hasta la muerte», pese a que su familia le pidió en repetidas ocasiones que regresara a Valencia ante el estadillo de la guerra. Su respuesta, igual de contundente: «El papá sabe cuidarse y no va a volver».

«Me dijeron que me matarían por apoyar a Ucrania, pero me dio igual, yo quería ayudar al pueblo que acogió a más de 3.600 niños después de la Guerra Civil Española», relataba por teléfono a ABC mientras escuchaba los primeros bombardeos rusos en Ucrania. Dentro de la fronteras de Jersón, está considerado como «un héroe español» e incluso llegó a recibir la medalla por el mérito y honor por su labor humanitaria.

Sobre la figura del presidente ruso Vladimir Putin, Mario declaraba que« merece otra clase de castigo, toda Europa y la OTAN deben enseñarle los dientes e ir a por él». «Si viene Putin a darme la mano, se la cortaría con un machete en un segundo y se la tiraría al cuello», clamó a este periódico.