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Ciegos de amor: de la ruina al suicidio

Son víctimas silenciosas, de entre 50 y 70 años, y enamoradas. Delincuentes desde un cubículo remoto de Nigeria atizan la hoguera solo con palabras hasta esquilmar sus cuentas y sus vidas. Apenas hay denuncias

Carta de suicidio de Olga Febles, víctima de una estafa, que se tiró al río desesperada ABC
Cruz Morcillo

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La exuberante Kimberly, brasileña de 35 años, cautivó a Juan en pocos días. «Eres el aire que respiro. La cosa más feliz que me ha pasado», le escribía. A sus 70 años, el antiguo directivo de una multinacional, viudo, se dejó acariciar por el ... cosquilleo de las palabras de su enamorada. Ella -él, ellos, quién sabe- había captado la soledad de Juan (nombre supuesto) y sus ganas de una segunda oportunidad.

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