Enseñanzas del tío más listo del mundo

BARCELONA AL DÍA

SI alguien necesitaba una prueba de que, en efecto, el cerebro es el segundo órgano más sobrevalorado del ser humano, aquí la tiene, justo detrás de la noticia de que el hombre más inteligente del mundo trabajó como «gorila» de discoteca en ... Long Island. La historia de Christopher Langan, que así se llama el superdotado, ha de prevenirnos contra las desventajas de la inteligencia, aunque, francamente, por esta zona del mapa cualquier observador imparcial nos calificaría de muy prevenidos.

Christopher Langan demostró, tras las pruebas pertinentes, estar en posesión de un coeficiente mental entre 195 y 210, algo que al parecer sobrepasa todo lo visto y sabido hasta la fecha. Pero lo más curioso de la noticia no era que Langan, siendo tan listo, se dedicara, el hombre, a ordenar el tráfico de clientes y a dar capones en la puerta de un local público, sino las tablas comparativas que se han podido establecer entre él y los más grandes intelectos de la historia de la humanidad.

La noticia nos revela, por ejemplo, que el cerebro de Langan aventaja de largo al de Platón, que «sólo» alcanzó 170 de coeficiente mental... Vale, mis números al respecto probablemente no me dan derecho a hacer muchas preguntas sobre esto, pero no puedo evitar un par de ellas, y bien tontas: ¿quién le hizo el test a Platón?..., ¿en qué consistió esa prueba?..., ¿estaba vivo?

Y como a Platón, Langan le gana por goleada a Descartes, Einstein, Newton..., en fin. Más aún, alguien tuvo el valor de medirle la sesera a Hitler, pues aparece en la lista de los «vencidos» por Langan con un 141 de coeficiente mental. Lo de Hitler, por cierto, ha de abundar en la primera idea, el prestigio infundado del cerebro, aunque estas misteriosas tablas aún ofrecen un ejemplo más visual y lúdico de esto, pues, y dicho sea con el mayor de los respetos ¿quién hubiera pensado que el plato fuerte de Shakira no son sus caderas ni su voz, sino su coeficiente mental, casi, casi como el de Stephen Hawkins o Mozart?

En fin, el caso Langan tiene que servirnos como ejemplo esperanzador, y no renunciar a la existencia de vida inteligente en los lugares más insospechados. No ya en la propia cuna de ella (la puerta de una discoteca), sino incluso en áreas y sectores donde la vida inteligente parecía tan improbable como en Marte, como por ejemplo algunos cargos y consejerías de la Generalitat y otras zonas clave de las diversas Administraciones. No hay que desestimar, pues, que por ahí se esconda más de un genio con el coeficiente disparado. Aunque, para descubrirlos, en vez de ir sometiéndolos a un fastidioso test, tal vez se les podría ir colocando una temporada de porteros de discoteca.

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