spectator in barcino
Y Esquerra, como en los años 30
Afortunadamente, la Esquerra de 2024 no lleva pistola como en los años treinta. Ello no obsta para que resuciten los demonios familiares. El izquierdismo impostado, que no es otra cosa que populismo asambleario; la tensión entre federalistas y separatistas
Artículos de Sergi Doria en ABC
Oriol Junqueras, en la presentación de su candidatura
La Diada pilló a Esquerra, en expresión catalana, «amb els pixats al ventre» («con el pipí en el vientre»). Ese pipí que empapa y desprende un ácido hedor son los carteles de falsa bandera en los que se identificaba a los hermanos Maragall con ... el Alzheimer. Junqueras y Rovira se atribuyen la regencia del alcantarillado para señalar y desprestigiar a rivales del mismo partido.
Nada nuevo bajo el sol. Esta Esquerra que dice renovarse con dirigentes más vistos que el TBO -Alfred Bosch y su candidatura Foc Nou («fuego nuevo», que risa)- se parece a la de los años treinta. Esquerra nació de manera improvisada y pilló lo que pudo pillar en vísperas de las elecciones de abril de 1931. Desde un republicano y amigo de la CNT como Lluís Companys a elementos fascistoides: Daniel Cardona y su paramilitar Guardia Cívica, Josep Dencàs o los hermanos Badia. Una caterva comandada por un excoronel del ejército español, Francesc Macià, de modos quijotescos y verbo populista. Macià no podía ver ni en pintura a Companys y en 1931 lo envió a Madrid. A la muerte de 'L'Avi', Companys se encaramó al sillón presidencial.
No es extraño que en 1934 Josep Tarradellas marcara distancias con lo que Joan Puig i Ferreter describió certeramente en sus memorias políticas: «Las rivalidades entre los diversos conglomerados de la Esquerra y las personales, devoraban toda posibilidad de eficacia de este conglomerado que asumía el gobierno de un pueblo y no se podía gobernar en su interior». Esas rivalidades interiores, concluía el escritor que fue militante de Esquerra, derivaron en una guerra sucia -muy sucia- entre unas facciones que descargaban «torrentes de demagogia sobre un pueblo políticamente informe, ingenuo, candoroso y culturalmente desamparado».
Los líderes de Esquerra prefirieron evitar los abucheos en la Diada de este año. Lluís Llach, infiltrado del Bifugado en la presidencia de la ANC, les daba su particular «bienvenida» con un estacazo: «Es independentista el que lucha, y desde un punto de vista institucional, está claro que ERC no ha hecho independentismo en sus últimas decisiones» advertía.
Abrasados por el fuego amigo, los cabecillas de Esquerra se lanzan venablos en las redes sociales. El exdirector de comunicación, Tolo Moya, responsabilizado por el aparato de los carteles asquerosos, denuncia que le han amenazado para que no hable. Junqueras y Rovira (que bien se vive en Suiza) se acusan mutuamente de haber montado la «campaña B» del Alzheimer. El veterano Josep Huguet, consejero en la etapa Carod-Rovira, aconseja pagar con la misma moneda a esos líderes que entran en el fango con «grandes discursos de hipócrita moralina». La amnistiada Dolors Bassa (gran procastrista) se confiesa «avergonzada» de su partido.
Todo muy parecido al caos que fue Esquerra en los años treinta cuando enviaba a matones -entre ellos Jaume Aiguader, hijo del alcalde de Barcelona- a la redacción de El 'Be Negre' por la befa del semanario a los «escamots» uniformados. O cuando una parte de Esquerra conspiró en 1936 para liquidar a un Companys demasiado comprensivo con los anarquistas y proclamar la independencia: la cabeza de turco fue el comisario de Orden Público Andreu Rebertés, eliminado en una cuneta.
Afortunadamente, la Esquerra de 2024 no lleva pistola como en los años treinta. Ello no obsta para que resuciten los demonios familiares. El izquierdismo impostado, que no es otra cosa que populismo asambleario; la tensión entre federalistas y separatistas; las ambiciones de mediocres que utilizan la política cual «modus vivendi» siguen activos como cuando Macià pilló de aquí y allá y montó un partido ante las municipales de 1931. Y llamó al invento Esquerra Republicana de Catalunya.