Puigdemont irrumpe en Barcelona: «Todavía estamos aquí»

«A pesar del daño que nos han querido hacer, he venido hoy aquí para recordarles que aún estamos aquí», ha clamado en un acto que, décadas después, trataba de emular aquel célebre «Ja sóc aquí» de Tarradellas en su regreso del exilio. Un abismo de distancia en términos políticos y personales.

«Pensarán que el escarnio de mi detención os va a frenar. Pero se equivocan. No nos dejemos confundir. No será un delito ni lo será nunca hacer un referéndum», ha explicado Puigdemont desde el escenario sin que hasta ese momento los Mossos ni ningún otro cuerpo policial haya intervenido para proceder a su detención.

Asumiendo lo que en realidad es una derrota política, Puigdemont ha reconocido a sus seguidores que tienen por delante tiempos difíciles, animándoles a esperar a momentos más propicios. Ha acabado con un gastado «Visca Catalunya lliure». Épica de saldo para el que ha sido en realidad un desganado acto de reafirmación de Junts.

«A continuación acompañaremos al presidente del Parlament hacia dentro del parlamento de Cataluña. Seguid las instrucciones», ha anunciado la organización, explicando el siguiente acto político de la jornada y probablemente el más delicado, en tanto que, según se anunció, los Mossos no tendrían intención de dejar pasar al fugado al interior de la cámara. Pero a Puigdemont se le perdió de vista.

Una vez ha acabado el breve discurso, ha empezado el previsible recorrido de la marea independentista en dirección al Parlament para lograr el objetivo deseado de Puigdemont. Sobre las 9.20 horas, el amplio dispositivo policial preparado en las inmediaciones de la Ciudadela ha tomado posiciones en pleno Paseo Picasso para evitar que los concentrados llegaran a las puertas del parque.

El retorno de Puigdemont a Barcelona se produce tras semanas y meses de especulaciones sobre esta posibilidad, algo que se hizo real tras las elecciones del 12M y la confirmación por parte del fugado de que pensaba asistir a la sesión de investidura, fuese la suya como intentó de manera infructuosa, fuese la de Salvador Illa (PSC).

Pese a algunas voces internas en Junts que habrían pedido a Puigdemont que reconsiderase su posición, el expresidente ha cumplido con su palabra, algo, que, sobre el papel, no debería alterar el curso de los acontecimientos políticos en Cataluña, es decir, la investidura de Salvador Illa catorce años después de que el PSC perdiese la presidencia de la Generalitat